En la Francia postelectoral, la imaginación al poder
Un Poder Legislativo vacante y un bloqueo institucional apremian a la V República. Las elecciones legislativas realizadas el 7 de julio en Francia dieron un inesperado resultado. El Nuevo Frente Popular (NFP, alianza de izquierda) obtuvo 193 bancas, Juntos (Ensemble, el partido del gobierno) 166, Reunión Nacional (RN, de Marine Le Pen, antes Frente Nacional) 142 y Los Republicanos (derecha) 40. No obstante, el número de votantes difiere del resultado de las bancas: el RN obtuvo 10.110.000, el NFP obtuvo 7.040.198, Juntos 6.692.358 y Los Republicanos 1.474.722. Fue una anomalía: el sistema electoral mayoritario a dos turnos, que busca provocar “mayorías”, hizo emerger tres grandes bloques; el peso de la mayoría de los votos está disimulado por la constitución del “frente republicano” y la primera minoría (NFP) no puede formar gobierno.
No es la primera vez que la Asamblea no tiene mayoría absoluta; nunca, como ahora, el número de diputados de la primera minoría (NFP y 182 diputados) estuvo tan lejos de los 289 necesarios para gobernar.
Tradicionalmente, el presidente nombra primer ministro al representante de la primera minoría, en este caso, el NFP. Sin embargo, la danza de nombres prima en el NFP. Aun superado ese obstáculo, el NFP solo podría gobernar por decreto y aumentar el salario mínimo o imponer el control de precios; pero legislar requiere la mayoría. Anular la ley de jubilaciones, por ejemplo, que también forma parte del programa de RN, reuniendo a la extrema izquierda con la extrema derecha, no parece factible. Por las dudas, Los Republicanos y el RN adelantaron que votarán una moción de censura no bien asuma el gobierno del NFP. Lo mismo ocurría con cualquier otro bloque. Así, los bloqueos cruzados podrían conducir a mociones de censura sucesivas hasta que, en junio próximo, se pudiera disolver la Asamblea nuevamente. Esta inimaginable coyuntura reclama un desenlace imaginativo que aún es una incógnita.
Pero la carta que Macron difundió el 10 de julio fijando su posición revela otra contrariedad. Allí afirma que, si bien el RN obtuvo 10.110.000 de votos en la primera vuelta, en la segunda, obtuvo menos diputados que el NFP y Juntos. Conclusión: ningún grupo ganó; ninguno puede formar gobierno. Por eso, convoca a los grupos políticos que “se reconocen en las instituciones republicanas, el Estado de Derecho, el parlamentarismo, una orientación europea y la defensa de la independencia francesa” a que se comprometan para construir una mayoría sólida. Al rechazar los “extremos” (el NFP y el RN), anuncia que solo elegirá a alguien surgido de la reunión del centroderecha hasta el centroizquierda. No obstante, Los Republicanos ya se dividieron y algunos han engrosado el RN; los socialistas no se deciden a abandonar el NFP, aun cuando hayan formado una alianza “defensiva” solo para evitar el triunfo de RN, y los centristas dudan mientras se multiplican los candidatos. Sin adhesiones, la anhelada alianza se desmorona. Su última declaración revela la “decepción” que invade al presidente: “Deploro el espectáculo desastroso que dio mi propio campo la semana pasada”.
Se comprende su desazón: aun superados los obstáculos, esa alianza debería eludir la oposición de los ciudadanos del NFP, que ya han exigido el respeto de las tradiciones; la de los movimientos sociales, opuestos a la política de Macron; la impugnación de la CGT y de los militantes de cada uno de los partidos perjudicados. Pero al renovar a medias el frente republicano, Macron dejaría fuera al RN, que obtuvo la mayor cantidad de votos, que crece sistemáticamente desde hace varios años y vivificaría una suerte de “desestimiento” democrático que el RN denuncia tanto en términos políticos como identitarios.
La reciente composición de la Asamblea revela la disparidad y la dificultad de construir una mayoría: la presidenta, Yaël Braun-Pivet (macronista) obtuvo 220 votos, sumando a los partidarios de Macron y parte de Los Republicanos, pero seguida por el candidato PCF (207 votos); el llamado “bureau” (quienes tienen la responsabilidad de conducir la Asamblea) se compone de 21 miembros, de los cuales 12 pertenecen al NFP; y 8 comisiones permanentes, de las cuales 6 están en manos del campo presidencial y 2 del NFP; el NR no obtuvo ningún puesto clave; finalmente, se han inscripto 11 grupos políticos, 8 de la oposición y 3 del gobierno.
La crisis política no solo expresa la dificultad de formar gobierno; quizás derive hacia un dilema institucional. La V República se compone de dos componentes principales: el presidente, cuyas atribuciones provienen de la tradición monárquica, y el parlamento, que se nutre de la experiencia de la III y la IV República. A lo largo de los años, se introdujeron modificaciones relevantes: la elección presidencial por sufragio universal directo; la cohabitación; la reducción del mandato presidencial a cinco años, acompañándose por las elecciones legislativas cada cinco años.
Desde la disolución, el centro de gravedad se instaló en el Parlamento. La inédita constitución de la Asamblea en tres grandes bloques, propia de un gobierno parlamentario, pone a prueba la capacidad de formar coaliciones. Podría decirse que el régimen se orienta hacia una parlamentarización.
Pero, por otro lado, Macron parece inscribirse en una comprensión del poder presidencial que hunde sus raíces en la monarquía administrativa, en Napoleón, en De Gaulle. La decisión de disolver la Asamblea, las cartas que fijaron su posición, la iniciativa de reclamar la instauración de una alianza, condicionando a ella el nombramiento del primer ministro, expresan una concepción maximalista del poder presidencial que rehabilita una concepción monárquica.
No bastan, entonces, la vacancia del Poder Legislativo y el bloqueo institucional para comprender la coyuntura: la armonización de la dimensión presidencialista y la parlamentaria, sobre la que se asientan las instituciones de la V República, quizás reclame algún imaginativo compromiso.ß
Profesor-Investigador Asociado Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella