En la sala del tiempo sin tiempo
Mercedes Méndez es enfermera, trabaja desde hace dos décadas en el Hospital Garrahan y, desde hace once años, en un lugar inquietante: el área de Cuidados Paliativos en Oncología Pediátrica. Es una de las encargadas de hacer más llevaderos los últimos días de los chicos y chicas que recalan allí. “Mechi”, como le dicen sus minipacientes, despliega para eso música, masajes, lecturas, reiki, charlas y cuanta cosa pueda hacer más acogedor este tiempo sin tiempo y sin expectativas. Todo ese arsenal de recursos se denomina Terapias No Farmacológicas o TNF. Y si lo sabemos es porque, al menos una vez al año, Mechi abre las puertas de su mundo secreto y deja que quien quiera se acerque a conocer lo que hace. Dos años atrás, en una de estas muestras, el sonido de un arroyo, luces suaves y un perfume oriental recibían a los contados visitantes, que en las paredes se encontraban con frases de Elisabeth Kübler-Ross, decenas de mariposas de papel dibujadas por una sobrina de Meche (el símbolo del renacimiento para Kübler-Ross) y un montón de imágenes de los chicos a los que Mechi recibe.
La mayoría de las nenas le pidieron que decorara sus uñas con esmalte. Azul, verde, rosado. Algunas, en el colmo de la coquetería, pidieron un aplique de estrellitas. “No sabés lo que son. ¡Tremendas! Si es por ellas, hasta un piercing se hacen”, cuenta. “Acompañar a un niño en la etapa final de su vida suele ser una experiencia dolorosa pero muy enriquecedora. Cada chico es un mundo y cada uno, a su modo, con su vivencia, su afecto, su transparencia, su sabiduría, la que traen y la que adquieren al transitar la enfermedad, suelen ser grandes maestros. Algunos nos regalan su eterna sonrisa a pesar de todo. Otros nos enseñan el valor del momento presente y de las pequeñas cosas." Muchos le escriben a Mechi frases. Por ejemplo, “Dormir no es descansar”. O: “Se puede leer mucho, pero no saber escuchar”. O una todavía mejor: “Es preferible vivir poco haciendo el bien que vivir mucho tiempo siendo una mala persona”.
Entonces, Mercedes escucha la pregunta inevitable:
–¿Cómo podés hacer esto? A mi me mataría…
–Por eso vos sos periodista. Y yo, enfermera.
Eso es Mechi: sentido práctico en estado puro. Nada de lagrimita fácil, nada de autocompasión. Una expendedora de sentido común, justo en el lugar donde más se la necesita. Y aquí se la necesita especialmente, porque lo primero que se lleva la muerte son las palabras. Y las palabras de Mechi son como su trabajo: serias y profundas.
Alguna vez le llamó la atención la cantidad de niños que llegaban hasta ella con un diagnóstico terrible. Se puso a investigar y a charlar con las familias. Y verificó que muchos venían de zonas rurales sistemáticamente sometidas a fumigaciones con agroquímicos.
Se interesó, viajó, estudió qué clase de efecto tienen algunas de estas sustancias en un cuerpo en desarrollo. “A medida que fui informándome de los riesgos que corremos todos, pero en especial los niños, con este tipo de agresión tóxica, no dudé en que algo debía hacer para concientizar al respecto. Entiendo que la salud y la vida de un niño no tienen precio y no pueden ponerse en riesgo a cambio de rentabilidad alguna”, dice.
Desde entonces, reparte su tiempo entre su trabajo y la denuncia de esta situación. Pagando de su bolsillo, viaja, filma y muestra cómo algunos de esos chicos y chicas que recibe en Buenos Aires vivieron por años expuestos al veneno de agroquímicos aplicados inescrupulosamente. Organiza charlas a cargo de médicos, médicas e investigadores que viven y ejercen en los pueblos fumigados de donde proceden algunos de sus pacientes. Esos que alguna vez le dijeron al oído frases como las que se leían en las paredes de su sala.
–Qué vida de mierda, Mechi (J, en medio de uno de sus ataques de dolor.)
–Me decían que era maña y era cáncer, al final (B).
De los chicos (del recuerdo de esos chicos cuyos nombres y familias conoce) saca la fuerza para seguir adelante en su tarea, entre mariposas de papel, música y charlas, en ese tiempo tan valioso que ella habita junto a aquellos que cuida.