Éramos tan felices, volvamos hacia atrás
Greg Kirby tiene 29 años y Liberty Avery, 24. Los dos admiran tanto la década del 40 que decidieron vivir en ella. Se visten a la moda de la época: él, bigote finito y saco cruzado; ella, rostro muy maquillado, vestido pudoroso y almidonado. Decoraron su casa londinense con muebles de la época. Veranearon en Brighton, como si fueran los personajes de una novela de Graham Greene. Manejan un Jeep de 1942.
Si los amish y los judíos ortodoxos eligieron negar al almanaque y presionar el botón “pause” de la historia, quedándose a vivir en su amado siglo XIX, Greg y Liberty decidieron apretar “rew” y volver atrás, hacia aquellos días que estiman más simples y más deseables.
¿Y si esta pareja inglesa fuera el comienzo de una nueva tribu urbana, en la que cada cual finge vivir en la época que se le da la gana? ¿Gente que renuncia a uno de los pocos vínculos que nos quedan, que es el de compartir el mismo tiempo? ¿Y si –asustados por el futuro– muchas personas depositaran sus esperanzas en el pasado? ß
Algo más...
Él es peluquero y ella, modista (hoy serían “barbero” y “diseñadora de indumentaria”). Limitan al máximo el uso de la tecnología. Los fines de semana van a bailar a un club tradicional y de vez en cuando a ver una película contemporánea; “las películas antiguas pueden ser bastante pesadas”, se excusan.ß