Enigmas de la música en la obra de Philip Glass
Palabras sin música se titulan las memorias de Philip Glass. Autorretrato que da cuenta de "la fertilidad de los contagios" reconocible en la obra de este padre del minimalismo, cuyo reconocimiento internacional, reducido en principio a las fronteras de la música contemporánea, se acrecentó con las bandas sonoras que escribió para el cine (Koyaanisqatsi). Hijo del dueño de una disquería y de una bibliotecaria, discípulo de Nadia Boulanger y Ravi Shankar, Glass vivió en Chicago (estudió matemáticas y filosofía) y allí se topó con la música de jazz. Un posterior viaje a la India lo puso en contacto con la tradición musical de ese país. Él mismo se encargó de señalar que sus obras (óperas, música de ballet, ciclos de canciones) no son una mera repetición, sino un ejercicio de infinitas variaciones.
Palabras sin música, editado por Malpaso, es una sucesión de recuerdos por los que desfilan grandes artistas del siglo pasado. Pero, sobre todo, es una indagación de los misterios de la creación, es decir, una prolongación de las sugerentes y por momentos enigmáticas obras de Glass.