En Brasil, vigilar el desempeño del próximo gobierno
El resultado de las elecciones en Brasil delineó un escenario político que requiere un reposicionamiento de los partidos, la población y la prensa ante Luiz Inacio Lula da Silva como presidente.
Los que votaron por él porque la alternativa Bolsonaro era peor ahora se encuentran en la obligación de dar un seguimiento diligente al desempeño del próximo gobierno, no para ejercer una oposición destructiva, sino para exigir políticas públicas que propicien el desarrollo económico y social en un clima democrático y de honestidad irrefutable. Y, por otro lado, los adeptos del Partido de los Trabajadores (PT), liderado por Lula, tienen la responsabilidad de mantenerse atentos a la actuación del presidente para justificar su fidelidad al partido y su líder.
Lula y el PT no merecerán perdón si no hacen frente a los obstáculos a la prosperidad nacional que persisten desde tiempos inmemoriales y si no dan prioridad a áreas como las que se mencionan a continuación, que han sido desatendidas durante mucho tiempo.
Si el próximo gobierno no promueve el tema del medio ambiente en la línea de frente de su actuación, será desacreditado por completo y el PT perderá su razón de ser. Lo mismo probablemente ocurra si el gobierno no ejecuta una política encaminada a reducir las diferencias de ingresos entre distintos sectores de la sociedad que no se limite a la beneficencia estatal.
Una política correcta de equidad social exige acciones tributarias e inversiones para aumentar la eficacia y el alcance de sectores –como la educación, la salud, el transporte colectivo, la vivienda y el saneamiento– que benefician proporcionalmente más a los estratos de menores ingresos. Lo que hizo Lula en sus mandatos anteriores no fue suficiente para cambiar de manera sustancial la fisionomía de esos sectores.
Por otro lado, es indispensable buscar un perfil de normalidad para las cuentas públicas, no desde una óptica de sometimiento implacable de todos los aspectos de la vida nacional al rigor fiscal, sino con el fin de que el sector público se vuelva apto desde el punto de vista financiero para propiciar el crecimiento económico y la equidad social. El gasto público irresponsable, aunque a corto plazo aparente beneficiar a las clases de menores ingresos, a mediano y a largo plazo tiene consecuencias perjudiciales para ellas, incluso porque genera tendencias inflacionarias.
En el plano internacional, nada es más importante que el reacercamiento de Brasil a los países de América Latina, principalmente sus vecinos. La máxima cercanía política y comercial con los países de América del Sur, en particular la Argentina, es una condición básica para la prosperidad y una mayor relevancia mundial de la región.
El lema de la antigua Unión Democrática Nacional, importante partido político brasileño del período democrático 1945-1964, era: “El precio de la libertad es la eterna vigilancia”. Pues bien, ahora es oportuno afirmar: “El precio de la gobernanza ejemplar es la eterna vigilancia”.
Economista jubilado del BID, exprofesor en varias universidades brasileñas y consultor económico en Washington