Es necesario que actuemos ya para cuidar nuestra “casa común”
El clima está cambiando como consecuencia de las actividades humanas; el progreso económico es indispensable, pero debe reconocer que el medio ambiente y la biodiversidad deben ser preservados
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Para cuidar nuestra “casa común” tenemos que actuar ya, porque lo que hagamos ahora determinará el clima de mañana, ya que los gases que hoy emitimos retendrán calor en la atmósfera por siglos. Las inversiones que hacemos en industrias, edificios, usinas eléctricas y transporte durarán décadas y afectarán el clima, porque el cambio climático es un problema global y no podrá resolverse si no cooperan todos los países. Tendremos que actuar, pero de un modo diferenciado, que apunte a la equidad entre las naciones. Los países industrializados son responsables de la mayor parte de las emisiones acumuladas hasta hoy y registran un alto nivel de emisiones por habitante, por eso deberían hacer un aporte reduciendo drásticamente estas emisiones. Pero los países en desarrollo también deberían cooperar en el esfuerzo común, ya que ellos son ahora los mayores responsables del crecimiento en las emisiones. Para apoyar este esfuerzo, muchos de estos países necesitarán de la cooperación financiera internacional.
Será necesario que todos actuemos de una nueva manera, ya que habrá que modificar sustancialmente los sistemas energéticos para poder abatir las emisiones. Para avanzar en la promoción de nuevas energías limpias y promover la conservación energética, es crucial comenzar por abolir los subsidios a las energías fósiles contaminantes, estimulando así la eficiencia y la conservación energética; además, serán favorecidas alternativamente las nuevas energías limpias, que deben ser promocionadas urgentemente.
El cambio climático es un problema global, porque los gases de efecto invernadero se mezclan en la atmósfera y tienen el mismo impacto no importa dónde se emitan. El siglo XX ha sido extraordinario por el desarrollo de las fuerzas productivas, con un progreso tecnológico que enterró la profecía malthusiana, que nos condenaba a no poder mejorar nuestro nivel de vida. El progreso económico es indispensable, pero debe reconocer que el medio ambiente y la biodiversidad tienen que ser preservados.
El clima está cambiando como consecuencia de las actividades humanas, fundamentalmente por la combustión de fósiles y la deforestación. Los últimos nueve años han sido los más cálidos desde que comenzaron los registros modernos, en 1880. Esto significa que la Tierra en 2022 fue cerca de 1,11 grados más cálida que el promedio de finales del siglo XIX
Se prevé un calentamiento adicional en los próximos años si no se aplican enérgicas medidas acordadas en el nivel internacional. Los resultados serán una mayor incidencia de fenómenos meteorológicos extremos. Los impactos climáticos ya se están agravando en todo el planeta. Si no se adoptan medidas más ambiciosas, las repercusiones del cambio climático serán aún más devastadoras en los próximos años. Es preocupante constatar que los compromisos asumidos por las naciones, según el Acuerdo de París, son insuficientes para no cruzar la barrera crítica de 1,5°C. Al ritmo actual de permanentes aumentos cruzaríamos la barrera crítica de emisiones acumuladas en apenas quince años.
Las emisiones contaminantes, que están contribuyendo aceleradamente al aumento de la temperatura en todo el planeta, son generadas por el consumo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) más la acelerada deforestación, aumentando así las temperaturas, tormentas, inundaciones y sequías. El cambio climático es el principal problema de naturaleza global que enfrenta toda la humanidad en el siglo XXI.
Estamos frente a una amenaza global que exige ser encarada mediante acciones implementadas simultáneamente por todos los países, en el marco de negociaciones internacionales. Pero el caso es que estas negociaciones internacionales para mitigar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes vienen registrando pocos avances significativos en los últimos años, ya que el Acuerdo de París no estimula nuevas políticas climáticas.
Esta amenaza ambiental global requiere una solución global, con compromisos de todas las naciones. Tengamos presente que dentro de veinte años la población mundial crecerá en 1400 millones de habitantes, y además el PBI mundial será el doble del actual; esto implica que se trata de reducir drásticamente las emisiones contaminantes por unidad de PBI.
El mundo debe actuar ya, en el curso de esta década, para evitar los peores efectos de la crisis climática y mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5°C. Esto exige que en 2050 las emisiones energéticas sean un 95 por ciento inferiores a las actuales. Para limitar el calentamiento será necesario que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su nivel máximo en 2025, como muy tarde, y que se reduzcan un cuarto antes de 2030: una transición rápida a las energías limpias es el camino. La primera reunión ambiental mundial convocada por la ONU se llevó a cabo en Berlín en 1995; la última, en Egipto, en 2022. Ya han sido veintisiete, pero aún estamos lejos de poder asegurar la preservación del clima en el planeta para las futuras generaciones.
El papa Francisco había presentado en 2015 un diagnóstico claro y completo de la crisis ambiental global que enfrenta la humanidad mediante la encíclica Laudato Si’. En ese documento se plantea el desafío ético que implica evitar los crecientes daños ambientales, que se pronostican para un futuro no muy lejano. En esa encíclica se expresa: “El clima es un bien común, de todos y para todos […] Hay un escenario científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un importante calentamiento del sistema climático. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo para combatir ese calentamiento”.
El secretario general de las Naciones Unidas subrayó que el derecho al desarrollo “va de la mano” del derecho a un medio ambiente sano, limpio y sostenible, y pidió para esta década “medidas más ambiciosas para reducir la contaminación, acelerando el cambio de los combustibles fósiles a las energías renovables, y descarbonizando los sectores que más emiten”. El secretario general de la ONU también se refirió a los principales productores de combustibles fósiles, y destacó las recientes revelaciones de que algunos “eran plenamente conscientes en los años de 1970 de que su principal producto estaba horneando el planeta”.
Encarar una nueva política global ambiental requiere una efectiva cooperación de las dos naciones que lideran las emisiones, ya que China y Estados Unidos dentro de poco emitirán casi la mitad de las emisiones mundiales. Deben también participar Rusia, la Unión Europea, Japón y la India. Si bien hay casi doscientas naciones, este grupo reducido concentra la gran mayoría de las emisiones.
Academia Argentina de Ciencias del Ambiente-Instituto Di Tella