Elizabeth Holmes, la emprendedora que desde Silicon Valley provoca a la poderosa industria de la salud
A los 31 años, creadora de una empresa valuada en 9000 millones de dólares, integra la vanguardia científica de los que se proponen cambiar el mundo
Son muchas, muchísimas, las razones por las que Elizabeth Holmes es comparada con los principales exponentes de Silicon Valley, la meca del emprendedorismo tecnológico norteamericano. Nueve mil millones, para ser exactos.
La cifra, traducida en dólares, es lo que vale Theranos, la empresa que creó hace doce años y que está revolucionando la industria médica de los Estados Unidos.
Mezcla de los términos en inglés "terapia" y "diagnóstico", Theranos parte del hecho de que entre el 40 y el 60 por ciento de los norteamericanos no se realiza los análisis de sangre indicados por su médico. Entre las múltiples razones para no hacerlo, pueden citarse los altos costos de los estudios, la falta de tiempo y hasta el temor a las agujas de las jeringas con que se extraen las muestras de sangre. La propia Holmes asegura detestarlas.
Theranos resuelve todas estas dificultades, combinando un innovador método de toma de muestras con un costo que equivale a la cuarta parte de los valores convencionales y una velocidad de entrega de resultados que puede llegar a las dos horas.
La conjunción de todas estas variables está dando de lleno en uno de los más grandes agujeros negros de la medicina tradicional. Así lo evidencia la expansión de la compañía en los últimos años. Atrás quedaron los tiempos en que Holmes debía realizar cientos de llamadas buscando potenciales inversores para su empresa prácticamente unipersonal. Hoy en día, Theranos concita la atención de los más importantes grupos inversores, y su presidenta ya integra la lista mundial de la revista Forbes de las personas más ricas del mundo.
Pero Holmes aspira a que Theranos sea mucho más que un laboratorio hipereficiente. Esta joven mujer de 31 años, no pocas veces comparada con el mismísimo Steve Jobs –no sólo por su mirada disruptiva de las cosas, sino también por su look total black–, está decidida a cambiar la mentalidad de las personas en materia de salud. A la manera de otros exponentes de la vanguardia científica y tecnológica global –todos, es cierto, con abultadísimas cuentas bancarias–, Elizabeth Holmes también se apunta en la cruzada por mejorar el mundo.
"En Silicon Valley estamos en el corazón del mundo de la tecnología de consumo. Y lo que estamos creando es la primera empresa tecnológica de salud orientada al consumidor. Los pacientes sienten el poder de acceder a su propia información de salud y de poseer sus propios datos", expresó Holmes en una entrevista reciente.
La posibilidad de acceder a esos datos propios podría marcar la diferencia, asegura, entre la salud y la enfermedad. Es que, como bien expresó en una charla TED el año último, no pocas veces, cuando las enfermedades manifiestan síntomas ya no queda mucho por hacer. Sin embargo, hasta el día de hoy, en los Estados Unidos, como en tantos otros lugares del mundo, se requiere una prescripción médica para la realización de la mayoría de los estudios de laboratorio.
Quienes están en favor de mantener el statu quo señalan que es potencialmente peligroso que los pacientes accedan a este tipo de información sin ninguna mediación médica capaz de interpretar esos datos. Pero no pocos analistas comienzan a vislumbrar un futuro no muy lejano en el que la tecnología altere el camino lineal que hasta hoy se sigue en materia de salud y que le otorga toda la potestad al sistema médico: del médico al laboratorio, y del laboratorio otra vez al médico.
Holmes, en tanto, ve una lamentable contradicción en el actual sistema. "Aquí, en California, puedo ir, comprar una pistola y pegarme un tiro, pero no puedo hacerme un test de vitamina D sin permiso", cuestiona, y alerta sobre la enorme cantidad de norteamericanos con altísimo riesgo de contraer diabetes que podrían evitar enfermarse si sólo supieran que están alcanzando niveles de glucemia alarmantes y adquirieran hábitos de vida más saludables.
En la página web de la compañía (www.theranos.com) se encuentra en forma accesible el listado de estudios médicos que Theranos realiza sin que pareciera existir una lógica relación entre el bajísimo costo de éstos y el altísimo nivel tecnológico que el proceso conlleva y para el que sólo se requiere una gota de sangre.
Pinchazos y nanotenedores
A la manera de los tests caseros de insulina, el interesado sólo debe pincharse un dedo y colocar la gota de sangre en un nanotenedor. El procedimiento puede realizarse en centros propios o bien adquirir un set en alguna de las farmacias de la red Walgreens, tomar la muestra y enviarla. En algunos casos, el procedimiento completo puede demandar dos horas.
Nacida en 1984, Elizabeth Holmes es, según la revista Forbes, la mujer más joven que ha logrado generar una fortuna a partir de una empresa propia, iniciada desde cero. Fue en 2003, mientras cursaba el segundo año de ingeniería química en Stanford, cuando a sus 19 años decidió abandonar sus estudios y comenzar su emprendimiento, seguramente llevada por el trauma familiar de haber perdido a un tío demasiado pronto, producto de un cáncer no detectado a tiempo.
"Ansío un mundo en el que no haya que decir «si lo hubiera sabido antes…». O en el que no haya que despedirse antes de tiempo", expresó el año último en la charla TED MED, realizada en San Francisco.
Poco afecta a la coquetería, asegura tener unas 150 poleras negras que suele complementar con sacos y pantalones del mismo color y que utiliza a diario, a manera de uniforme, por la practicidad que implica no tener que sumar a las preocupaciones cotidianas el no saber qué ponerse. Y aunque, después de diez años, hoy siente que estaría en condiciones de tomarse vacaciones, prefiere dedicarse tiempo completo al trabajo, dejando para más adelante la diversión o el sueño –que asegura tener– de formar una familia.
La inversión ha sido más que fructífera. En los últimos cinco años, el plantel de su empresa pasó de los cien a los setecientos empleados. Es, justamente, el hallazgo de los mejores recursos humanos, uno de los desafíos que más la desvelan. "Busco gente que sienta que, al trabajar aquí, está haciendo lo que más le gusta en la vida", reconoce, casi como quien revelara parte de la fórmula para su éxito.
El resto, la metodología que utiliza para hacer con una gota de sangre lo mismo que para el resto de los laboratorios requiere uno o varios tubos de ensayo –y a un costo notablemente superior–, es un secreto que guarda bajo siete llaves. Un detalle con el que también emula a otros de los referentes de la innovación mundial (como Elon Musk, quien prefiere no patentar sus invenciones) y que le reporta no pocas críticas. El asunto, sin embargo, no parece inquietarla demasiado ni alejarla del camino escogido con el que quiere –ahora que ya no tiene que desvelarse por su futuro económico– cambiarle la vida a la gente.
Consultada en una entrevista reciente acerca de qué consejos le daría a quien esté soñando con ser emprendedor, Holmes fue categórica: "Encuentren aquello que realmente amen y no lo dejen escapar sin importar lo que pase. Winston Churchill realmente sabía de qué estaba hablando cuando dijo: «Nunca te rindas. Nunca, nunca, nunca…». Yo soy la prueba viviente de que, si puedes imaginarlo, lo puedes conseguir".
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