En Argentina, los locos están manejando el manicomio
La negativa del oficialismo a reconocer la derrota de las elecciones pasadas exhibe la falta de registro de la realidad que muchas veces se tiene desde el poder político
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La relación del kirchnerismo con los hechos es históricamente tortuosa. Lo explicó muy bien Luciana Vázquez en estas páginas, mencionando como antecedente histórico la intervención al Indec y la falsificación sistemática de sus estadísticas. Cuando escribí un libro sobre el tema, uno de los técnicos del Instituto me dijo: “Vinieron dispuestos a negar la regla de tres”. Lo que en ese momento parecía una metáfora se convirtió en realidad en estos días, pero de una manera mucho más cruda y directa. La regla de tres simple tiene la complejidad de ser una operación de más de un paso. En cambio, de lo que se trató estos días fue de negar que 38 era mayor que 37.
perdieron por diez puntos pero ríen, dicen que ganaron, llaman a celebrar el triunfo, festejan y te entra la duda: "¿no habrán ganado?"
— Juan Cruz Fernández (@JnCrzFrnndz) November 15, 2021
son psicópatas, te vuelven loco
Lo hicieron las espadas más reconocibles del oficialismo. El presidente convocó a la Plaza de Mayo a “festejar este triunfo”. Más prudente, su portavoz, Gabriela Cerruti, dijo que se trataba de un “empate”. El inefable Aníbal Fernández, a quien convocaron a este Gobierno luego de las PASO para que diga este tipo de cosas, afirmó que “el triunfo lo tenemos nosotros que hemos mejorado nuestra performance”. La primera candidata por la provincia de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz, sintió que había que adornar un poco el disparate y aplicó un golpe de retórica diciendo que se podía “ganar perdiendo y perder ganando”. Confundiendo estimación con resultado, no faltó quien hablara de “empate técnico”, una expresión que alude a que en las encuestas se superponen los márgenes de error de dos candidatos y se puede dar uno u otro resultado. En los resultados de una elección no hay tal cosa: contados los votos hay solo dos números y uno es mayor que el otro o son iguales.
Ninguna de estas personas citadas ignora el orden de los números y todos saben perfectamente si uno es mayor que otro. Tampoco desconocen las dimensiones políticas de los resultados de las elecciones del domingo. De lo que se trata es de otra cosa, de ejercer una violencia sobre el lenguaje que desnaturalice y anule la posibilidad de comunicarse entre semejantes. De hecho, algunos se enorgullecieron de este logro.
Llevan 36 horas explicando que el FdT perdió, que no ganó ni fue empate. Para mí, la mejor jugada del oficialismo.
— Rosario Ayerdi (@rosarioa) November 16, 2021
vieron q nerviosos los pone q tengamos amor propio, q mostremos autoestima, q abandonemos la autoflagelación permanente, q estemos orgullosos de lo que somos? si no te sale naturalmente al menos hacelo para molestarlos, recordemos eso la próxima vez q nos pinte la política emo.
— fedez- (@____fedez____) November 16, 2021
En esta actitud no hay un desdén por los formalismos sino todo lo contrario, la creencia de que son fundamentales. Como lo demostró Cristina Fernández de Kirchner en 2015, cuando se negó a traspasar el mando a Macri, los kirchneristas creen que, si uno se evita el trámite de admitir la derrota, ésta desvanece su poder. De alguna manera, tienen razón: derrota y victoria en el sistema democrático tienen sentido en tanto y en cuanto las reglas de juego sean comunes y aceptadas por todos. Cuando el candidato derrotado llama por teléfono al ganador y lo felicita por su victoria no está simplemente siendo educado sino fortaleciendo las reglas de juego que eventualmente lo pondrán del otro lado. Con ese simple trámite consistente en decir “ganaron, felicitaciones” el sistema avanza en la dirección conveniente para todos. Cuando no se lo hace, el sistema se debilita.
Dialogar requiere un mínimo lenguaje compartido. Con quien llama "triunfo" a la derrota, "golpe de mercado" a la inflación, "sensación" a la inseguridad, "justicia" al abolicionismo penal y "educación" al adoctrinamiento no hay siquiera palabras en común con las que dialogar.
— Alejandro Bongiovanni (@alejobongio) November 16, 2021
Negarse a dar ese reconocimiento es una cosa, negar los hechos es un paso más avanzado y requiere una estructura mental que permita permanecer imperturbable cuando se niegan las evidencias. “No es lo que vos pensás”, dice el marido sorprendido desnudo con la mejor amiga de la mujer. “No es lo que ustedes piensan”, dice, igualmente hierático, el kirchnerista ante los datos.
¿Cómo se puede convivir con una agresión simbólica tan fuerte? La política tendrá sus respuestas, pero para el ciudadano común hay una salida bastante sana que es el humor. Y hay pocos lugares en donde el chiste catártico puede ser expresado tan libremente y funcionar tan bien como en las redes sociales.
Ningún partido consiguió más o menos votos. Simplemente consiguieron cantidades distintas.
— Diego Mintz (@TheGotzReport) November 16, 2021
El análisis del análisis del análisis del análisis del análisis de por qué perdió pero empató pero ganó pero acercó pero no alcanzó pero opinó que sí pero opinó que no pero dijo tal cosa y después tal otra y por qué perdió si no perdió y ya fue todo porque estamos en Qatar
— ArielTarico (@TaricoAriel) November 17, 2021
Festejan una derrota por 8 puntos en todo el país pic.twitter.com/F5HO36KKWP
— Elmo Delo 🖐 (@DeloElmo) November 15, 2021
Te dicen que ganaron, imaginate cuando te dicen que te van a pagar.
— David Vincent (@davidvincent97) November 16, 2021
Agrandadísimos con la derrota. Humildad, muchachos.
— Malcom Gomez (@malcomgomez) November 15, 2021
Podríamos decir que empatamos en la Guerra de Malvinas.
— Conrad ⚓ (@matiasbruales) November 16, 2021
Del ocultamiento de la verdad nos hemos deslizado a su falsificación y de allí a la negación de lo evidente. En los dos primeros casos hay una admisión de que hay hechos independientes de nuestra percepción: ellos deben ser ocultados o modificados. En la negación de las relaciones en los números ya pasamos a un terreno inquietante: el de la psicopatía. En Argentina, los locos están manejando el manicomio.