En el siglo XXI
En una pareja, el machismo puede causar estragos, sobre todo si la mujer no opone resistencia. A sus 40 años y con tres hijos, S. no estaba autorizada a tocar el auto de la casa. Tras un par de choques, su marido se lo prohibió. “Abstenete: no sabés manejar”. Ella, la mar de sumisa, acató (hasta se reía cuando lo contaban en público). No era el único rubro en el que le estaba vedado involucrarse. En cuestiones importantes de la familia –dónde vivir, colegios, gastos, vacaciones–, el que decidía era él. Sin trabajo fuera de la casa, a S. apenas le quedaba ocuparse de la comida, la ropa de los chicos, los deberes... Asumió total y resignadamente la primacía de su marido.
Cuando tenía algo menos de 50 años, quedó viuda. Empezó una etapa traumática. Después de décadas sin haber tenido que resolver nada por sí misma, ahora debía hacerlo. Pero no conocía el oficio. Ante cada tema que se presentaba pedía la ayuda de un hermano, de amigas, de sus padres y hasta de los hijos, que apenas estaban dejando la adolescencia. En el colmo de la autolimitación, ni siquiera entonces volvió a agarrar el auto. “No manejo”, decía. Ya con 60 y pocos años, el papel que había tenido su marido pasaron a desempeñarlo sus hijos.
No es historia antigua. Pasó entre el siglo XX y el XXI.