En el peronismo comenzaron a decirle que no a Cristina
“Estoy de acuerdo, no se debe mezclar. Todos los dramas nos unen, pero el terrorismo de Estado, consecuencias, 30 mil desaparecidos, no puede ser una batallita electoral para trabajar para una persona para un cargo tan importante como surge después la presidencia de la Nación”, expresó Nora Cortiñas, de la Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, coincidiendo con la posición manifestada horas antes por Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, que solicitó no utilizar la marcha del próximo 24 de marzo para pedir por la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner como la habían sugerido dirigentes de La Cámpora.
Estas declaraciones sorprendieron en el núcleo duro del kirchnerismo, no las esperaban. Durante muchos años manejaron a voluntad los pronunciamientos políticos de algunos organismos de derechos humanos, al punto que éstos perdieron legitimidad frente a la sociedad por poner a disposición de ese espacio político la proclama histórica por Memoria, Verdad y Justicia que encarnaban las demandas de la sociedad. Inmediatamente desde la cercanía de la vicepresidenta salieron a resaltar que “esa idea fue tergiversada” y que ellos nunca quisieron cambiar la agenda del acto, evitando que la polémica escale. Sin embargo, la intención estuvo, pero no esperaban un rotundo no de parte de estos organismos. Es que a Cristina comienzan a decirle que no o a desobedecerla, y esta es una novedad política que amerita ser observada.
Esta situación es celebrada, calladamente, por otros sectores del peronismo que comienzan a mostrar un cansancio, un fastidio por la necesidad de Cristina de involucrar a todos en sus problemas.
“Ya cansan los camporistas, quieren todo para ellos, creen que son dueños del peronismo” remarca un dirigente gremial del grupo de los “Gordos” que también empieza a mostrar su fastidio porque solo son convocados cuando se los necesita y ya piensan en una estrategia que le permita colocar nombres propios en las listas de candidatos a diputados sin depender de la lapicera de Cristina. En la CGT no todos acuerdan con el juicio político a la Corte Suprema de Justicia y otras decisiones políticas que se toman como consecuencia de la necesidad política de mostrar a una Cristina perseguida, algo que ya casi nadie cree y solo se manifiestan por solidaridad o hacen al respecto un silencio cómplice, vacío de convencimiento.
En la Cámara alta también hay ruido, un grupo de senadores, Edgardo Kueider de Entre Ríos, Camau Espínola de Corrientes, Guillermo Snopek de Jujuy y María Eugenia Catalfamo de San Luis se sumaron a la peronista disidente Alejandra Vigo, de Córdoba, alejándose del bloque mayoritario y dejando a Cristina Kirchner sin la mayoría justa, pero mayoría al fin, que suele alcanzar con el apoyo de senadores provinciales. Hasta hoy existían dos bloques que funcionaban como uno, divididos por aquel timo diseñado por la Jefa para obtener un representante más en el Consejo de la Magistratura: el Frente Nacional y Popular que tiene 21 miembros, al que pertenecen Kueider y Espínola y la Unidad Ciudadana, con 14 senadores que integran Catalfamo y Snopek. Con la pérdida de 4 senadores quedan con 31, a 5 de la mayoría necesaria para el quorum. Todo un escenario para seguir a 10 días de que el Presidente hable, con Cristina a su lado, en la Asamblea Legislativa, el 1° de marzo.
La interna del Frente de Todos está en su peor momento, el peronismo no sabe funcionar sin un líder nato, el verticalismo está en su ADN, y ese lugar, desde la muerte de Néstor Kirchner, lo ocupó siempre Cristina, pero el pésimo gobierno de Alberto Fernández -que, encerrado en su debilidad, intenta de salir para adelante forzando una candidatura que pocos auspician- también hizo mella en la figura de Cristina. No son pocos los dirigentes del PJ que comienzan a mirarse el ombligo pensado en cómo sobrevivir a una crisis política que los puede dejar en el peor de los mundos. Aún algunos prenden velas a la inflación para ver si ésta cede un poco y alcance para ir a colocarle el traje de candidato a Sergio Massa, pero los resultados son demasiado negativos. El promedio de inflación de los últimos seis meses de Martín Guzmán estaba en el 5,2% mientras que el de los primeros seis meses de Massa llega al 5,9%. En el medio quedó el 7,4% que dejó el corto paso de Silvina Batakis. Nada para celebrar y mucho menos son números que alcancen para encumbrar a nadie. Eso es lo que comenzaron a creer en el kirchnerismo, porque lo dejaron hacer lo que ellos no creían ni querían hacer, como sacarle el pie a las tarifas, recortar planes sociales y presentar un presupuesto en un año electoral con recortes en educación, minoridad y salud, y aún así los resultados son malísimos. La experiencia Massa también se cuenta como otro error de Cristina.
En el peronismo comienzan a sufrir esa falta de liderazgo que Alberto Fernández no tiene ni dejaron construir, el que ningún gobernador se animó a buscar y pelear, porque en el PJ nadie te regala nada. Lo sabe Juan Manzur que llegó con el diploma de “volumen político” bajo el brazo a hacerse cargo de un gobierno que estaba a la deriva y hace dos semanas volvió a Tucumán casi pidiendo permiso. Golpeado y débil aún así existe un liderazgo pero que notoriamente a Cristina se le está diluyendo de sus propias manos, porque no logra unificar un frente político que sirvió para ganar una elección, pero nunca supo para qué y cómo gobernar.
El único común denominador que comienza a aparecer entre los protagonistas de esta era peronista es estar convencido de que Cristina no está proscripta, muchos sonríen por lo bajo y se hablan en secreto para dimensionar entre ellos la puesta en marcha de una farsa con un claro objetivo: mostrarse victimizada. Una estrategia que la Jefa y sus leales diseñaron. Esto quedó expuesto el jueves pasado en la reunión de la mesa política del FdT, cuando terminaron votando la creación de una comisión para convencer a Cristina que revea su decisión de no ser candidata. Es tan sui generis su supuesta “proscripción política” que la misma dejaría de serlo con la sola decisión de quien es víctima de ella. Nunca visto.
Es que se nota mucho que Cristina no conoce la proscripción como la vivieron muchos peronistas históricos. Por edad, era muy joven cuando el peronismo estaba realmente proscripto y por decisión personal, porque ella y su esposo se dedicaron a “hacer plata” en Santa Cruz mientras ocurría la dictadura. En su afán de ponerse en el centro de la escena como víctima juega con temas demasiado sensibles, y queda a un paso de hacer el ridículo. Es curioso que nadie se atreva a decirle que una cosa es cuestionar un fallo de la justicia y otra disfrazar una condena por corrupción en una proscripción.
Administrar demasiado poder rodeado de pleitesías y seguimiento obtuso es perjudicial para el crecimiento intelectual de los líderes porque de ese modo, entre otros errores forzados, culminan perdiendo la valoración de su entorno. Allí, cuando desaparece la sumisión, descubren tardíamente que los aduladores por necesidad suelen ser interesados por convicción.