Es imperioso tener una zona de exclusión aérea en Ucrania
Según las palabras del presidente estadounidense Joe Biden, el 24 de febrero de 2022 Rusia lanzó una guerra genocida contra Ucrania “para acabar inclusive con la idea de querer ser ucraniano”. Desde entonces, Rusia ha disparado más de 3500 misiles contra ciudades y pueblos ucranianos, y el mundo ha sido un consternado testigo en Ucrania, de una devastación que no se veía en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de esta guerra entre David y Goliat, las fuerzas arrmadas de Ucrania, con el pleno apoyo del pueblo ucraniano y la ayuda de Occidente - particularmente de los EE.UU.- están recuperando segura y sistemáticamente los territorios ocupados por Rusia a un ritmo impresionante. Esto llevó a Putin a adoptar sus desesperadas tres últimas acciones: a) amenazar, una vez más, con el uso de armas nucleares, que la comunidad global ya calificó como de autodestrucción; b) emitir un decreto de movilización, cuyo resultado fue el éxodo masivo del país de cientos de miles de rusos, no por su oposición moral a la guerra contra Ucrania, sino para evitar convertirse en carne de cañón de Rusia; y c) organizar seudoreferéndums, condenados internacionalmente, y proclamar la llamada anexión de las regiones de Luhansk, Donetsk, Zaporizhzhia y Kherson, en momentos en los que, en realidad, las fuerzas ucranianas están liberando dichas regiones, lo cual es una demostración más, del estado de alucinación de Putin.
Frustrada por el lamentable resultado de estas medidas desesperadas y exasperada por el asombroso éxito militar de Ucrania en la recuperación de los territorios ocupados, el 10 de octubre de 2022, Rusia lanzó el más intenso asalto aéreo contra la población civil de Ucrania, la infraestructura energética crítica y las áreas más densamente pobladas. Solo ese día, Rusia disparó 84 misiles y desplegó 24 drones kamikaze en Ucrania.
Esta brutalidad absoluta demuestra inequívocamente la intención del Kremlin de castigar y aterrorizar a la población civil de Ucrania para vengar las derrotas militares de Rusia. En este momento resulta inconcebible que Occidente siga negando a Ucrania las armas necesarias que le permitan garantizar una zona de exclusión aérea y recuperar plenamente su integridad territorial.
En el transcurso de esta guerra genocida, Occidente también ha sentido las consecuencias de la agresión híbrida de Rusia, en la medida que el Kremlin continúa utilizando como arma, todo elemento posible, incluido el gas, las centrales nucleares, la infraestructura energética, los alimentos, los refugiados y la información.
Como ejemplo, el ataque de Rusia del 10 de octubre de 2022 contra aproximadamente el 30 % de la infraestructura energética de Ucrania tuvo también como objetivo el perturbar las exportaciones de electricidad de Ucrania a los países europeos que le ayudan a ahorrar gas ruso.
Además, tres de los misiles lanzados por Rusia desde el Mar Negro el 10 de octubre violaron el espacio aéreo de Moldavia, país al que se le otorgó el estatus de candidato a miembro de la UE en 2022. Esta es otra manifestación del peligroso desprecio de Rusia por el espacio aéreo y la integridad territorial de los estados independientes.
Por eso, durante la Cumbre del 29 de junio de 2022 en Madrid, los países miembros de la OTAN declararon acertadamente: “Rusia es la amenaza más significativa y directa para su seguridad y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica. La brutal guerra de Rusia en Ucrania ha hecho añicos la paz en Europa”.
La guerra genocida de Rusia contra Ucrania ha llegado a un momento crítico que definirá el curso de la historia y determinará si las generaciones futuras seguirán expuestas al peligroso e insaciable apetito imperialista del Kremlin o vivirán en un mundo mucho más seguro, próspero y estable.
La elección es obvia, y el tiempo resulta esencial.
Occidente debe actuar ahora con convencida determinación y proporcionar todas las armas necesarias para garantizar una zona de exclusión aérea que ayudará a Ucrania a ganar esta guerra no provocada contra un agresor despiadado y detener un genocidio.
Presidente de la ONG Ukraine-2050, presidente del Congreso Mundial Ucranio (2008-2018)