¡Bienvenidos a 02022!: Entre la geología y el desafío de “Dont Look Up”
La geologia y el “planetarismo” invitan a una mirada de largo plazo
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¡Bienvenidos a 02022! Como propone la organización The Long Now (El Largo Presente), una pequeña alteración aritmética puede contribuir a una percepción diferente del tiempo que nos toca vivir. Oportuna un primero de enero y una invitación a considerar una perspectiva más allá de nuestra capacidad atencional de corto plazo. The Long Now, además, tiene como objetivo defender lenguas y especies en extinción y fue fundada por el pionero contracultural Stewart Brand, quien allá por 01968 creó una revista-libro llamada Whole Earth Catalogue, considerada un adelanto analógico del buscador Google, que también fue una síntesis de la San Francisco de esos días: hippies, astronautas, científicos y una visión, diríamos hoy, “planetarista”.
La película del momento, Dont Look Up (Netflix) retoma en tono de tragicomedia ese aspecto como central en su argumento: la Tierra como protagonista, amenazada por un fenómeno (un cometa) que avanza decidido a destruirla. Si bien contiene diversos planos de análisis y un elenco selecto, la posibilidad de la destrucción del planeta y las especies que aquí habitamos dispara la trama alterada por un curioso giro (alerta spoiler): un gurú del bienestar tecnológico advierte que dicho cometa contiene valiosísimos minerales raros. Los enumera: itrio, termio, osmio, disprosio… Repleta de citas, trae al presente la primera edición impresa de la Biblia de Gutenberg o citas a poemas del siglo XIV. La escena post-créditos confirma la perspectiva temporal de años medidos en decenas de miles. Humor inmediato, mirada de largo, larguísimo plazo.
Dos libros recientes, ambos editados por la destacada colección Futuros Próximos de la editorial Caja Negra, sirven de contexto: la perspectiva geológica se impone como el mejor contraste para enfocar cuestiones que van más allá de nuestro día a día, una reflexión temporal y espacialmente más ambiciosa.
Por un lado, titulado de manera explícita Geología de los medios, el finlandés Jussi Parikka, plantea un repaso por la historicidad de los materiales con que está hecho el lado invisible (el digital, el mediático) del mundo que nos rodea. Y ese aspecto es central: analizando capas minerales logra escapar a la mirada apocada de la vida humana y desplazarla por un meta-humanismo más amplio: de lo egocéntrico a lo geocéntrico. El riesgo de esta etapa no es (solamente) la mirada ombliguista de la extinción de la especie humana sino de todas en el Globo.
La cuestión “geo” tiene destellos en la cultura popular y en las noticias más recientes. Del juego infantil Minecraft a “minar” cryptomonedas, pasando por el auge informático de la minería de datos a los debates alrededor del fracking o, más cerca, del complejo entramado tras los debates por la explotación minera en Chubut.
Una de las tesis de Parikka es que en el siglo XXI asistimos a la construcción del mundo recurriendo a materiales (por fuera del hierro, madera, ladrillo) cada vez más diversos, cuando no escasos o muy raros, pero también cada vez más difíciles o profundos de hallar. Justamente, la idea de “tiempo profundo”, filosófica, se conecta con una concepción física del planeta.
El sociólogo Benjamin Bratton plantea su “programa para el diseño de una planetariedad viable” en La terraformación, editado en español el mes pasado. Su visión es audaz y parte de la perspectiva: cuánto cambió la visión de nosotros mismos desde que vimos las primeras imágenes del planeta desde “afuera”, no hace más de medio siglo, desde el Espacio; cuánto más se altera desde que pudimos “fotografiar” los agujeros negros… Para ponerse al día: cuánto cambiará cuando el telescopio galáctico James Webb, lanzado esta semana, capture imágenes del “amanecer cósmico”, hace aproximadamente unos 14.000 millones de años. Un largo presente.
Las ideas de Bratton asumen esa cuestión y aceleran el diagnóstico: lejos del ecologismo folk o de las intenciones reaccionarias de oponer naturaleza a cultura, su opción asume que debemos confiar en la capacidad “artificial” para encontrar soluciones mejores que las que hemos logrado hasta ahora: su materialismo planetario contradice muchos sentidos comunes. Puja contra el “populismo de diseño”. Ese es, para él, el desafío del futuro próximo. Su aporte, con mirada basada en El Planeta, es “mirar arriba” con lógica astronómica y “mirar abajo” con profundidad analítica. Cuestiona el espacio exterior como refugio tanto como algunos paradigmas “decrecionistas” ingenuos. En lugar de negar la tecnología, o fascinarse con ella, propone una agencia colectiva planificada más radical.
Volvamos al comienzo. 02022: nótese que la postura política del “largo presente” y su reenfoque cronológico no busca revisar la fecha de inicio (la convencional de Occidente, el “año cero”) sino forzar una nueva y ampliada mirada hacia el futuro. Cada comienzo es, pues, un buen momento para pensar.