En tiempos volátiles, la solidez de un templo letrado
Biblioteca pública de Nueva York: el mes pasado se inició la reapertura de sus distintos servicios
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A comienzos de este mes, el escritor Jorge Carrión contraponía en Twitter ciertos usos y herramientas culturales del siglo XX con los del sigloEn tiempos volátiles, la solidez de un templo letrado XXI: teléfono/WhatsApp, radio/podcast, videoclub/plataforma, carta/Email. La lista cerraba con una inesperada continuidad: libro/libro.
Efectivamente y contra la avalancha agorera que se cansó de pronosticar su final, el libro –papel sobre papel, imágenes, tipografía, textura, olor– mantiene vigencia, orgullosamente analógico, de momento irreemplazable.
Por eso la reapertura de la Biblioteca Pública de Nueva York fue para muchos neoyorquinos el anuncio de que lo peor de la pandemia iba quedando atrás.
Aunque su origen data del siglo XIX, la inauguración del magnífico edificio Beaux-Arts que la hizo célebre tuvo lugar el 23 de mayo de 1911. El edificio Stephen A. Schwarzman: una estructura señorial, dos leones de piedra apostados en la entrada, la sala de lectura que en su momento fue la más grande del mundo, pródiga en estanterías, mesas de roble, luminarias de porte clásico.
Basta mirar la imagen que se despliega aquí para imaginar el silencio bienhechor, esa particular ceremonia de la lectura individual realizada en un espacio colectivo. Cualquiera que lo haya hecho, en Nueva York o en Buenos Aires, en las grandes bibliotecas o en una modesta sala escolar, conoce el placer de la experiencia. Como si toda una época se concentrara en el credo de la palabra escrita y la necesaria solidez de sus templos.
En 2004 se estrenó una película, El día después de mañana, que quizás no sea más que otra expresión del morbo apocalíptico. Pero hay algo allí: cuando la furia del cambio climático se traduce en inundaciones y temperaturas gélidas que arrasan Nueva York, uno de los personajes encuentra refugio tras los muros de la Biblioteca Pública. No son solo los libros: es la obstinación de una época que creía en el legado lo que lo termina salvando.