Es hora de cambiar el rumbo energético mundial
La conferencia climática que se hará en Egipto buscará la solidaridad entre países para cumplir el Acuerdo de París, ante la creciente concentración de gases de efecto invernadero y el aumento de fenómenos meteorológicos extremos
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Egipto se prepara para la conferencia climática de la ONU-COP27, en este año de conmociones meteorológicas mundiales y también de un conflicto militar entre Rusia y Ucrania. Y del retroceso en los acuerdos climáticos entre China y Estados Unidos.
Ante las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, la COP27 busca la solidaridad entre los países para cumplir el Acuerdo de París, que adoptaron 196 naciones en 2015 para “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales”.
Estamos acumulando CO2 alrededor de la Tierra, por las energías fósiles y la deforestación. La alerta del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, convocado por las Naciones Unidas, expresa que evitar un aumento de 1,5º de la temperatura requiere que las emisiones globales comiencen a disminuir ahora mismo, debido al aumento ya acumulado. Las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera están empujando al planeta a un territorio desconocido, ya que se están incrementando los fenómenos meteorológicos extremos. El CO2 es un gas de larga vida (alrededor de 1000 años) y, por lo tanto, el nivel de temperatura persistirá durante décadas, aunque las emisiones se reduzcan tardíamente.
La OMM (Organización Meteorológica Mundial) alerta que los eventos climáticos son “un nuevo ejemplo patente de que las actividades humanas están provocando cambios a escala planetaria en la tierra, en el océano y en la atmósfera, estos cambios entrañan repercusiones nocivas y duraderas.” Los últimos siete años han sido los más cálidos de los que se tiene constancia. La amenaza del cambio climático no se resolverá por el agotamiento de los recursos fósiles (carbón, petróleo y gas). En 1980 las reservas de petróleo en el mundo cubrían consumos por 30 años, en la actualidad estas reservas pueden cubrir 50 años del consumo actual. Las reservas mundiales de gas pueden cubrir 55 años de consumo actual. Las reservas de carbón, que es el combustible más contaminante, tienen más de un siglo de duración.
Al ritmo actual de aumento de las emisiones acumuladas de CO2 cruzaríamos la barrera crítica de 450 ppm en apenas quince años. Eliminar estas emisiones antes de 2050 es clave para evitar que la temperatura suba más de 1,5°C. Se requiere una transformación energética global. Anular las emisiones hacia 2050 exige nuevas tecnologías que aún no están en el mercado, e inversiones en baterías, hidrógeno, captura y almacenaje y más inversiones en energías limpias y en tecnologías para reducir el consumo energético. Podemos iniciar una era de desarrollo con mayores oportunidades, pero se requiere un consenso global, liderado por las naciones más contaminantes. Es hora de acelerar la transición energética a un futuro basado en energías limpias, sin combustibles fósiles. Si no modificamos el actual consumo energético, el clima continuará deteriorándose, pero es tecnológicamente posible propiciar un nuevo modelo de generación y utilización de la energía que acompañe al crecimiento económico, pero sin perjudicar nuestro medio ambiente; es necesario comenzar ya. El retraso implica más desastres en la Tierra.
La meta debe ser recortar las emisiones hasta lo más cerca posible de emisiones nulas, con emisiones residuales que sean reabsorbidas desde la atmósfera mediante el océano y los bosques. La transición a un mundo sin emisiones supone un desafío global, ya que exige transformar la producción, el consumo y el transporte. La sustitución de generadores de contaminación, como el carbón, el petróleo o el gas, por fuentes de energía renovables, como la hidroeléctrica, nuclear, solar o eólica, abatiría las emisiones de carbono. Estas energías son la opción más asequible en la mayor parte del mundo. Los precios en tecnología para estas energías disminuyen con rapidez. El costo de la electricidad proveniente de la energía solar cayó alrededor del 85% entre 2010 y 2020. Los costos relacionados con la energía eólica con ubicaciones en tierra y en el mar bajaron cerca de un 56% y un 48%, respectivamente.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que la mayoría de las personas respiran un aire que no llega a los límites de calidad adecuados, y esto pone en peligro su salud. Los niveles perjudiciales de materiales en forma de partículas y dióxido de nitrógeno se originan principalmente a partir de la quema de combustibles fósiles. El pase a fuentes de energías limpias ayuda no solo a luchar contra el cambio climático, sino también a evitar la contaminación del aire en favor de la salud.
Los compromisos adquiridos por los gobiernos se han quedado cortos. Los planes nacionales de las partes adheridas al Acuerdo de París nos llevarían a un aumento de casi el 14% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 2010. Lograr el cero neto hace necesario que los gobiernos –en primer lugar, los de las mayores emisores– emprendan ya las reducciones de las emisiones. La mayoría de las emisiones proviene de pocos países. Los diez mayores emisores aportan más de dos tercios de las emisiones mundiales. Los tres principales emisores aportan dieciséis veces más emisiones que los cien últimos países.
China dispuso una represalia diplomática contra Estados Unidos por la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes. La represalia china implica la suspensión de la cooperación con Estados Unidos en áreas importantes para toda la humanidad, como los acuerdos para afrontar el cambio climático. Estos acuerdos requieren una amplia y sólida cooperación a escala global. Esta ruptura de la cooperación entre Washington y Pekín es preocupante por tratarse de los dos principales emisores; China es el primer contaminador mundial seguido por Estados Unidos; entre los dos se genera casi la mitad de las emisiones totales.
“Es imposible hacer frente a la emergencia climática si las dos principales economías y los dos mayores emisores no actúan, y siempre es mejor que lo hagan en colaboración”, sostuvo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Estos compromisos ya se habían visto debilitados por la guerra en Ucrania, que impulsó el bloqueo al gas ruso a Europa y así estimuló el relanzamiento de las centrales eléctricas de carbón, que son altamente contaminantes.
Esta COP27 en Egipto decidirá nuestro futuro. Lamentablemente estos conflictos no ayudan a encarar un renovado esfuerzo que comprometa en serio a todas las naciones que habitamos nuestra Casa Común.
Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente