Erradicar la pobreza infantil: un desafío urgente
Hace 30 años la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 17 de octubre como el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Lejos de cumplir con dicha meta, hoy en la Argentina esta problemática presenta niveles preocupantes, sobre todo en niños, niñas y adolescentes.
Los datos más recientes evidencian que más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes viven en situación de pobreza monetaria. ¿Qué significa que el 52% de los chicos y chicas esté bajo la línea de pobreza y el 13% bajo la línea de indigencia? En concreto, implica que casi 7 millones de niños y niñas viven con menos de 1000 pesos por día y alrededor de 1,7 millones, con menos de 500 pesos por día. Implica que en sus hogares los ingresos no alcanzan para cubrir una canasta básica o, en el caso de la pobreza extrema, los alimentos.
Sin embargo, la pobreza es más que la falta de ingresos y, en la niñez y adolescencia, implica otras dimensiones vinculadas al ejercicio de sus derechos. No ir a la escuela o hacerlo a edades tardías, no acceder al sistema de protección social, vivir en casas con materiales inadecuados, sin acceso a agua potable, entre otras privaciones, también es ser pobre. Cuando se toman en cuenta estas dimensiones, 4 de cada 10 chicos y chicas es pobre en la Argentina.
Este escenario nos interpela en el objetivo común de lograr una sociedad más justa, que se oriente a la erradicación de la pobreza en todas sus formas. El Estado argentino se ha comprometido, a través de la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño, a generar los mayores esfuerzos financieros necesarios para garantizar el ejercicio de los derechos de la niñez y la adolescencia. Pero erradicar la pobreza requiere además que las decisiones de política aseguren que los beneficios del crecimiento económico alcancen a toda la población y que especialmente la niñez esté incluida en los planes de reducción de la pobreza.
El escenario económico actual presenta desafíos adicionales en esta tarea. Las políticas de ingresos (como la AUH, Asignaciones Familiares, Prestación Alimentar) han tenido un efecto de contención sobre la situación de la pobreza en la niñez, en particular de la pobreza extrema, pero no resultan suficientes para revertirla. Corresponden en más de un 90% al gobierno nacional y representan entre el 11 y el 15% de las respuestas del Estado dirigidas a la niñez y a la adolescencia en el país.
Actualmente, el presupuesto nacional presentado por el Poder Ejecutivo para 2023, se encuentra en proceso de debate y aprobación parlamentaria. Por tercer año consecutivo, el mensaje de remisión del proyecto incorpora un capítulo transversal que permite identificar las principales iniciativas diseñadas por el Poder Ejecutivo Nacional para el cumplimiento de los derechos de niñas, niños y adolescentes. En tiempos de incertidumbre y escaso espacio fiscal, contar con estas miradas favorece la asignación de los recursos y su protección para el desarrollo pleno de la niñez y sus familias en el país.
Sin embargo, cabe destacar un signo de alerta: algunas asignaciones propuestas para iniciativas vinculadas con la promoción y protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes podrían sufrir eventuales reducciones presupuestarias que afectarían el sostenimiento de su poder adquisitivo durante el próximo año. A modo de ejemplo, si el presupuesto se aprueba tal como fue presentado, la prestación alimentaria (extarjeta AlimentAR), que no cuenta con actualización de movilidad automática, sufriría una reducción real en 2023 de entre un 17 y un 30%; mientras que el Fortalecimiento Edilicio de Jardines Infantiles, entre un 14 y un 28%, y el Apoyo al Plan Nacional de Primera Infancia entre el 47 y el 56%, según el escenario macroeconómico que se considere.
Erradicar la pobreza en la niñez debe ser un compromiso compartido por todas las fuerzas políticas y por toda la sociedad. La discusión parlamentaria en torno al presupuesto 2023 nos ofrece una oportunidad de asegurar que la inversión destinada a niñas, niños y adolescentes esté protegida, se asigne de manera adecuada y mantenga la efectividad de las políticas de respuesta a lo largo del tiempo. A 30 años de la declaración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza sigue siendo un desafío vigente e impostergable.
Representante de Unicef Argentina