¡Es la inseguridad, estúpido!
El aumento del delito, el narcotráfico y la vuelta de los barras a las canchas tienen un denominador común: la subestimación de la seguridad por parte del gobernador bonaerense Axel Kicillof
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Todos los días nos encontramos con un caso más donde un vecino es víctima de un delincuente, donde una familia es destruida a causa de un hecho de inseguridad. El gobierno no puede seguir mirando para otro lado.
Como si se tratara de otra realidad, de algo lejano a su responsabilidad, el gobernador Axel Kicillof y todo su equipo parecen desconocer que a su cargo está la seguridad de todos los bonaerenses.
Desde el minuto cero de este gobierno asistimos a una telenovela entre los ministros de Seguridad que no hace más que demostrar una improvisación que en muchos casos cuesta vidas. Berni, que opina como un opositor pero gestiona como un ministro de Kicillof, solo aparece en discusiones mediáticas con Aníbal Fernández (inexplicable ministro de Seguridad nacional) o con el Presidente, a quien sin ponerse colorado tildó de borracho.
Estas idas y vueltas dan cuenta de lo irrelevante que es para este gobierno la seguridad, desconocen (o no les importa) la importancia de la articulación entre fuerzas provinciales y nacionales y esto se ve en los resultados. La inseguridad escala más que la inflación y si no fuera tan mala la gestión en todos los aspectos, sería la principal y única preocupación de los bonaerenses. Estamos hablando del miedo a volver a nuestras casas, del miedo a la convivencia diaria con narcos que todos saben que están, pero no hay decisión política para combatirlos. También hablamos de la desprotección de las fuerzas de seguridad que no están respaldadas por quienes deberían cuidarlos.
Durante la pandemia, este gobierno, no solo liberó a miles de presos, de los cuales 2.500 nunca volvieron a la cárcel, sino que además reincorporó a cientos de los miles de policías apartados de la gestión anterior con sumarios vigentes ¿Qué mensaje estamos dando?
El narcotráfico es uno de los temas que más golpea porque tiene relación directa con el resto de los delitos violentos. Y la inacción del gobierno, también en este tema, asusta. Hace unos meses fuimos testigos de más de 20 muertes por consumo de cocaína adulterada; mientras el gobernador Kicillof señaló a modo de justificación que “hay gente que se dedica a vender droga porque se quedó sin laburo”.
Los barrabravas volvieron a tomar el poder en las tribunas y a entrar a las canchas como si fueran sus dueños. La postura tiene que ser clara: no son hinchas, son delincuentes que alejan a las familias de los estadios. Al igual que en los otros temas, todo empieza por la falta de decisión política de este gobierno. De los 3.000 barras que tenían la entrada prohibida durante los 4 años de gobierno de María Eugenia Vidal ¡volvieron todos!
No se aplica más el derecho de admisión -que durante nuestra gestión no dependía de los clubes, principal foco de las amenazas de los barras, sino del gobierno- y se subestima la relación de las barras con el narcotráfico, el delito, la extorsión y los aprietes. Sin duda, el panorama es desolador, pero lo más preocupante es que no hay una política de seguridad, no hay decisión para salir de esa inercia.
En cuatro años, con Cristian Ritondo al frente del Ministerio de Seguridad, logramos bajar un 36% los homicidios dolosos, 50% los secuestros extorsivos, 16% en robos y hurtos de automotores. No fue magia, fue gestión, coordinación y trabajo en equipo con la ministra Patricia Bullrich. El secreto es ocuparse de la seguridad -nada más y nada menos-, se nos va la vida cuando hay improvisación y connivencia con las mafias.
El aumento del delito, el narcotráfico y la vuelta de los barras a las canchas tienen un denominador común: la subestimación de la seguridad por parte del gobierno. No hay interés en proteger a los bonaerenses, falta planificación y articulación con las demás fuerzas policiales y a todo esto se le suma la pelea payasesca de quienes son los encargados de la seguridad de los vecinos. Estamos ante un problema que está afuera de la agenda del gobernador Kicillof: la seguridad no le importa, justifica al delincuente y no hay ninguna señal de que vaya a cambiar.
¿Qué está esperando el gobernador para tener una política de seguridad integral? ¿Cuántas muertes más hacen falta para que entre en el radar del gobierno? ¿Entiende la importancia de cuidar la vida de los vecinos? Los bonaerenses estamos a la espera de una señal política, de una decisión que ponga en agenda el principal problema que tenemos en la provincia: la inseguridad.
El autor es senador bonaerense por Juntos