En la mente de Putin
La invasión a Ucrania nos demuestra que en la mente de Putin ese es solo un paso intermedio para lograr dos objetivos. Uno “nacional”, la reconstrucción de la “Gran Rusia” (el “Russkiy Mir” referido por algunos). Un “Mundo Ruso” de contorno territorial difícil de definir en la medida que está sujeto a la voluntad de expansión abrevada en un pensamiento histórico o de tipo coyuntural. También como nación capaz de modificar sus fronteras en función de expectativas y ambición. El segundo objetivo de Putin es “personal”, esto es, reconocerse a sí mismo en el espejo de los grandes restauradores (o quizás también conquistadores), en la medida que se siente capaz de devolver a los compatriotas el espíritu de una gran nación. Ello, sin olvidar que en Putin nos encontramos frente a un perfil acostumbrado a la especulación estratégica y a la toma de decisión al mejor estilo de la “realpolitik”.
Para justificar esos objetivos, una mente así necesita fundamentos y preparación. En el primer caso, pueden reconocerse argumentos históricos que nunca están ausentes en una narrativa basada en objetivos de poder nacional. Más aún, cuando se trata demostrar quién puede más, si el nacionalismo eslavo ruso o el nacionalismo eslavo ucraniano de raíz común. En segundo lugar, razones de política internacional, porque la Tetracracia (gobernanza de los cuatro más poderosos) que asegura el equilibrio de poder y orden internacional, tiene en Rusia un actor que necesita demostrar que sigue siendo potencia mundial. En tercer lugar, una cuestión geopolítica vinculada al Lebensraum o teoría del “espacio vital”. Esto así, en la medida que expandirse asegura el control de territorios que cumplan con la función de “tapones” frente a eventuales amenazas provenientes desde el exterior. También los mares forman parte de él. Es así como se explica en esta guerra, la ferocidad por el control de ciudades costeras como Mariupol. Es que el dominio sobre el Mar de Azov, el Mar Negro con proyección al Mar Mediterráneo, aseguran una línea de continuidad, para constituir un “mare nostrum” ampliado, que es de vital importancia dominar.
Para la segunda pregunta, esto es, si Putin venía “preparándose”, pudieron observarse acciones internas y de política exterior. En el primer caso, se pudo ver en Putin distinto tipo de acciones, como la enmienda constitucional que le posibilitaría continuidad en el cargo (dos períodos más), e impunidad. En este último caso, una modificación que le permitiera quedar fuera de cualquier acción judicial contra él o su familia ya fuese dentro o fuera del poder. Pero también la “preparación” conoció acciones de política exterior. Por si acaso, la anexión de la península de Crimea asegurándose el control de Sebastopol con el acceso directo al Mar Negro; la intervención desestabilizadora para lograr la autonomía de Transnistria en Moldavia, u Osetia del Sur y Abjasia en Georgia. Pero también, la reciente creación de las Repúblicas Populares del Donetsk y Lugansk, arrebatadas a Ucrania. Es que la estrategia fue siempre la misma: desestabilizar para luego actuar. Esto es, aplicando la Doctrina Gerarasimov (su actual Jefe de Estado Mayor de las FF.AA.), conocido por diseñar y luego poner en práctica las llamadas “guerras híbridas” que tanta injerencia vienen teniendo a nivel mundial.
Razones geopolíticas, geoestratégicas, geoeconómicas y de competencia internacional, no faltan en el weltanschauung o cosmovisión del mundo concebida por Putin. Tampoco su decisión de actuar. De allí que no sorprende su intervención militar, porque en su cálculo estratégico sabe que dominar a Europa a través de la provisión de gas, petróleo o carbón, y ser potencia militar nuclear de primer orden, le permite jugar una carta de posible ganador. Sistema internacional de “chantaje nuclear” la definiría un intelectual alguna vez, asegurándose así que, frente a semejante poder de disuasión, el enemigo occidental en casos como el de Ucrania, se vería inhabilitado para responder con contrataque similar.
¿Si la negociación de los 15 puntos entre Rusia y Ucrania podría resultar? No está claro que pueda ser así, si se tiene en cuenta que, en la mente de Putin, la invasión a Ucrania habrá de ser sólo un peldaño en la escalera de ascenso de la expansión territorial. Es que nunca, para el vigente método soviético de la resolución de conflictos, ejercer la retirada es la mejor opción. Lo que sí queda claro es que, en cualquier estrategia negociadora hay una táctica que Putin sabe bien cómo utilizar: el de la “dilación”. Esto es, simular un impasse con vistas a lograr un acuerdo, pero que es sólo un artilugio con vistas a darse tiempo para la propia misión: la de expandirse a costa de los demás. Es que, en estrategia, quien detenta poder real (el de potencia nuclear) nunca la negociación podrá resultar la mejor opción, salvo que las circunstancias lo ubiquen en situación de desventaja relativa, porque recién ahí se podrá pensar en arriesgarse a ceder.
Profesora de Análisis Político Internacional, MBA Universidad Blas Pascal