En Israel la oposición, encabezada por Benny Gantz, es invitada a formar gobierno
El domingo pasado el presidente de Israel, Reuven Rivlin, recibió a los líderes de los partidos políticos israelíes, dando así el primer paso al proceso de formación de un nuevo gobierno. Por escaso margen, los legisladores que componen el Parlamento Israelí recomendaron que el primer invitado fuera el líder opositor, Benny Gantz. La diferencia fue tan reducida que sólo 61 de los legisladores, sobre los 120 que conforman la Knesset, recomendaron que se convocara al general retirado Benny Gantz, quien tiene ahora 6 semanas para consolidar una mayoría parlamentaria y formar un gobierno de coalición.
Para Benjamin Netanyahu, asediado por tres procesos judiciales, éste puede ser el comienzo del fin de una larga -e importante- carrera política. Pero también es cierto que nada garantiza necesariamente que Benny Gantz pueda, en efecto, construir la coalición política requerida para encabezar una nueva administración.
En el ascenso de Benny Gantz y caída de Benjamin Netanyahu el endoso de Gantz por parte del ex ministro de defensa Avigdor Lieberman resultó decisivo. Ese endoso supone –recordemos- el apoyo de la extrema derecha nacionalista.
La decisión fue tomada por el presidente de Israel bajo la presión de circunstancias inéditas (esto es de la amenaza del coronavirus, que ha infectado en Israel a algo más de doscientas personas), supuso no demorar la formación de un nuevo gobierno. La alianza de los partidos árabes se inclinó también en favor de Gantz.
Israel ha tomado medidas drásticas y prohibido las reuniones de más de 10 personas y suspendido las actividades en las escuelas, así como las reuniones en hoteles, bares, restaurantes, teatros, cines y centros comerciales.
De esta manera Israel comienza a salir de una larga parálisis política generada por tres extremadamente reñidas elecciones seguidas, la última de las cuales tuvo lugar el 2 de marzo pasado.
Con anterioridad, el presidente de Israel urgió a ambos líderes políticos a que establecieran un sistema para tratar de compartir el poder político. Sin embargo, las conversaciones mantenidas al efecto fracasaron.
La decisión de encargar a Benny Gantz la conformación de un nuevo gobierno permitirá previsiblemente a Israel enfrentar, con todas las facultades y recursos necesarios, la grave crisis sanitaria que todos enfrentamos. Lo cierto es que hoy –sin una administración con plenos poderes- Israel está tan limitada que no podría aprobar su presupuesto nacional.
Mientras todo esto sucedía, Netanyahu había anunciado su intención de utilizar la tecnología de identificación facial que Israel posee para determinar con exactitud los contagios del coronavirus, lo que provocó una polémica.
Benjamin Netanyahu prefería conformar un "gobierno de unidad" por un período de seis meses para que el manejo de la crisis provocada por la epidemia de coronavirus fuera lo más eficiente y firme posible. Pero las cosas siguieron otro camino.
El Partido Azul y Blanco, encabezado por Benny Gantz, tiene ahora la palabra, en la que es su primera oportunidad de acceder al poder.
Benny Gantz accederá al gobierno con una mayoría parlamentaria absoluta, aunque frágil. Pero lo hace en momentos de emergencia que previsiblemente debieran impulsar a dejar de lado las maniobras obstruccionistas de quienes son hoy sus opositores, incluyendo al Partido Likud.
Antes de su caída, Benjamin Netanyahu había suspendido la actividad del Poder Judicial israelí. Para algunos, esto tenía que ver esencialmente con la urgencia de Benjamin Netanyahu de evitar las investigaciones judiciales por presunta corrupción que avanzaban en su contra. Para otros, eso no tuvo peso al tiempo de tomar la decisión. Más allá de toda especulación, la emergencia sanitaria requería interrumpir las actividades del Poder Judicial en las que siempre está necesariamente involucrado un número importante de actores.
Lo cierto es que Israel, como todos los Estados castigados por el coronavirus, necesita hoy poder contar con unidad de mando para asegurar el máximo de eficiencia en la acción de gobierno que la dura y peligrosa emergencia sanitaria requiere. Hasta ahora debe atender unos 250 casos de "coronavirus". Unas 50.000 personas han sido puestas en situación de aislamiento. Los palestinos tienen, por su parte, 39 casos adicionales, en observación.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.