Elige tu propia fuga, elige tu propio juicio
Al revés que en los cuentos infantiles de Elige tu propia aventura, en la fuga desquiciada de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci el final es siempre el mismo: el penal de máxima seguridad de Ezeiza. No importa las decisiones buenas o malas que tomen a lo largo del accidentado camino, invariablemente los protagonistas terminan tras las rejas.
Por eso en este caso lo interesante -e inquietante- de la trama no es tanto el desenlace, sino el capítulo inicial: la fuga. Ahí se concentran las mayores incógnitas. De hecho, ésta es una historia que debería escribirse de atrás para adelante. Porque, ¿fue realmente una fuga? Con esa pregunta arranca esta aventura, que se extenderá a lo largo de 15 días frenéticos.
En ese primer capítulo el lector se enfrenta a tres opciones. Está en la cárcel de General Alvear y debe elegir entre A, B y C. Recordemos, nada torcerá el final. A) el lector, gracias a sus habilidades negociadoras y una billetera gorda logra "comprar" su salida de la cárcel y se va con dos secuaces por la puerta principal, simulando torpemente una fuga con rehenes y a punta de pistola; B) mediante una red de complicidades dentro y fuera del penal, tejida a partir de negocios turbios que mezclan narcotráfico, política y dinero (mucho dinero), el protagonista se beneficia de una prometida devolución de favores y logra "escapar" del encierro; sale con sus secuaces por la puerta principal, simulando torpemente una fuga con rehenes y a punta de pistola; C) intereses ocultos y no tanto, ligados a la política y a elementos de las fuerzas de seguridad involucradas en actividades de narcotráfico quisieran evitar que lo que el protagonista sabe llegue a oídos de la Justicia. Bajo amenaza de muerte en el penal, lo "invitan" a evadirse y convertirse en prófugo. Le prometen apoyo logístico e impunidad.
El lector no tiene mucha elección: sale con sus secuaces de la cárcel por la puerta principal, simulando torpemente una fuga con rehenes y a punta de pistola.
El relato sigue. A ritmo vertiginoso. Pasan las páginas y a cada paso se abren siempre nuevas elecciones en un A, B o C que va atrapando al lector. Es una trama cinematográfica. Domina la acción, pero todo el drama humano está de una manera u otra contenido. Aunque no sea así (porque nosotros conocemos el final), los protagonistas creen que en cada una de esas elecciones se juega su destino. Abandonados a su suerte, nuestro héroe y sus cómplices deben optar entre quedarse en la provincia de Buenos Aires y desaparecer en una zona de campos que conocen bien porque solían salir de caza por allí, apelar a sus contactos políticos y policiales en la zona sur del conurbano, también territorio conocido, o iniciar una road movie de superacción por rutas y caminos desconocidos rumbo a un Norte más o menos impreciso, pero que acaso pueda conducir a la frontera. Y después se verá.
Las complicidades que ofrecían protección parecen haber quedado atrás, pero entregarse a las autoridades y volver a la cárcel no es todavía una opción.
Esa decisión llegará sobre el final, y ofrece también alternativas dramáticas para el trío de fugitivos. Cercados por las policías nacionales y provinciales involucradas en un megaoperativo de cacería (a la argentina, valga esta necesaria aclaración), el prófugo y sus compañeros de aventura pueden morir a sangre y fuego; morir de agotamiento, deshidratados y con hambre en la inmensidad de una llanura hostil, o dejarse capturar y, quizá, seguir con vida, vencidas las últimas fuerzas y consumidos los últimos pesos. Y al parecer eran muchos.
Es el final conocido de la aventura. No termina bien para el lector, pero tampoco termina del todo. Hay un continuará que invita a comprar el próximo libro de la saga. Se llamará Elige tu propio juicio. Devuelto a prisión, el protagonista deberá declarar ante la Justicia.
Y por supuesto en esa nueva aventura también se abrirán ante él nuevas opciones: ¿entregará a sus cómplices poderosos de la política y las fuerzas de seguridad? ¿Guardará silencio con la esperanza de cumplir su condena sin nuevos sobresaltos? ¿Vivirá un infierno de temor y locura, a la espera del sicario que, tarde o temprano, lo alcanzará?
Las alternativas estarán abiertas para que el lector elija. Pero ese libro recién empieza a escribirse.