En Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro tortura sistemáticamente
Un informe reciente de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos -cargo ejercido hoy por la expresidenta de Chile Michelle Bachelet- apuntó, de una manera absolutamente demoledora, contra el cuestionado gobierno comunista "cívico-militar" de Nicolás Maduro, en la devastada Venezuela.
Salvo el conocido caso de Cuba, que hoy manipula a Venezuela para vivir colgada de sus recursos, no hay en nuestra región gobierno dictatorial alguno, con la segunda excepción del de Venezuela, que recurre sistemáticamente al miedo para someter a su pueblo.
En el mencionado informe, las Naciones Unidas apelan con mucha firmeza al gobierno de Venezuela para que "cese en sus graves violaciones de los derechos económicos, sociales, civiles, políticos y culturales de su pueblo" y deje de disimular sus numerosos asesinatos, disfrazándolos de actos que fueron consecuencia de "reacciones de resistencia a la autoridad". Palabras que son expresión de una preocupación profunda e inocultable ante una enorme gravedad.
Agrega que en Venezuela se somete a los detenidos a distintas formas de tortura, tratos crueles o degradantes o a castigos en los que se utiliza la picana eléctrica, métodos de sofocación, palizas, bolsas plásticas, violencia sexual, denegación de bebidas o comidas y temperaturas extremas. Frente a lo cual, resulta ciertamente imposible permanecer en silencio.
Un joven oficial de la Armada de Venezuela, el Capitán de Corbeta Rafael Acosta, de 47 años, murió heroicamente como consecuencia de las tremendas torturas que se le infligieron, que incluyeron palizas y picana eléctrica. Un mártir más, que ha quedado valientemente en el camino.
El gobierno sepultó vertiginosamente sus restos, sin autorización ni consentimiento de su propia esposa para tratar de evitar que sirva como prueba o testimonio de la inhumana enormidad ocurrida. Y acusó específicamente a dos miembros de sus fuerzas armadas de lo sucedido, en procura de "lavarse (cínicamente) las manos".
Las fechorías y los crímenes abominables de los que es directamente responsable Nicolás Maduro han traspasado todos los límites imaginables. Seguramente, él y la cúpula de oficiales militares que aún lo sostienen en el poder deberán enfrentar a la justicia penal internacional, tarde o temprano.
Una denuncia multinacional ha sido ya presentada. Ello puede resultar un camino de tránsito inevitable, que manchará -aún más y para siempre- el uniforme y los galones de los militares venezolanos que mantienen a Nicolás Maduro en el poder, para beneficio propio.
Venezuela está -es obvio- transitando un calvario.
Por esto, es oportuno el nuevo llamado del episcopado venezolano que exhorta a todos a resolver la crisis a través de elecciones presidenciales libres, "en el menor tiempo posible", para reemplazar al gobierno de Maduro, al que, con razón y coraje, consideran "ilegítimo y fallido".
Mientras tanto, las partes del conflicto venezolano dialogan, con el auspicio y cooperación de la infatigable Noruega, en Barbados, en busca de diseñar un camino que pueda poner fin a la inmensa tragedia venezolana.