En Buenos Aires nació el “G-2”
PEKÍN.- El G-20 demostró en los últimos 10 años una gran capacidad de orientar acciones comunes y morigerar las tensiones y los conflictos que aún subsisten. Por primera vez en la historia, temas de gran complejidad comenzaron a presentar un nivel muy alto de consenso: la prioridad de la lucha contra la pobreza, la defensa del medio ambiente, y un frente unido para combatir el narcotráfico y el terrorismo. Frente a un siglo XX que vivió tres guerras globales y decenas de conflictos regionales, el siglo XXI presenta aún la posibilidad de ser un siglo de “paz y progreso” inédito en la historia de la humanidad (pese a unos dolorosos conflictos puntuales y los frecuentes ataques terroristas que causan daños materiales y lamentables pérdidas de vidas).
Pese a estos avances, los primeros años del siglo XXI presentan una incertidumbre que no es posible dejar de soslayar. Los viejos nacionalismos que parecían desterrados han vuelto a aparecer generando un panorama lleno de dudas que no permite establecer un horizonte claro para superar los problemas identificados y retóricamente condenados a desaparecer.
El resultado de la Cumbre del G-20 realizada en Buenos Aires entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre de 2018 nos plantea una luz de razonable esperanza. La llamada "guerra comercial" declarada por los Estados Unidos a China en junio del año pasado puso en alerta máxima a todo el mundo por sus eventuales consecuencias económicas, políticas y también militares.
Si bien es difícil pensar en la ruptura de la mayor asociación entre dos naciones construida a lo largo de la historia -y eso es precisamente la relación chino-norteamericana- las señales eran (y son) harto preocupantes.
Sin embargo, contra todos los vaticinios, terminó con un documento consensuado que nos permite caminar hacia 2019 con una revitalización de la OMC y un giro desde la "guerra comercial" a una "tregua" inicial para lograr un nuevo statu quo de "negociación, conflicto y cooperación permanente" entre China y los Estados Unidos.
El 1º de diciembre de 2018 nació oficialmente el G-2 en la cima de la pirámide truncada del poder mundial. La potencia hegemónica reinante y la emergente tienen la responsabilidad de superar la "trampa de Tucídides" y encontrar el camino del equilibrio entre la cooperación y la competencia que les permita a ambos convivir. El mundo es lo suficientemente grande como para que quepan los dos. Que China siga creciendo y los Estados Unidos continúen aportando su capacidad creativa y su responsabilidad global. La China moderna es un fenómeno muy nuevo, que necesita todavía aprender y madurar. Lo está haciendo iluminada por la sabiduría de una antigua civilización que está metabolizando su relación con Occidente.
Su aparición como potencia emergente es y será muy positiva para las naciones en vías de desarrollo, que encontramos en ella un socio respetuoso y confiable.
Los occidentales sabemos que nuestra cultura es extraordinaria, pero que también ha sido muy violenta. Este nuevo G-2 tiene el desafío de encontrar el camino del diálogo fecundo que haga de la relación Occidente-Oriente una nueva síntesis que nos permita dejar en el pasado una historia de guerras y odios, de los cuales debemos aprender, para no repetirlos.
Embajador de la Argentina ante la República Popular China