En educación, la batalla también es populismo o republicanismo
Las soluciones no vendrán con más financiamiento o vouchers si no se atacan las fallas del sistema actual
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A días de dejar el poder y en medio de una febril campaña presidencial, Sergio Massa lanzó un proyecto de nueva ley de financiamiento educativo. Este hecho trascendente pasó desapercibido pero sirve como línea divisoria de aguas de lo que realmente se juega en la presente elección. No es izquierda-derecha o peronismo-antiperonismo. De un lado está el populismo, que viene gobernando la Argentina hace décadas, con mínimas interrupciones, y del otro el republicanismo. Lo que caracteriza al populismo educativo es su obsesión por lo cuantitativo. Más y más sin ver para qué y sin evaluar si fue útil. La superstición del número sin evaluación de los resultados. Lo que vendría con el republicanismo sería una tarea ardua en favor de lo cualitativo, sin descuidar lo cuantitativo. No es casual que en paralelo a un proyecto de ley como el de Massa, típicamente populista con intentos de seducciones corporativas con dádivas, se presente otro candidato, Javier Milei, reduciendo la tragedia de la educación a un problema de financiamiento y proponiendo una receta tan precaria como un sistema de vouchers.
Para decirlo sin vueltas: con nueva ley de financiamiento o con vouchers el sistema actual seguirá siendo un fracaso porque su falla no está en los montos y modos de financiación sino en qué se financia y cómo se gobierna la educación. Un sistema que no logra alfabetizar a los chicos argentinos no tiene un problema de plata sino de funcionamiento. Pero el populismo pretende arreglarlo todo con más, como si lo que sucede funcionara bien. Por eso anuncia un proyecto de ley con más plata para seguir haciendo lo mismo.
Si se lee el proyecto presentado por Massa no se encontrará una línea que apunte al fracaso de la alfabetización y qué hacer, que es el punto de partida al resto de los fracasos escolares. Tampoco se dice en la deliberación pública que ese fracaso se da por la imposición de una ideología y de la cancelación de los programas que sí enseñan a leer. También se habla en la norma, porque hay una vela para cada santo (total saben que nunca las van a encender), de un sistema de información digital integral. Iniciaron hace once años al SiNiDe y nunca lo concretaron. Si Mi Argentina puede dar los datos en tiempo real de una vacunación con detalles, ¿por qué el sistema educativo no tiene información de calidad? Porque no han querido, porque sus cómplices sindicales no lo quieren pues dejaría en evidencia sus mentiras.
¿Qué sucede si se abre la cajita feliz de Milei? No hay nada. Sólo un papelito que dice: “con este voucher, que vale por una educación, se arreglará todo por el mercado”. Una vez que cada padre vaya con su bono a una escuela, ¿cómo se mejorará la formación docente, se hará estimulación temprana a los más chicos, se conseguirá la alfabetización en primer grado y se diseñará una secundaria que abra para los adolescentes el mundo del trabajo y de los estudios superiores? El mero papel pintado, al estilo de los billetes del Banco Central massista que obsesionan al libertario, no mejorará nada.
Del otro lado Patricia Bullrich representa la posibilidad republicana de un experimento inédito en la Argentina. Sería el primer gobierno no peronista que contaría con mayorías legislativas y un número significativo de provincias afines. De ese privilegio ha contado desde 1983 sólo el peronismo, por no remontarnos a anteriores experiencias justicialistas que también lo han tenido. El resultado final, que es el que vale, ha sido la aplastante inflación actual, la mayor pobreza conocida y el deterioro más profundo del sistema educativo. Los populismos siempre le echan la culpa a otro, pero lo cierto es que han tenido la conducción absoluta de la economía y la educación, con mayorías legislativas y de provincias afines y han llevado al país a una situación desesperante. La “década ganada” del kirchnerismo consiguió el récord nacional de ser el primer período de la historia donde la educación estatal perdió proporción de matrícula a manos de la privada. Eso sí, lo hicieron abrazados a una retórica de defensa a ultranza de la educación pública.
Por tal razón hemos trabajado en un plan donde habrá, entre otras cosas, un sistema de información digital para tener a todo el sistema educativo en él y poder ayudar a los que más lo necesitan, y también exigir; un programa nacional de alfabetización para que los chicos aprendan a leer en primer grado; un sistema de colaboración de Nación con las provincias para que se revierta el ausentismo de docentes (que es altísimo en el país) y el de alumnos (que también es preocupante), porque hay evidencias de que sólo se aprende con clases efectivas; un claro programa de formación de docentes en las aulas para impactar en los aprendizajes; una secundaria renovada con proyección al mundo del trabajo y una acción colaborativa con las universidades para que consigan más graduados, sobre todo en las áreas estratégicas para el país, por sólo nombrar algunas iniciativas que se pondrán en marcha el primer día, porque contarán con el apoyo explícito del Poder Ejecutivo.
Exdirector General de Escuelas de Mendoza e integrante de los equipos de educación de Patricia Bullrich