Enfoque actual de las enfermedades mentales
Es necesario depurar de estigmas y prejuicios la comprensión de quienes padecen trastornos que a menudo son objeto de penosas explicaciones
A través del tiempo, las enfermedades han pasado por diversos caminos de estudio y tratamiento, pero acaso ninguno de los males que asedian al ser humano haya sido objeto de tan penosas explicaciones como los trastornos mentales, que, aún hoy, persisten en el ambiente social sin haberse depurado del todo de los prejuicios que velaron su conocimiento fundado.
Así, en un tiempo de contenido cultural tan particular como fue la Edad Media, prevalecían las creencias que vinculaban la enfermedad mental con culpas y posesiones demoníacas que se buscaban combatir con hierro candente. Desde el siglo XVIII se fue produciendo una evolución y el ser humano afectado mentalmente empezó a ser atendido como una persona que sufría. Del mismo modo que se tardó en recurrir a una metodología científica de investigación, se demoró en usar un lenguaje apropiado para aludir a las enfermedades mentales como la neurosis o la psicosis. De ahí que subsistiera el uso de términos que relacionaban los estados anormales con cuestiones morales o religiosas, como pecados cometidos.
Los obstáculos prejuiciosos demoraron la aparición y el empleo de métodos adecuados para tratar las enfermedades mentales hasta la Edad Contemporánea. Una información reciente dice que "la carga de una enfermedad es una medida que permite establecer un costo humano, en términos de discapacidad y mortalidad de las distintas enfermedades, a fin de establecer comparaciones". Ese concepto ha sido elaborado por el argentino Daniel Vigo, que cursa estudios avanzados de Medicina en la Escuela de Salud Pública de Harvard, esfuerzo que comparte con Graham Thorncroft, del King's College de Londres, y con Rifat Atun, del Departamento de Salud de Harvard. Los tres nombrados sostienen que son los problemas mentales los que originan la tercera parte de la discapacidad global y la cifra de pacientes mentales es igual a la discapacidad y la mortalidad sumadas que provocan las cardiopatías y el ACV.
Agregan los tres profesionales nombrados que cinco enfermedades mentales figuran entre las primeras veinte causas de males y de años transcurridos con discapacidad por los pacientes: depresión mayor, ansiedad, esquizofrenia, distimia depresiva persistente y desorden bipolar.
De acuerdo con el doctor Vigo, si se volvieran a estimar los costos directos e indirectos que provocan los problemas mentales en nuestro país, significarían una pérdida de 17.000 millones de dólares. Como ha observado otro médico, Marcelo Cetkovich, de la Fundación Favaloro, los cálculos de costos erróneos, que se concretan en bajos presupuestos, son fruto de la existencia de actitudes discriminatorias vigentes con relación al enfermo mental, que también encuentra a menudo incomprensión de parte de la familia y de los grupos sociales y laborales.
En suma, es mucho lo que se ha avanzado en el siglo XX en cuanto al conocimiento y las formas de tratamiento de las enfermedades mentales. Es positivo también el trabajo realizado por Vigo, Thorncroft y Atun, que pone objetivamente en claro cuestiones de valor para el paciente. Pero es menester seguir depurando de estigmas la comprensión del paciente mental en la vida de relación.