Ella contra ella
Se han elegido para enfrentarse. Una para ayudar a su líder y garantizar su propia continuidad en el poder. La otra porque resulta imprescindible para su regreso, ahora desde un supuesto segundo escalón del mando. María Eugenia Vidal y Cristina Kirchner chocarán varias veces en la campaña electoral. En un juego binario repetido en la vieja historia de la polarización electoral del país, la gobernadora y la expresidenta tienen los votos que necesitan quitarse recíprocamente. La novedad es que sean dos mujeres las que están en pugna.
Vidal es la dirigente de mejor imagen y asume el riesgo de jugar toda su suerte electoral en una sola elección y en un territorio muy complicado, sin haber tenido la oportunidad de despegar las fechas de las elecciones para no quedar atada a la suerte de Mauricio Macri, su jefe político. Kirchner es la propietaria del núcleo electoral opositor a partir del que armó un plan para sumar otras adhesiones, ampliando la oferta con un candidato presidencial más moderado que ella.
Esa encrucijada en la provincia de Buenos Aires deja atrás las diferencias entre ambas: el ciclo ascendente de Vidal frente al largo recorrido de Kirchner, la diferencia generacional que las separa y, en primer plano, la divergente configuración ideológica que las retrata. El acero de sus personalidades fuertes las iguala, pero está recubierto por estilos distintos que también las distancian.
Después de Kirchner, Vidal es la primera dirigente que logra penetrar en los sectores más pobres del conurbano bonaerense, un territorio diezmado por la crisis estructural de la economía y por el manejo clientelar que hizo el peronismo de sus víctimas, los hijos y nietos de los obreros industriales que lo poblaron 60 años atrás. La expresidenta registró con inquietud ese dato desde la llegada de Vidal a la gobernación. Pero nunca acertó con un remedio para neutralizarla.
El 20 de junio, en Rosario, Cristina volvió sobre María Eugenia. No fue una carga espontánea, ni una jugada impensada, sino todo lo contrario: se trató de la repetición de lo que ya había dictado para ser escrito en su libro Sinceramente. Fue cuando repitió lo de la "mujer separada de 45 años" que se presenta como un "hada virginal", en contraposición con ella misma, a la que según su versión "le inventan amantes" siendo viuda. Muy efectivo para las charlas de peluquería que hoy burbujean en las redes sociales.
En realidad se trata de una insólita discusión a destiempo. Más que una irrupción contra su rival, lo de Cristina pareció una reacción por declaraciones que Vidal había hecho en agosto del año pasado. A propósito de la explosión fatal en una escuela de Moreno y de las responsabilidades por el hecho, Vidal había atacado a Cristina. Fue cuando dijo: "Yo no soy Cristina, no soy una abogada exitosa, nunca tuve una denuncia por corrupción, puedo mostrar el resumen de mi tarjeta de crédito, a dónde me voy de vacaciones, no tengo nada que esconder. No soy igual de los que se robaron la plata de las rutas, los hospitales y las escuelas de la provincia de Buenos Aires".
El nivel de zócalo de las palabras de la expresidenta y la virulencia de la gobernadora son simples detalles. Y no borrará que la rivalidad y el resultado de la confrontación entre ambas será una de las claves más interesantes de la campaña electoral. Vidal competirá con Axel Kicillof, pero en verdad irá sobre Cristina. Y Cristina apuntará a la gobernadora porque derrotarla en la decisiva provincia de Buenos Aires será un pasaporte para su regreso. Nunca antes dos mujeres pelearon por tanto en la política argentina.