Entre la corrupción, la anarquía y las calzas negras
Es probable que, por estas horas, Cristina Kirchner prefiera que la gente hable de sus calzas negras y de su exitosa dieta para adelgazar que de otras cuestiones más espinosas, como la anárquica campaña del Frente para la Victoria en la provincia de Buenos Aires o el impacto que puertas adentro de su gobierno causó el procesamiento de Guillermo Moreno.
Los peores enemigos del controvertido secretario de Comercio, paradójicamente, estarían en el propio gobierno nacional . Su procesamiento por el juez Claudio Bonadio, por su presunto abuso de poder al imponerle una multa de 500 mil pesos a una empresa consultora que medía el costo de vida con parámetros diferentes de los aplicados por el Indec provocó una curiosa satisfacción entre algunos funcionarios, que expiró con la orden presidencial de salir a apoyar a Moreno.
Las desinteligencias dentro de la suerte de Armada Brancaleone que han conformado Hernán Lorenzino, Axel Kicillof, Ricardo Echegaray, Mercedes Marcó del Pont y el propio Moreno se hicieron evidentes desde que anunciaron el proyecto de exteriorización de moneda extranjera que hoy naufraga sin rumbo. El blanqueo, con el cual el oficialismo esperaba incorporar entre 2000 y 4000 millones de dólares, se parece a una más que modesta colecta estudiantil para un viaje de egresados.
Importantes hombres del Gobierno admiten que el ciclo de Moreno está cumplido hace rato y que su gestión está sirviendo para complicar aún más la economía y acrecentar el desgaste político de la Presidenta con sus gestos provocadores y delirantes. Hasta antes de su polémico viaje a Angola, en mayo del año pasado, Moreno era un personaje bien conocido por los empresarios y la prensa, pero no tanto por el gran público. Desde esa gira y, tras algunas grotescas actitudes repetidas en el programa de Jorge Lanata, su imagen quedó instalada en la opinión pública. A tal punto que, en determinadas ocasiones, Cristina Kirchner le pidió que bajara su perfil y se cuidara de las cámaras. Jamás la jefa del Estado lo hizo con mucho convencimiento. Es que Moreno le servía para mostrar la supuesta capacidad de su gobierno para disciplinar al empresariado.
Los recelos de hombres de la política oficialista con el secretario de Comercio crecieron luego de que se conociera el episodio vinculado con los 35 millones de pesos para los inundados de La Plata, recaudados por la Confederación General Económica (CGE) con la ayuda de Moreno, que dormían en una cuenta del Banco Nación, pese a haber sido aportados unos cinco meses atrás por empresarios. Las explicaciones de que esos fondos iban a ser usados para brindar soluciones habitacionales a los damnificados luego de los comicios, para evitar el clientelismo electoral, sólo pueden provocar carcajadas de indignación en quienes conocen los aparatos del peronismo. Allegados al intendente de La Plata, Pablo Bruera, aseguran que a no pocos empresarios que aportaron dinero les habían informado errónea o maliciosamente en la Secretaría de Comercio que podrían deducir ese aporte del pago de la tasa de higiene y seguridad local, lo cual no era cierto. "Cuando Néstor gobernaba, la corrupción parecía estar mucho más institucionalizada. Había una creencia de que quien robaba lo hacía para la corona. Ahora, eso parece haber cambiado. Cada uno roba para alimentar su bolsillo." La frase confidencial de un hombre de negocios desnuda una situación anárquica en la estructura de mandos del cristinismo y una señal de fin de ciclo.
Puede servir como ejemplo el reciente escándalo asociado con la estafa a jubilados de cuyos haberes se descontaban consumos tales como compras de electrodomésticos con tarjetas Argenta de la Anses que ellos ni siquiera habían solicitado. La Justicia investiga si hay cómplices dentro del organismo previsional, que se ha constituido en querellante.
La desarticulación del poder kirchnerista se advierte también de cara al 27 de octubre. Su anárquica campaña permite trazar un símil con esos típicos partidos de fútbol donde un equipo que va perdiendo 2 a 0 se lanza desesperadamente al ataque cuando faltan diez minutos para el final, en busca de acortar la diferencia. Reina el desorden, cada jugador hace lo que puede o lo que le parece, y el capitán del equipo brilla por su ausencia. El equipo que está ganando, en cambio, se dedica a esperar a su rival y, por lo general, termina capitalizando los errores de su adversario y aumentando su ventaja con punzantes contragolpes.
Casi no hace falta aclarar que, por lo que se deduce de las últimas encuestas, el equipo triunfador es el liderado por Sergio Massa y el derrotado es el formado por Daniel Scioli, Martín Insaurralde y los kirchneristas, mientras Cristina Kirchner se come las uñas desde atrás del alambrado de la cancha, tras su estudiado retiro del fangoso campo de juego que la vio caer durante el anterior partido, disputado el 11 de agosto.
No debería sorprender que anteayer, en Ezeiza, la Presidenta acompañara en un acto a Scioli, a Insaurralde y al flamante ministro de Seguridad bonaerense, Alejandro Granados, y no pronunciara una sola frase sobre el problema de la inseguridad, por lejos el que más preocupa a la población. A oídos de la primera mandataria han llegado consejos según las cuales hablar de inseguridad es "hacerle el juego a la derecha conservadora".
El perfil de la campaña fue debatido el lunes pasado, en San Telmo, entre el primer candidato a diputado e intendente de Lomas de Zamora y varios de los postulantes que lo acompañan en la lista, como Carlos Kunkel y Diana Conti. Allí buscaron limar asperezas tras los supuestos pecados de Insaurralde de apoyar una baja de la edad de imputabilidad y animarse a hablar de la inflación. El dirigente de Lomas pidió que le dejaran mostrar una identidad propia, lo cual no fue objetado, pero se le indicó que dentro del Frente para la Victoria habrá libertad de expresión dentro del libreto que fija Cristina, porque –como expresó Diana Conti– "ella es la que conduce". Muchos piensan que Insaurralde, concluida la elección, se quedará en la intendencia y no asumirá como diputado.
Para distintos analistas de opinión pública, el 35 por ciento obtenido por el Frente Renovador en las primarias abiertas (PASO) es un piso para el massismo, en tanto que el 29,6% logrado por el Frente para la Victoria es un techo para el kirchnerismo. Todos los sondeos disponibles presagian una ampliación de la diferencia favorable a Massa, que podría extenderse hasta los diez puntos. Cualquier gesto que dé cuenta de que el oficialismo se resiste a leer correctamente el mensaje de las urnas registrado en agosto, incluida la demanda por seguridad, podría resultarle catastrófico.
Los problemas para decidir la estrategia de campaña en el kirchnerismo provocaron la salida del publicista Martín Mercado, quien sería reemplazado por el productor comercial Javier Mir, según informó Fernando Braga Menéndez, un publicista siempre escuchado en el kirchnerismo. A oídos de la Presidenta habrían llegado críticas a la planificación de la publicidad electoral y de la gestión gubernamental, concentrada en la TV pública y en los medios oficialistas. "Lo recomendable sería aprovechar la fuerza ajena, como en el yudo, y pautar en los programas de mayor rating, aunque pertenezcan a la corpo", sostuvo un asesor del Gobierno. Alguna vez el propio Néstor Kirchner le dijo al filósofo José Pablo Feinmann: "No me vengas con la militancia tipo Jotapé. Con treinta minutos en horario central de un canal de televisión consigo más que con diez mil militantes haciendo laburo territorial". Cristina Kirchner lo estaría pensando. Se debate entre el pragmatismo y morir con las botas puestas.