Equilibrio fiscal: el cómo es la cuestión
Nicolás Massot, exdirigente político del Pro y actualmente diputado en las filas de Encuentro Federal, en un reportaje reciente ha manifestado de modo muy atinado que en la Argentina “todo se divide entre los desestabilizadores y los obsecuentes”.
Es interesante prestar atención a esta definición, ya que presenciamos por décadas como Cristina Fernández de Kirchner manifestaba un enojo feroz si alguien no pensaba como ella o no votaba a su gusto. Hace nueve meses, nos encontramos frente a un nuevo protagonista, el presidente Javier Milei, con un ideario diametralmente opuesto al del kirchnerismo, pero que también manifiesta un enojo feroz si alguien no piensa como él o no vota a su gusto.
En el Congreso se debaten las leyes que luego deben promulgarse en el Poder Ejecutivo. Hubo gobiernos que contaron con mayorías parlamentarias y esto les resultaba más fácil, otros que no. Para el gobierno libertario de Milei, en particular, la situación es bien complicada, ya que cuenta con hiperminoría en la Cámara de Diputados (38 de un total de 257) y en el Senado (7 de un total de 64).
Con estos datos, Milei debería forjar buenos vínculos con la oposición, mantener un buen diálogo, porque “las ratas” y “los degenerados fiscales” pueden no sentirse muy propensos a brindar el consenso necesario para que el gobierno pueda instrumentar la cantidad de medidas que necesita implementar con extrema premura.
Milei tiene mucha suerte, porque muchas “ratas” y muchos de los “degenerados fiscales” igualmente mantienen una buena predisposición y toleran estos desprecios e insultos del Presidente, mientras la mayoría se encuentra dispuesta a recibir las propuestas del gobierno, para debatirlas, aprobarlas total o parcialmente, o no aprobarlas y proponer otras alternativas si consideran que no son adecuadas para el bienestar general.
Aquello que aun parece no entender el presidente Milei, que tampoco entendía CFK, es que la voluntad de un legislador no se define siempre respecto a una persona o respecto a un gobierno, muchas veces las voluntades se definen por asuntos a resolver. Si la voluntad de un legislador se definiera respecto a una persona, probablemente Milei no obtendría más que los pocos votos de su propio partido, o menos aun, porque también maltrata con frecuencia a los dirigentes propios. Sin embargo, Milei obtiene en cada debate parlamentario un apoyo muy superior a los pocos propios con los cuales simpatiza.
“Los cheques en blanco” que pretenden con frecuencia obtener los presidentes son nocivos en una república. Porque esos cheques en blanco equivalen a decir que los presidentes en funciones nunca se equivocan, cuando lo cierto es que las personas y los gobiernos aciertan y desaciertan, por eso es fundamental que los legisladores puedan en algunos casos acompañar y en otros no las pretensiones de los presidentes.
Veamos ahora la gestión Milei, el rol del Congreso y la movilidad jubilatoria. Muchos legisladores de la oposición y de La Libertad Avanza apoyan, por ejemplo, el ordenamiento macroeconómico que implica disciplina fiscal y monetaria, pero no acompañan una agenda institucional que pretende atropellar al Congreso, maltratar al periodismo, imponer a un juez para la Corte Suprema sospechado de ser cómplice de corrupción o aplicar ajustes sobre sectores que definitivamente no son “la casta” y que con las medidas que Milei promueve desmejoran sideralmente la calidad de vida cotidiana (sobre los jubilados, los sectores medios, la educación pública, etc.).
Es importante recordar que el gasto tributario reúne 32 regímenes especiales con exenciones y perdones fiscales y tributarios a diferentes sectores de la Economía, muchos de los cuales tendrán razón de ser -otros no tanto- y todos estos regímenes especiales representan la mitad del total del gasto tributario. La pregunta que se formulan muchos legisladores y que respondieron con su voto cuando se debatió la ley de movilidad jubilatoria, es si un momento donde los jubilados están pagando el 40% de todo el esfuerzo fiscal del gobierno de Milei, no sería más prudente buscar el equilibrio fiscal en algunos otros sectores que reciben trato preferencial y no en nuestros adultos mayores que tienen un ingreso mensual de $234.540 más los $70.000 del bono fijo, lo cual suma $ 304.540. Lo que pretende la movilidad jubilatoria aprobada en ambas cámaras, pero vetada por el presidente Milei, es llevar el haber jubilatorio de modo fijo por ley (ya sin bono) a $317.704.
Con este aumento no se pretende que el gobierno de Milei asuma pagar una jubilación que viene distorsionada y atrasada hace ya varias gestiones presidenciales y que se deterioró mucho más durante el último gobierno del Frente de Todos. Con este aumento votado por el Congreso, se pretende que Milei reconozca la inflación que comenzó durante su gestión. Él llegó al poder el 10 de diciembre de 2023, pero la nueva movilidad jubilatoria le exige que asuma la inflación desde enero de 2024 (que fue el primer mes completo de su gobierno).
Milei, con idas y vueltas, admitió ir actualizando las jubilaciones por decreto “trampeando” un porcentaje de la inflación de enero, ya que ese mes la inflación fue de 20,6% y Milei admitió un porcentaje de 12,5%, por eso se reclama esa diferencia del 8,1%. Aquello que se le reclama al Presidente es que reconozca este porcentaje que forma parte ya del IPC de su gestión, y con esto se le pide que los jubilados de la mínima (que son la gran mayoría), con este monto alcancen la línea de pobreza de un adulto mayor. Suena tremendo, pero la demanda es esa: que nuestros adultos mayores jubilados lleguen a la línea de pobreza, porque actualmente no llegan.
La ley también contempla que a medida que vaya creciendo la actividad y descendiendo la inflación, los haberes se actualicen no solamente de acuerdo al IPC sino a la evolución de los salarios, ya que si la actividad crece, pueden crecer los salarios más que el IPC, por eso esta ley pretende que cuando crezca la economía, los jubilados puedan cobrar la mitad de la recomposición salarial. Así como están dadas las cosas, si crece la actividad, se recauda más, aumentan los salarios, pero las jubilaciones no.
Esto es lo que se votó en el Congreso y esto es lo que vetó Milei. Mientras tanto las exenciones y perdones fiscales a los 32 regímenes especiales siguen en pie, se financiaron gastos reservados para la SIDE por $100.000 millones, se compran aviones de guerra en un país que no tiene ningún conflicto bélico ni se encuentra próximo a tenerlo, y los jubilados siguen estando por debajo de la línea de pobreza.
No es una cuestión de equilibrio fiscal sí o equilibrio fiscal no, es una cuestión de cómo lograr el equilibrio fiscal.
Sandra Choroszczucha – Politóloga y Profesora de la UBA