Erradicar la pobreza, un deber ético y un objetivo posible
En 1992 la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 17 de octubre "Día internacional para la erradicación de la pobreza" e invitó a todos los Estados a que promuevan actividades concretas para abolir la pobreza y la indigencia.
24 años después, la divulgación de nuevos datos sobre pobreza monetaria en la Argentina, así como los publicados por Unicef a inicios de 2016 centrados en la pobreza multidimensional infantil, aún nos muestran un diagnóstico marcado por niveles preocupantes de pobreza, concentrados en niños, niñas y adolescentes. En concreto, a partir de estos datos estimamos que la mitad de los niños, niñas y adolescentes viven bajo la línea de pobreza. Casi 7,2 millones viven con menos de 134 pesos por día y 1,9 millones con menos de 56 pesos por día. Más aún, la pobreza extrema de un niño residente en el NOA es 4,5 veces más elevada que la de un niño de la Ciudad de Buenos Aires.
Estos datos nos interpelan y nos imponen desafíos. El conocimiento público de las estadísticas, así como la declaración de metas nacionales de reducción de la pobreza son pasos relevantes que reconocen el problema. No obstante, para construir un futuro sostenible es necesario que intensifiquemos deliberadamente nuestros esfuerzos hoy para que toda persona pueda ejercer sus derechos fundamentales. Todos reconocemos que la pobreza es bastante más que la insuficiencia de ingresos, pero abordar la multidimensionalidad de la pobreza no es una tarea sencilla y el contexto económico global y local no brinda un panorama alentador. Sin embargo, existe el consenso, las capacidades y las herramientas de políticas para lograr que el cambio sea posible.
El 17 de octubre representa una oportunidad no sólo para reconocer el esfuerzo y la lucha de las personas que viven en la pobreza, sino también una ocasión para dar a conocer sus problemas y, fundamentalmente, las soluciones. Hay cuatro elementos centrales que deben ser tenidos en cuenta en la implementación de una estrategia de reducción de la pobreza y de eliminación de la pobreza extrema para el año 2030, de acuerdo a las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Primero, es crucial que la pobreza general, y fundamentalmente la infantil en todas sus dimensiones, sea medida por el sistema estadístico nacional.
Segundo, las decisiones de política, incluida la implementación de medidas redistributivas, deben apuntar a que los beneficios del crecimiento económico alcancen a toda la población y que especialmente la niñez esté incluida en los planes de reducción de la pobreza.
El desafío es significativo. Para erradicar la pobreza general en 2030, el país debería crecer a una tasa del 3% por año, si no se cambia la distribución y tenemos inflación cero. Sin embargo, nunca sostuvimos estas tasas de crecimiento: desde 1870 hasta 2015 la economía argentina creció a una tasa del 1,5%, justo la mitad de lo que necesitaríamos crecer los próximos 15 años. Más aún, nunca mantuvimos una tasa de crecimiento del 3% o más por un período superior a 10 años.
En tercer lugar, es necesario fortalecer el sistema de protección social para hacerlo más sensible a la infancia. Esto incluye las transferencias monetarias dirigidas a las familias para ayudar a los niños a salir de la pobreza y protegerlos de sus impactos negativos. La iniciativa de ampliación de los beneficios de la Asignación Universal por Hijo a grupos que estaban excluidos, así como la búsqueda activa de niños elegibles pero que todavía no acceden a las prestaciones, son acciones que van en la dirección correcta. Sin embargo, es necesario revisar la suficiencia de las prestaciones para sacar a los niños de la pobreza así como analizar los efectos de las condicionalidades inherentes a este programa.
Por último, debe asegurarse la priorización de la inversión pública en educación, salud, agua, saneamiento, vivienda e infraestructura básica, y que esta inversión esté protegida y con incrementos reales a lo largo del tiempo, así como con significativos impactos redistributivos. Es necesario advertir que cuando las privaciones en estas dimensiones están presentes simultáneamente, potencian sus efectos negativos en la población de niños afectados.
Atacar la pobreza en la niñez es una de las maneras más eficaces de combatir a la pobreza en general. Además de tratarse de una situación injusta por sí, las privaciones en la niñez generan mecanismos perversos de reproducción entre generaciones. De la misma manera que la riqueza se hereda, la pobreza también y una manera de erradicarla es cortar el circuito de reproducción.
Un 17 de octubre de 1987, más de cien mil personas se congregaron en Trocadero, París, para rendir homenaje a las víctimas de la pobreza extrema. Casi 30 años después tenemos el imperativo como sociedad de erradicar la pobreza infantil. Es la única forma de lograr sociedades cohesionadas, donde se hagan efectivos y se protejan los derechos.
Waisgrais es especialista en monitoreo e inclusión social de UNICEF Argentina y Paz, director del Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico, Universidad Nacional de Salta
Jorge Paz y Sebastián Waisgrais