En Galicia, la prensa quedó herida ante el poder del narco
Dilema. Una jueza ordenó el secuestro de todos los ejemplares de un exitoso libro sobre el tráfico de cocaína en esa región de España y abrió la polémica: ¿qué puede hacer hoy el periodismo ante las mafias instaladas?
En la educación informativa del periodista español Nacho Carretero (La Coruña, 1981) hubo algunas noticias que se repitieron hasta el hartazgo: lanchas quemadas en la playa, negociados de cocaína, ajustes de cuentas. En la Galicia de la década de 1990, en la que él creció, ese era el noticiario de cada día. Algunos años después, cuando Carretero se convirtió en uno de los periodistas más celebrados del diario El País, decidió que todas esas cosas que había leído debían ser recuperadas en un libro. "¿Por qué la gente se fascina tanto con Nápoles y Sicilia si, salvando las distancias, aquí también tenemos historias merecedoras de una forma novelesca, sin perder la rigurosidad?", se preguntó. Así fue que escribió Fariña. Historia e indiscreciones del narcotráfico en Galicia, una mirada al tráfico de cocaína ("farlopa", "perico", "merca", "fariña") en España, que se extiende también al otro lado del océano Atlántico y que muestra hasta donde llegó el poder de los capos y cómo sus clanes lograron penetrar las instituciones en tiempos en los que el 80% de la droga que entraba en Europa lo hacía a través de las costas gallegas.
Fariña, publicado en 2015 por la editorial Libros del K.O. (especializada en periodismo), es un éxito: ya va por su décima edición y ha sido adaptado a una serie de televisión que Antena 3 pone el aire en prime time luego de 26 semanas de rodaje y que el canal promociona como "la historia en la que unos humildes pescadores se convirtieron en los grandes señores de la droga en España".
Hasta el presidente Mariano Rajoy lo leyó, luego de recibir un ejemplar de manos de su rival político Pablo Iglesias, el secretario general de Podemos. El asunto fue así: Iglesias conduce un programa de entrevistas e invitó a Carretero; luego, fascinado con el libro, le propuso enviar un ejemplar a Rajoy, un político oriundo de Galicia que, sin embargo, no se manchó las manos con el narcotráfico. Así lo hicieron.
Después, en una carta con membrete oficial de Presidencia, Rajoy le escribió a Carretero: "Muchas gracias por Fariña. Ya lo he leído. Está muy documentado. Me imagino que te habrá llevado su tiempo y es una buena aportación. Ojalá no tengas que escribir sobre eso nunca más. Sería una buena noticia".
Pero, justo cuando Carretero tocaba el cielo con las manos, una jueza de instrucción de Collado Villalba (Madrid), llamada Alejandra Pontana, acaba de ordenar el secuestro de todos los ejemplares del libro. La magistrada hizo lugar a un pedido de José Alfredo Bea Gondar, exalcalde de la ciudad de O Grove, situada en Pontevedra, que aparece mencionado en Fariña brevemente por sus lazos con el narcotráfico gallego y con el Cartel de Cali, y por los procesos judiciales que tuvo que enfrentar hace varios años. En uno de esos procesos, el exalcalde -afiliado al Partido Popular y mencionado también en las memorias del juez Baltasar Garzón- fue condenado y luego, por un error técnico, fue absuelto por el Tribunal Supremo español. En las primeras ediciones de Fariña no se aclaraba su absolución, pero en las cuatro últimas sí.
Hoy Bea Gonda es un hombre redondo, de frondosa barba blanca y anteojos de marco pesado, casi como Papá Noel, sólo que no ha traído ningún regalo sino una demanda por calumnias e injurias y el pedido de una indemnización de 500.000 euros. "Busqué desde el principio la reposición de mi honor, manchado por el autor", dijo en televisión la semana pasada, cuando se le preguntó su opinión acerca del repunte de Fariña luego de la demanda: en algunos días, el libro llegó a vender unos diez ejemplares por minuto en Amazon y agotó (de nuevo) su edición.
Fallo sorpresivo
La medida de la jueza ha sorprendido a todo el ambiente editorial de la península, porque no ocurría algo así desde 2007, cuando le tocó a la revista satírica El Jueves. La querella contra Fariña se había iniciado en 2016 y, avanzado el proceso, el exalcalde solicitó el secuestro de los ejemplares. La conciliación no llevó a ningún lado. En un contacto informal que habría existido entre las dos partes, el exalcalde habría dicho: "Medio millón o nada". Para una editorial independiente y llevada adelante por tres amigos, como Libros del K.O., esta cifra, o cualquier otra, es un jaque mate. Por ahora, la medida es cautelar y se espera que en tres o cuatro meses el caso llegue a juicio y el asunto se resuelva. "Estamos sorprendidos", dice Carretero. "No esperábamos la decisión, pero la respetamos. Esperamos que se resuelva cuanto antes y el libro pueda venderse con normalidad".
El affaire Fariña quizás se deba a la decisión exagerada y entorpecida de una jueza que acaso ni siquiera leyó el libro, pero, por otro lado, no está alejado de una dramática tendencia mundial en la que la prensa sale herida cuando se mete con el narcotráfico y sus conexiones con el poder. Carretero pensaba en Nápoles y en Sicilia cuando imaginaba su libro. Justamente allí donde se dio uno de los casos paradigmáticos: Roberto Saviano, el autor de Gomorra -una crónica sobre la Camorra-, vive bajo custodia desde 2006. En México, donde las instituciones están colonizadas por los traficantes, Javier Valdez Cárdenas, uno de los periodistas que con más coraje había contado la descomposición política y social de su país, fue asesinado el 15 de mayo del año pasado en la calle, a balazos.
Su caso fue muy resonante porque él era un reportero aclamado, premiado y publicado, pero el drama en México es general y ha adquirido proporciones alucinadas: según el Comité de Protección a Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) este es el país en donde hay más asesinatos de periodistas. Más que en Siria, más que en Pakistán, más que en Irak. El año pasado, la Brigada para Leer en Libertad, una organización cultural dirigida por el famoso escritor Paco Ignacio Taibo II, publicó el libro Romper el silencio: 22 gritos contra la censura -editado por Alejandro Almazán, Daniela Rea y Emiliano Ruiz Parra-, donde 22 periodistas de todo el país cuentan cómo es trabajar en la línea de fuego sin recursos, ni protección, ni obra social, ni nada (se puede descargar gratis en Internet).
El caso español no es tan trágico como el mexicano, pero preocupa. "Fariña es fundamental porque retrata toda una época en Galicia", opinó el juez Baltasar Garzón. "Ese es el verdadero alcance de este libro. No es proporcional anular todo el efecto del libro por una frase sobre una persona". En todos los casos de este tipo se produce una tensión entre el derecho de libre expresión de las ideas y el derecho al honor de una persona. Y si se trata de una persona pública, el estándar de protección de su honra debería ser menor, precisamente porque esta persona fue quien se ha colocado en esa posición y el público tiene derecho a conocer sobre sus actividades.
Buena fe
"El proceso que se le ha iniciado al autor parece inverosímil -dice el abogado constitucionalista argentino Daniel Sabsay- pues ha actuado de buena fe al corregir y aclarar que el alcalde había sido sobreseído. El primer recaudo que se le impone a un magistrado antes de dictar una cautelar es que aprecie la verosimilitud del derecho invocado y luego el riesgo en la tardanza". Para Félix Loñ, otro especialista argentino, "habría que analizar si el autor tuvo voluntad de injuria; si no, no se puede esperar que un juicio de calumnias pueda prosperar, porque la intención es muy importante en este tipo de casos".
Fariña es un libro rigurosamente documentado, que ocupa 368 páginas y que menciona 322 nombres propios, y las dos menciones al ex alcalde José Alfredo Bea Gondar sólo ocupan tres líneas. "Pero además, estas dos menciones están apoyadas por hechos probados por tribunales españoles", dice Emilio Sánchez Mediavilla, uno de los responsables de Libros del K.O.
Mientras tanto, el gremio de libreros indicó que no devolverá los libros, en protesta pero también en solidaridad con esta editorial que tiene siete años de vida y cuyos principales ingresos provienen de su único best-seller, Fariña. "Nadie sabe muy bien cómo se secuestra un libro porque es una medida muy excepcional y, sobre todo, en democracia", dice el editor Sánchez Mediavilla. "Yo le aviso a la distribuidora y la distribuidora, a los libreros. Luego, ¿la policía va librería por librería buscando los ejemplares?".