Es hora de un acuerdo global contra la contaminación marina por plásticos
La preocupación por la crisis del plástico es una realidad que está creciendo a nivel global, como así también una demanda social hacia los gobiernos y hacia el sector privado para tomar medidas decisivas. La cantidad de contaminación por plástico que existe en los océanos del mundo alcanza niveles críticos preocupantes, con profundos efectos a gran escala que convergen en una característica significativa: la contaminación plástica es un problema transfronterizo, que está creando una crisis con impactos ecológicos, sociales y económicos alarmantes en todo el mundo.
En todo el mundo se está batallando contra la contaminación de los océanos. La basura marina y los microplásticos viajan a través de los mares guiados por sus corrientes, sin tener en cuenta las fronteras nacionales. Al ser durables y livianos se transportan fácilmente a través del viento y el agua (ríos, arroyos, pluviales y los movimientos del mar), extendiendo la problemática más allá de los límites locales y nacionales. Considerando estos datos, el escenario parece poco alentador, ya que se estima que se producen a nivel mundial 450 millones de toneladas de plásticos por año, y se prevé que esto se triplique para el 2050. Si desglosamos este número, el 36% son envases de plástico de un solo uso y el 79% de los residuos plásticos producidos actualmente terminan en rellenos sanitarios, vertederos o en el ambiente, mientras que alrededor del 12% son incinerados y solo el 9% se recicla. Esto nos lleva a concluir que los esfuerzos regionales e internacionales fueron fragmentados e ineficaces, para abordar el problema con la rapidez y la escala necesarios.
Desde 2016, Fundación Vida Silvestre, junto a organizaciones de la sociedad civil, organismos municipales, provinciales y otras instituciones, realiza censos de residuos costeros. Más del 80% de los residuos que encontramos en las playas y costas de la provincia de Buenos Aires son plásticos que provienen de la actividad propia que se realiza en estos espacios. Los principales factores que inciden en la cantidad de residuos que se vierten al océano tienen que ver con la cantidad de población que habita el lugar y la efectividad de la gestión de los residuos. La producción y el consumo de plástico han crecido desde los años 50 a una tasa muy superior que el resto de los materiales que se han fabricado y explica también la magnitud del problema. La Argentina, que ocupa la posición número 28 entre los países que más arrojan residuos plásticos al mar, produce 1.650.410 toneladas de plástico al año (2017) y se calcula en 40 kg el consumo promedio anual por habitante.
Es claro que a pesar del crecimiento exponencial de iniciativas voluntarias y regulaciones nacionales y regionales que ya existen, no hay señales de que la cantidad de plástico que ingresa al océano se esté desacelerando. La respuesta debe ser global y coordinada, como ya más de la mitad de los Estados miembros de la ONU han pedido explícitamente en diversos encuentros. Necesitamos un nuevo acuerdo mundial vinculante para hacer frente a esta problemática, para comprometer a los gobiernos y a las empresas a nivelar el campo de juego e impulsar el cambio a gran escala que esta crisis precisa. Y tenemos una excelente oportunidad para dar un primer paso en ese sentido con la primer Conferencia Global sobre basura marina y contaminación por plásticos, convocada por los gobiernos de Ecuador, Alemania, Ghana y Vietnam, que sucederá de manera virtual del 1 al 2 de septiembre. Estamos ante una instancia clave, que debe convertirse en una plataforma para discusiones de alto nivel y para generar el compromiso político necesario que permita abordar esta problemática de manera contundente, con miras hacia la próxima Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA), en febrero de 2022. Es en este espacio que podemos concretar, darle entidad y forma a un tratado global jurídicamente vinculante para combatir la contaminación por plástico de manera articulada y seria.
La Argentina tiene una gran oportunidad de liderazgo, al ser el primer país de la región en tener una Ley sobre microplásticos, y la próxima Conferencia Ministerial es un gran momento para expresarlo.
Este nuevo acuerdo global debería permitir fortalecer los mecanismos de cooperación internacional, proporcionar apoyo técnico y financiero, para abordar de manera holística y completa la contaminación por plásticos marinos. Se requiere de un gran esfuerzo colectivo y de acciones concretas transfronterizas, para no volver a cometer los mismos errores. El mar no conoce fronteras, y la contaminación por plástico tampoco.
Director general de Fundación Vida Silvestre