Es hora de pensar en la educación financiera
En plena discusión pública sobre la modalidad en que volverán las clases, el foco está puesto hoy en el formato –presencial, virtual o diferentes combinaciones de ambos– y poco en el contenido. Está claro que el debate sobre qué aprenden los chicos en la escuela es enorme, pero la revolución digital que vivimos, potenciada por la pandemia, debería invitarnos a preguntarnos si no es momento de brindarles a los estudiantes nuevas herramientas.
En ese sentido, mientras algunos temas interesantes se han ido incorporando en estos años –robótica y programación ya forman parte de algunas currículas oficiales–, un tópico común en otros países sigue olvidado en la Argentina: la educación financiera.
Aprender conceptos básicos como ahorro, inversión y rentabilidad –y cómo eso impacta en nuestra vida– es una experiencia que en la mayoría de los casos llega formalmente solo para los argentinos que estudian carreras universitarias como Economía, Administración de Empresas o Ingeniería.
En los Países Bajos, en cambio, el 22,4% de las horas de la jornada escolar están abocadas a la educación financiera y en España el tema es parte de la currícula de las escuelas primarias y secundarias desde 2014. En China, en tanto, la educación financiera acompaña a los alumnos durante toda su trayectoria en las aulas, desde el jardín de infantes –a partir del componente lúdico– hasta la universidad. En cada etapa se pautan contenidos que se van haciendo más complejos a medida que los estudiantes avanzan.
La diferencia no es solo con estos países de Europa o Asia. La Argentina quedó 37a entre 39 países en un ranking de educación financiera desarrollado por la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) en 2020.
Para la educación argentina, abordar esta temática se vislumbra inminente en términos de las oportunidades que ofrece el contexto. La disrupción que generó la pandemia significó una ventana para simplificar el acceso a herramientas financieras digitales. El sector de las Fintech es una de las estrellas a partir de las medidas de aislamiento y, según la Cámara Argentina de Fintech, se generaron 530 millones de transacciones mensuales en 2020.
Gracias a la irrupción de estas alternativas financieras, los servicios se vuelven más accesibles, menos burocráticos, igual de seguros y, en muchos casos, más baratos. La clave, sin embargo, es que cada vez sean más personas las que acceden a estas oportunidades.
Una encuesta realizada en 2020 por la consultora D’Alessio Irol entre personas bancarizadas arrojó que el 71% conoce las billeteras móviles, pero solo el 35% las usó alguna vez. Esto implica, en concreto, dejar pasar chances que van desde simplificar trámites hasta potenciar ahorros.
La falta de educación financiera, por lo tanto, atenta contra el uso eficiente de los recursos económicos, claro, pero también contra la adopción de herramientas digitales. Una oportunidad perdida para un mundo en donde prima la tecnología: según la firma de investigación de mercado IDC, en 2021 el 65% del PBI global estará completamente digitalizado.
Cuando la anhelada vuelta a las aulas se concrete, será momento de volver a poner a la educación financiera en la mesa de discusión. ß
Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de San Andrés y máster en Economía de Eseade