En las alturas
Lo sabemos: la vida pende de un hilo. Sucede a veces que sentimos el vértigo -el miedo y la fascinación- de movernos sin red, solos ante el vacío o la nada. Esa idea, como hace muchos años nos enseñó Sartre, tiene una resonancia existencial. Pero existe otra idea a su lado, más sencilla e inmediata, ajena a los interrogantes que el hombre viene haciéndose desde los tiempos de la caverna de Platón y que seguirá haciéndose, fatalmente, mientras esté sobre la Tierra: es ese sentimiento de ahogo puramente físico que Hitchcock retrató como nadie en Vértigo. Las cosas, sin embargo, son a veces más sencillas, como acaso ocurra con este muchacho que se ha aventurado en la práctica del canopy en pleno Rock in Rio. Lo que no sabemos es si el viaje a esas alturas le ha permitido sentirse el dueño del mundo mientras disfrutó de un espectáculo sobrecogedor (la multitud frente a un escenario) o si se ha sumido, tan pequeño sobre el abismo, en un inquietante dilema existencial.