El verdadero poder es el servicio
Dijo buenas tardes, que venía desde el fin del mundo y que el Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos.
Eso para empezar.
Con esa misma sencillez y humildad, con esa lengua popular y con un tono de confidencia, agregó que su gran preocupación es la lucha contra el capitalismo salvaje y sus consecuencias, las injusticias sociales, y lograr que el mundo tenga conciencia de todo esto.
Es su "Evangelio social": estar cerca de la gente, tocar sus manos, mirar a los ojos.
Hace un año recibimos con alegría su designación. Hoy, esa emoción se convirtió en orgullo universal. Porque Francisco se ganó la admiración del mundo entero con su ejemplo.
Con él, los pueblos conocieron a un entrenador de la vida, que sabe interpretar como nadie a los jóvenes y la familia y a quienes necesitan con urgencia ser considerados, respetados y escuchados.
Por eso Francisco es un ejemplo de esperanza y de valores para todos nosotros. Porque comenzó la coronación de su camino pastoral con una señal inequívoca de que lo primero es escuchar. Mucho más si quien nos interpela piensa distinto.
Es una fuente de inspiración para todos nosotros.
A los jóvenes les habla sobre la necesidad de soñar.
A nosotros los adultos, en cambio, siempre quiere despertarnos para que no olvidemos que la salud, la educación y la dignidad del trabajo deben ser la guía de un gobierno legítimo.
Nos reclama estar cerca de las preocupaciones para que entonces estemos siempre cerca de las soluciones.
Nos muestra que el desafío es saber transformar las instituciones, ponerlas siempre con miras al bien común.
Saludo con orgullo y con la alegría que viene del corazón su primer aniversario.
Que Dios nos guíe en esa frase suya que tan bien lo representa: "El verdadero poder es el servicio."
© LA NACION
Daniel Scioli