En la lucha contra Estado Islámico, los kurdos son la clave
Más que los ataques aéreos de EE,UU y sus aliados, la resistencia efectiva al avance de Estado Islámico la están logrando las milicias de Kurdistán
En los ataques aéreos de Estados Unidos, algunos de sus aliados europeos, así como, concretamente, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos, contra las posiciones de Estado Islámico (EI) reciben casi toda la atención de los medios de comunicación.
Esa gran ventaja táctica de un conjunto de Estados que podríamos con mucho cuidado llamar una intención de coalición anti-EI no se aprovecha en el terreno porque a Washington aún le falta la decisión política de terminar con la existencia del autoproclamado "califato". A falta de un plan de paz y estabilización regional acordado entre todos los actores se impone la lógica de una dinámica bélica de balance de poder y contención mutua que, sin embargo, no puede excluir el riesgo desastroso de una escalada imposible de controlar.
La única fuerza capaz de romper esta indeterminación en el terreno, resuelta y capaz a vencer a EI son los kurdos. De hecho, y sin desmerecer la importancia de los bombardeos aéreos en golpear a los islamistas de Abu Bakr al-Baghdadi, la verdadera contención a la expansión de esta verdadera plaga ha sido la resistencia heroica de la ciudad de Kobani, en Kurdistán sirio, el año pasado. La ciudad en la frontera con Turquía, bajo el control de las Unidades para la Protección del Pueblo, la milicia vinculada al Partido de la Unidad Democrática, refugio para aquellos cristianos y alauitas de Alepo que huyeron de la persecución de los islamistas, había adquirido un valor estratégico para EI: su caída significaría asegurar el flujo de combatientes y de armas desde Turquía, una logística ya facilitada por el gobierno de Erdogan, que tanto valora a los islamistas de todos los colores para sus aspiraciones neootomanas.
En el caso de Kobani, la reluctancia de Turquía de impedir la ofensiva islamista tenía un valor agregado; la victoria kurda, la consolidación de su control en sus tierras ancestrales desde el norte de Siria hasta Irak reaviva el fantasma del Tratado de Sèvres de 1920, que Mustafa Kemal combatió para luego fundar en las ruinas del Imperio Otomano una nueva república.
Ese tratado, patrocinado por el presidente Woodrow Wilson, enterrado por las potencias coloniales, pero no muerto, devolvía a los armenios sus tierras ancestrales vaciadas por el genocidio, y creaba Kurdistán.
Luego de pactar circunstancialmente con los bolcheviques y resolver la cuestión armenia, Mustafa Kemal se dedicó a aplastar la rebelión kurda de 1925, a masacrarlos y a terminar el proyecto de limpieza étnica negándoles hasta su derecho de identidad o la enseñanza de su idioma. Los kurdos deberían reconocerse como "turcos de montañas" y "orgulloso de serlo"?
El partido de Erdogan, claro, les concedió algo de sus derechos en su afán de combatir al establishment kemalista, pero secretamente esperaba que los kurdos adhirieran a una lealtad dictada por la primacía de su identidad islámica. No fue el caso; los kurdos primaron su identidad étnica en Turquía desafiando todas las maniobras de Ankara. Más aún, el involucramiento de Turquía en Siria y más específicamente en el apoyo que silenciosamente proporcionó a los islamistas en su ofensiva contra Kobani, reveló la naturaleza antikurda del gobierno de Erdogan.
Hacia fines de diciembre de 2014, y luego de casi cien días de resistencia, Kobani no sólo detuvo el avance de los islamistas, sino que también aseguró que era una fortaleza firme, casi la batalla decisiva para revertir la onda expansiva del islamismo.
En efecto, aunque la historia épica de esta resistencia no se haya escrito todavía, ni se les haya dado a los peshmergas (combatientes kurdos) su debido honor en Kobani, y ante el casi desmantelamiento de las fuerzas iraquíes casi sectarizadas por las políticas equivocadas del ex primer ministro Nuri al-Maliki, son las fuerzas kurdas desde Erbil, capital del Kurdistán iraquí, las que día tras día registran éxitos en los combates y obligan a retroceder a EI. En enero, los kurdos lograron liberar y asegurar el control a la ruta internacional que vincula Mosul con la frontera siria.
¿Les tocará también la tarea de la puja final hacia la derrota de EI?
La respuesta, por supuesto, depende más de las decisiones que se tomarán en otras capitales.
De todas maneras, en términos políticos la victoria para los kurdos se define en el reconocimiento jurídico de Kurdistán, un Estado territorial que existe de hecho y que es una necesidad estratégica en el Levante. Falta darle un sentido de justicia histórica no sólo en términos de reconocimiento, sino también de factor de intermediación, y hasta moderación, que Erbil podría ser para determinar el destino de los kurdos en Siria, en Turquía y en Irán.