Es importante bancarizar
Existe una aseveración mundial, confirmada por años, que expresa que es imposible que un país crezca sin un sistema financiero desarrollado y fuerte, que es lo mismo decir que no hay avance económico sin un universo bancarizado.
Dentro de lo que se denomina sistema financiero, están las instituciones y los mercados que hacen posible que el ahorro, derivado de la misma economía, se encause hacia quienes necesitan un crédito para avanzar.
La bancarización es el grado o cantidad de personas y empresas que hacen uso de los servicios financieros en un territorio. El incremento de cuentas bancarias abiertas en nuestro país creció considerablemente principalmente en personas de menores ingresos, y vemos que sobre la población adulta paso del 19% en 2011, al 44% en 2014 y de alli al 93% a fines de 2022, fundamentalmente producto de las políticas asistencialistas del Estado, por la asignación universal por hijo (AUH) y la universalización de las jubilaciones, entre otras asistencias.
Si bien las cantidades de cuentas bancarizadas hoy son importantes, el acceso al crédito sobre el PBI es en nuestro país uno de los mas bajos del mundo. En la Argentina hubo avances en cuanto a la cantidad de personas con cuentas bancarias, pero todavía falta un largo trecho para lograr la “inclusión financiera”.
Veamos primero los beneficios de la bancarización.
Seguridad: estos servicios ofrecen una forma segura de guardar dinero y de realizar transacciones, porque las cuentas bancarias están protegidas por medidas de seguridad y los depositantes pueden acceder a sus dineros, de manera ágil y segura.
Ahorro e inversión: los bancos ofrecen una amplia gama de opciones de inversión, lo que facilita a los clientes a diversificar sus carteras e incrementar sus ingresos.
Crédito: dentro de los servicios bancarios se ofrecen préstamos y líneas de créditos que permiten a las personas y a las empresas financiar sus consumos y sus proyectos.
Estabilidad financiera: las actividades financieras que se desarrollan en el sistema bancario pueden ayudar a estabilizar la economía al reducir la actividad informal y aumentar su transparencia.
Veamos ahora cuáles son los principales impedimentos que existen hoy en la Argentina para desarrollar un sistema financiero y de bancarización acorde a las necesidades para el progreso.
Impuesto sobre los débitos y créditos bancarios: este impuesto regresivo por excelencia es, quizás, el principal escollo para que haya una eficiente bancarización en la Argentina. Tiene una incidencia importante sobre todas las transacciones, que para evadirla evitan pasar esos fondos por una institución financiera.
Esta imposición fue creada por ley 25.413, de fecha 24 de marzo de 2001, sobre todos los débitos y créditos bancarios, a razón de la alícuota del 0,6 por ciento sobre cada una de esas transacciones, o sea un 1,2% sobre todo dinero bancarizado, y se lo implementó en forma transitoria, pero hoy está más arraigado que nunca, y si se lo llega a coparticipar a las provincias, más difícil será eliminarlo. Ocupa el cuarto lugar en cuanto al ranking promedio de la recaudación nacional, con aproximadamente el 7% del total oblado.
Inflación: otra de las circunstancias que desalienta la bancarización es el flagelo inflacionario, que impide a los depósitos en cajas de ahorros, plazos fijos y otras aplicaciones, superar la inflación, y es por ello que buscan otras alternativas.
Aplicaciones y comisiones: por último, otro escollo es el comportamiento de las instituciones bancarias, en cuanto a que, en la búsqueda de mayores beneficios con menores costos y riesgos (lo que es normal), prefieren prestar la masa de depósitos al Estado. Por otro lado, también incide la cantidad de comisiones que aplican, algunas veces inconcebibles. Por ejemplo, por contar el dinero o por retiros en efectivo, o recibir depósitos en billetes de baja nominación, o por mantenimiento de cuenta, etc., en lugar de conquistar depósitos, evitando costos a los clientes, o con algunos incentivos, como era antes.
Ahora, de una manera simple, para que todos podamos observar, veamos de donde salen esos beneficios que puede obtener un país de contar con un sistema financiero bien desarrollado.
Ahorro
Existen, en cualquier país, personas y empresas que poseen algún sobrante de dinero, momentáneo o definitivo, que necesitan, además de resguardarlos con seguridad, tener la posibilidad de contar con él en un momento determinado y, además, lograr mantener su poder adquisitivo con algún beneficio adicional.
Financiación al consumo
También hay personas que necesitan adquirir bienes muebles, inmuebles o servicios, pero no tienen la posibilidad de obtenerlos de contado, pero sí mediante un crédito, con un costo lógico, normal. Esta asistencia incrementa la demanda de bienes, una mayor producción y más empleos.
Créditos a la producción
Y, por último, se cuenta también con empresas y empresarios, que, mediante el conocimiento y la capacidad desarrollada, tienen la posibilidad de comenzar o incrementar una actividad, en beneficio de una mayor producción, y de allí el aumento de puestos de trabajo, pero para ello necesitan un apoyo financiero.
Todos estos recursos, por un lado, y de necesidades, por el otro, se pueden y deben canalizar a través de un sistema financiero organizado y controlado (BCRA, CNV, etc.), mediante la intervención de las instituciones autorizadas a intermediar entre la oferta y demanda de dinero.
Esta tarea de intermediación entre el ahorro público y la colocación de éste en créditos al consumo y a la producción, debe ser genuina y no alterada, como ocurre hace años en nuestro país, donde la inmensa cantidad de recursos que recogen los bancos y demás intermediarios financieros, por exigencias o por conveniencias, son destinados al consumo del Estado, donde poco va a parar a la producción de bienes y servicios ni a incrementar o mejorar los servicios que son de potestad del gobierno. Simplemente, la mayor parte se destina a pagar gastos (no inversiones) de un sistema populista, donde la ayuda social, lejos de proporcionar educación y trabajo, es una vil herramienta proselitista, que termina enviando a gran parte de un país a la pobreza.
En definitiva, la solución a mediano y largo plazo es: “Egoísmos no, patriotismo sí”, lo demás vendrá seguramente por añadidura.
Contador, Lic. en Ciencias Económicas y exprofesor adjunto de la UNC