Entre la insensibilidad y la sumisión
“El Presidente no tiene noción de lo que es la crueldad. ¿Hay que hacer un ajuste? Sí. Ahora, si yo tengo que hacer un ajuste porque voy en el Titanic rumbo a los témpanos, primero salvo a los viejos y a los niños, y él primero los hunde”, expresó Elisa Carrió en una entrevista realizada el lunes en el canal de YouTube del politólogo Rosendo Grobo.
La líder de la Coalición Cívica toca un nervio sensible y un flanco expuesto del presidente Javier Milei: la insensibilidad, que está presente en sus actos de gobierno y también en su discurso. A otro presidente una crítica así, de las que ya recibió varias también de otros sectores no alineados, lo expondría, le haría sentir la necesidad de salir a aclarar el punto ante la sociedad, de intentar convencer que no se trata de insensibilidad, un “pecado” para los políticos que habitan un país en crisis social y económica desde hace décadas, sino de una dramática necesidad que obliga a tomar tales decisiones. Pero a Milei no lo afecta. Estamos ante un fenómeno nuevo en la política argentina, porque el Presidente se jacta de ello, y declara: “Estamos haciendo el ajuste más grande no solo de la historia argentina, sino el ajuste más grande de la historia de la humanidad”. Teniendo en cuenta que el ajuste es integral y en otras áreas hubo acompañamiento de la oposición, en el tema jubilados parece que no hay sensibilidad. Al contrario, no se disculpa, lo disfruta.
Carrió tiene razón en apuntar esa insensibilidad. Miremos que solo en el conurbano el 76,7 % los chicos están bajo la línea de pobreza y lo que es peor, la aceleración de la indigencia tiene una velocidad desmedida – indigentes son aquellos menores sin una alimentación capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas - ya que en los partidos del conurbano bonaerense los chicos viviendo en la indigencia pasaron del 11,5% del total de la población infantil y adolescente a fines de 2022; al 15% en el primer trimestre de 2023 y dio un gran salto desde que asumió Milei que la llevaron al 36,5% entre enero y marzo de este año, según el informe de exQuanti basado en los datos del Indec. En el otro extremo de la vida, los jubilados empeoraron considerablemente su situación: un informe elaborado por HelpAge International, en colaboración con diversas ONGs locales, revela que el 73% de los jubilados argentinos se encuentra en situación de pobreza. Además, la decisión de vetar la nueva movilidad jubilatoria es poner tierra bajo la alfombra, como bien marcó Miguel Angel Pichetto en el debate de ayer: “La Corte Suprema de la Nación tiene una clara definición de que es imprescindible que el sistema previsional tenga una fórmula que contemple el deterioro del salario, el costo de vida, un conjunto de variables para que funcione. Empieza un proceso de judicialización muy intenso que es todo perdedor, porque más temprano que tarde el Estado va a tener que hacer frente a miles de juicios”. En el gobierno no tomaron nota de este escenario de conflicto.
Nada de esta situación de desprecio a los más necesitados, jubilados y niños, haría que un presidente pueda jactarse de sus logros como lo hace Milei que, sin sonrojarse, dice que “en dólares, voló el poder adquisitivo de los jubilados”, una frase que encierra una dosis de negación y desconocimiento salpicada de desenfreno discursivo. Incluso empeora su actitud cuando se defiende utilizando metáforas sexuales, homofóbicas, tan groseras e irrespetuosas como impropias para alguien que tiene su investidura, para referirse a la oposición, al periodismo crítico, a quienes le marcan estos magros resultados y también a los empresarios y otros economistas. Si el Presidente dice estas cosas habilita a todos sus seguidores y sus más fanáticos a romper toda barrera de diálogo. La grieta cambió de protagonistas y de ideología, pero volvió para quedarse.
Increíble tanta sumisión de parte de la oposición, y de los agraviados por sus insultos y figuras descalificadoras. Nadie reacciona con vehemencia. La frase más utilizada por los políticos y empresarios insultados por Milei es: “habla más de él que de nosotros”. Parece insuficiente. La pregunta que algunos legisladores tímidamente se hicieron estos días, luego de ser tratados de “ratas”, “degenerados fiscales”, “basuras”, y utilizar las redes para agraviar con memes que van más allá del mal gusto y rozan la ponderación de un delito como la pedofilia, con el que Milei se mofó del diputado Martín Tetaz, es: ¿deberían asistir los opositores a la presentación del Presupuesto 2025 el domingo por la noche? No es la Asamblea Legislativa que abre el período de sesiones ordinarias, y lo usual es que el ministro de Economía y su equipo presente el proyecto de ejercicio presupuestario en la Comisión correspondiente. Lo del domingo será un acto político al que los legisladores no están obligados a asistir. Prestarse para un acto político del Presidente, donde no se puede debatir ni preguntar, sería institucionalmente correcto, pero políticamente insano.
Lo curioso es que Milei promete más ajuste. ¿Para qué cambiar si mal no le va? El papel de villano le da más frutos que costos, porque pocos se le plantan con firmeza, hasta aceptan los insultos poniendo la otra mejilla. Una parte de la sociedad acompaña hoy al Presidente, aunque algunas mediciones comenzaron a mostrar una merma considerable en tal apoyo, porque básicamente sabía que el modelo anterior, con un estado que gastaba más de lo que recaudaba, había fracasado rotundamente y que la salida era dolorosa, la mayoría estaba dispuesta a hacer un esfuerzo por el país, pero lo que no se esperaba es el maltrato verbal de un presidente que hasta cree en sus propias mentiras. No solo lo hace al hablar de las jubilaciones sino también cuando insiste en que el ajuste lo paga la “casta” y a la vez otorga 100 mil millones de pesos como fondos reservados a la SIDE, seguramente para controlar y vigilar a la “casta” y sostener a través de las redes sociales un discurso dominante. Algún día se sabrá el destino de esos fondos, que por ahora solo genera sospechas pero que pueden llegar a convertirse en el “Talón de Aquiles” de un gobierno que del mismo modo que crea la asignación de partidas más grande su gobierno de manera reservada decreta restringir el acceso a la información pública. Comportamiento privado para los asuntos públicos.
Pero no solo es su responsabilidad, muchos de los que dejaban las cuerdas vocales en el piso (y con mucha razón) acusando a Cristina Kirchner por comportamientos similares, están ahora realizando un vergonzoso acompañamiento en silencio de estas prácticas nada republicanas.
Es cierto que la situación de jubilados y niños era mala desde antes que Milei asuma, las políticas populistas fueron un fracaso contundente, pero en pocos meses las decisiones crudas de este gobierno las empeoraron considerablemente, llevándolas a extremos de gravedad que superan a la crisis de 2002. ¿Vale resaltar esto? ¿hay que acompañar guardando silencio? Los políticos que miran encuestas y cambian en pocos días su posición frente a temas sensibles, como pasó esta semana con el grupo de diputados radicales que decidieron cambiar su voto en la insistencia del cambio de la fórmula jubilatoria vetada por el Presidente, los que aceptan el papel sumiso para intentar acomodarse momentáneamente dentro del espectro social que ve aún con confianza al Gobierno, son también responsables de la situación que las decisiones de Milei genera. Quizás más que el propio Presidente, porque actuar por conveniencia y no por convencimiento encierra una cobardía política que alcanza un punto de consideración del que les será muy difícil retornar.
La política se debe jugar en la cancha, mirar el partido desde la tribuna especulando con el resultado porque de un modo u otro terminarán gritando los goles del vencedor, no es el rol que deben cumplir quienes juegan con alguna cuota de poder asignada por la misma sociedad que los votó otorgándoles una responsabilidad institucional. La historia tarda pero llega, y también sabrá cobrar las cuentas a quienes no supieron o no quisieron pagarlas en el momento debido.