Encuestas que meten miedo
En los últimos días, han tomado estado público encuestas que muestran a Mauricio Macri en clara desventaja frente a Cristina Kirchner ante un hipotético ballottage por la presidencia de la Nación. Pero el dato más llamativo no es ese, sino el hecho de que, por primera vez, esas radiografías electorales corresponden a sondeos relevados por algunas de las empresas consultoras que habitualmente trabajan para el propio gobierno nacional.
Distintos medios de comunicación dieron cuenta de un reciente estudio de opinión pública de la consultora Isonomía, según el cual Cristina Kirchner tendría una intención de voto del 45% contra el 36% de Macri en una eventual segunda vuelta.
Hay funcionarios de la Casa Rosada que, también por primera vez, admiten en estos días que el actual jefe del Estado podría perder. Hasta entre quienes siempre aparecieron como los más optimistas dentro del Gobierno reina hoy un realismo que se puede confundir con pesimismo.
Lo curioso de todo esto es que a nadie en el Gobierno parece preocuparle demasiado la difusión de esta clase de sondeos de opinión pública adversos, más allá del negativo efecto que un potencial triunfo de Cristina Kirchner ya ha tenido sobre el mercado bursátil y, en particular, en el riesgo país , que ha superado los 850 puntos.
Más aún, no faltan observadores para quienes esta actitud de ciertos funcionarios podría ser parte de la estrategia polarizadora del Gobierno para avanzar hacia un escenario de ballottage entre Macri y Cristina.
Al tiempo que empezaron a conocerse encuestas desfavorables al Presidente y favorables a su antecesora, el Gobierno, con el jefe de Gabinete, Marcos Peña , a la cabeza, reanudó en los últimos días los encuentros con empresarios y otros representantes del llamado círculo rojo. El más importante fue el que ayer reunió a Macri con representantes de las empresas que adhirieron al plan de Precios Esenciales.
El objetivo de todos esos encuentros es llevar a la dirigencia empresarial, primero, y al resto de la sociedad, más tarde, a tomar conciencia de que en octubre solo habrá dos alternativas: profundizar los cambios que imperfectamente se intentaron llevar a cabo durante la gestión macrista o retornar al pasado kirchnerista, con crecientes dosis de populismo y autoritarismo que podrían convertir a la Argentina en una nueva Venezuela.
Si esa creencia prendiera en el electorado, a partir de una campaña que agite el miedo al pasado, según los fríos cálculos -no exentos de riesgos- que hacen algunos hombres del Presidente, la reelección estaría más cerca. Más por defectos ajenos que por virtudes propias. De alguna forma es lo que se encargó de transmitirles ayer el mismo Macri a los empresarios que lo visitaron, cuando pronosticó que se impondría en un ballottage por 52 puntos contra 48 de Cristina Kirchner.
El problema que hoy enfrenta el primer mandatario radica en que el contraste de su gestión con la de su antecesora en el cargo ya no le reporta los mismos beneficios que hasta las elecciones legislativas de 2017. Algunas encuestas , por caso, indican que el techo electoral de Cristina Kirchner es levemente más alto que el de Macri y que la imagen negativa del actual presidente es algo mayor que la de su principal contrincante.
Este dato implica un riesgo que hasta no hace mucho no se percibía y que obliga al Gobierno a generar mejores resultados en materia económica. La gran pregunta es si le alcanzará el tiempo hasta que los argentinos concurran a las urnas.