Es necesario un acuerdo global para enfrentar el cambio climático
La cumbre mundial del clima (COP29) convocada por la ONU mostró un escaso avance en las negociaciones tendientes a cuidar el medio ambiente
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En Azerbaiyán tuvo lugar la cumbre mundial del clima (COP29) convocada por la ONU. El presidente del país anfitrión expresó que los combustibles fósiles son “un regalo de Dios”, al tiempo que la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertaba sobre los cambios en el calentamiento en la atmósfera por los gases de efecto invernadero, con los siguientes y preocupantes mensajes:
*Las concentraciones de CO2 han aumentado un 11,4 % en solo 20 años. La larga vida del CO2 en la atmósfera consolida el aumento futuro de la temperatura.
*2023 fue el año más cálido registrado hasta la fecha, y el calor sin precedentes continúa actualmente.
*Los desastres climáticos son más frecuentes y las pérdidas humanas y económicas están aumentando.
*Las emisiones de CO2 de los combustibles fósiles han crecido 8% desde la firma en 2015 del Acuerdo de París.
*Es importante alejarse de los combustibles fósiles contaminantes (carbón, petróleo y gas) y estimular las energías limpias.
La OMM emitió una alerta sobre la rápida progresión del cambio climático impulsada por el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera. El período 2015-2024 marcará la década más calurosa jamás registrada en el último siglo, con una pérdida acelerada de hielo glaciar, un aumento del nivel del mar y el calentamiento de los océanos. Las condiciones meteorológicas extremas están causando importantes trastornos a comunidades y economías de todo el mundo. De enero a septiembre de 2024, la temperatura media mundial del aire en superficie fue 1,54 °C superior a la media preindustrial. La Tierra está imponiendo nuevos récords de calor, la humanidad emitirá este año más dióxido de carbono al aire por la quema de combustibles fósiles que el año pasado y, como han previsto los científicos, los fenómenos extremos meteorológicos que antes eran extraordinarios, ahora son frecuentes y más intensos.
El mundo debe reducir las emisiones en un 42% hacia 2030 para limitar el calentamiento. Las actuales emisiones de carbono son más del doble que hace 50 años y un 50% más de lo que eran en 1999. Como hemos dicho, actualmente el calor y los fenómenos meteorológicos extremos han batido récords, por esta razón enfrentamos la necesidad de fijar un nuevo y ambicioso objetivo para preservar el clima, crucial para el bienestar de todas las naciones.
Hay que recordarlo: los gases de efecto invernadero alcanzan nuevos máximos, condenando al planeta a temperaturas más altas. El dióxido de carbono (CO2), uno de los tres principales gases de efecto invernadero junto con el metano y el óxido nitroso, continúa acumulándose en la atmósfera, mientras los planes para reducir esas emisiones son insuficientes. Este año el planeta vivió, además de temperaturas récord, la creciente destrucción climática. El secretario general de la ONU alertó informando que estamos en la cuenta regresiva final para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados, y el tiempo no está de nuestra parte.
Las negociaciones internacionales no son fáciles ya que hay grandes diferencias entre las emisiones por país y por habitante. China lidera las emisiones totales (30% del total mundial),seguido por Estados Unidos (11), India (8), UE (6) y Rusia (5). Es decir, 60% del total mundial; pero un norteamericano emite 63% más que un chino. Señalemos que 45 países menos desarrollados representan apenas 1,2% de este total mundial.
El Observatorio de los Estados Unidos en Mauna Loa (Hawái), viene midiendo las emisiones acumuladas de CO2 que rodean nuestra Tierra y que permanecerán en la atmosfera muchas centurias. Desde que comenzaron las mediciones, en 1956, se han registrado crecientes aumentos en estas emisiones acumuladas, resultado lógico del hecho de que, desde la Revolución Industrial, año a año viene creciendo el flujo anual de estas emisiones, porque crecen las emisiones contaminantes impulsadas por el crecimiento económico. Los paneles científicos de la ONU nos han alertado reiteradamente acerca de que para evitar incontrolables desastres climáticos, no podíamos cruzar la barrera de 450 ppm. Al actual ritmo de las emisiones cruzaríamos esta barrera crítica en la próxima década.
Las consecuencias negativas del cambio climático han estado fuera de la ponderación económica del desarrollo y la inversión, por la simple razón de que no se ha incluido el costo de los efectos perjudiciales que este cambio tiene en la salud, la producción, el hábitat e incluso en la viabilidad de ciertas naciones que son vulnerables. Ya es científicamente evidente que esta externalidad negativa mundial pone en riesgo el clima, que es un bien público global, por esta razón el reconocimiento o la negación de esta importante externalidad es crucial a la hora de tratarla. El negacionismo climático de gobiernos y grupos empresariales que defienden sus intereses económicos es funcional al agravamiento de la externalidad, afectando a grupos vulnerables del propio país y de otros países, y a las futuras generaciones.
El cambio climático pone en evidencia que una parte de la rentabilidad del uso de los combustibles fósiles se logra a expensas del clima y la atmósfera del mundo. El cambio climático no es un daño solamente para mañana sino que ya está ocurriendo ahora. Además, hay que recordar que esa carga se desplaza de manera intergeneracional, y es un gravoso pasivo que nuestra generación le está dejando a la próxima, que hoy no tiene voz.
Ya se han realizado 29 reuniones climáticas convocadas por la ONU, con alrededor de 200 naciones. La COP1 tuvo lugar en 1995, pero desde entonces las emisiones contaminantes aumentaron el 46%. No ha habido progresos importantes, ya que no ha sido posible coordinar una actitud eficaz por parte de quienes lideran las contaminaciones –recordemos que apenas dos participantes de casi 200 naciones representan 41% de las emisiones totales (China y USA)–, por eso, sin la activa participación de ellos, no habrá solución a la amenaza que enfrentamos.
La posible la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París podría tener un impacto negativo en la negociación climática de la ONU. Con el segundo entre los mayores emisores del mundo fuera del pacto, la presión para que otros aumenten sus ambiciones es menor. Además, es preocupante la científicamente infundada posición de nuestro gobierno, que decidió abandonar intempestivamente la COP29, desconociendo la amenaza climática, lo que evidencia una grave ignorancia de la realidad.
La pretensión de los sectores responsables de las emisiones contaminantes de eludir la responsabilidad de la externalidad negativa del cambio climático ha complicado las negociaciones en esta COP. Los países petroleros expresaron que rechazarían decisiones que perjudiquen a las energías fósiles. Se logró un insuficiente acuerdo para encarar el financiamiento requerido. El escaso avance de estas negociaciones está contribuyendo a poner cada vez más en duda las posibilidades de cuidar nuestro futuro climático en la Tierra.
Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente