El verdadero desarrollo es en armonía con la naturaleza y las personas
El 29 de junio de 1977 nacía la Fundación Vida Silvestre Argentina y buscaba que los argentinos conocieran su naturaleza, aprendieran a quererla y de esa forma se comprometieran a cuidarla. En esos años poco se hablaba de los impactos negativos que las actividades humanas podían causar sobre esa naturaleza que muchos ya identificaban era necesario preservar y conservar.
A la par que en 1988 la Fundación se asociaba formalmente a la Organización Mundial de Conservación (WWF), los temas ambientales habían empezado a consolidarse en la agenda global, ya muchas empresas y gobiernos hablaban de la importancia de evaluar, prevenir y mitigar los impactos ambientales generados por el necesario acceso a recursos naturales para satisfacer las necesidades de una población global creciente y cada vez más demandante en sus expectativas de consumo. El crecimiento poblacional se asoció al crecimiento económico y rápidamente se identificó la limitante de este modelo de desarrollo, en un planeta con recursos naturales limitados. Por ello el concepto de desarrollo sustentable, formalizado en el Informe Brundtland de 1987. Más allá de giros idiomáticos y de los niveles de complejidad a los que se ha dotado al concepto; el mismo apunta a “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades” y de esa forma integra la dimensión social, económica y ambiental en el modelo de desarrollo. Recientemente el sector corporativo ha comenzado a utilizar el concepto de “Triple Impacto”, como uno de los propósitos de las organizaciones empresariales.
A lo largo de esta historia, la Fundación Vida Silvestre Argentina acompañó el proceso que evolucionó de conocer la naturaleza, pasando por reconocer nuestro impacto y al desarrollo, implementación y monitoreo de buenas prácticas productivas para reducir los impactos, mitigar los daños y restaurar la naturaleza y sus procesos ecológicos cuando fuera necesario y posible. Ya en la tercera década del siglo XXI la sociedad global y la Argentina cuentan con innumerables ejemplos, articulados por empresas, productores, gobiernos y sociedad civil, que demuestran que la antinomia entre el desarrollo y la conservación y restauración de la naturaleza es una falacia. El verdadero desarrollo es el desarrollo sustentable, si no es sustentable es sólo una transferencia de recursos donde el ambiente o una parte de la sociedad son negativamente afectados.
El punto 7 del recientemente firmado “Pacto de Mayo”, a través del cual 18 jurisdicciones se comprometen a “explotar los recursos naturales”. Las palabras del presidente de la Nación al momento de presentar este punto en su discurso, adjudicando la responsabilidad de la falta de desarrollo a “minorías ruidosas y organizaciones ambientalistas” parece intentar retrotraer la discusión a los momentos en los cuales la humanidad consideraba que el desarrollo llegaba sometiendo o dominando a la naturaleza. Más recientemente, en su discurso en el acto de inauguración de la edición 136° de la Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional de la Sociedad Rural Argentina, el Presidente volvió a indicar que si hubiera un potencial efecto negativo de la producción agropecuaria sobre el ambiente, ello sería menos nocivo que la pobreza y el hambre; retomando el concepto que el verdadero desarrollo puede alcanzarse afectando negativamente el ambiente.
En agosto de 2019 el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, declaraba que las organizaciones ambientalistas estarían detrás de los incendios que azotaban ese año a los bosques amazónicos. En junio de 2023 el presidente de Rusia, Vladimir Putin, acusó a la Organización Mundial de Conservación (WWF), de representar una amenaza a la seguridad en el ámbito económico. Se indicó que el fin de esta organización era “encadenar” el desarrollo económico de Rusia. Pocos meses después WWF Rusia dejaba de existir.
El ataque a quienes defienden a la naturaleza y las personas no es una cuestión de ideologías, es una cuestión de extremismos. Es por ello que, como hace ya 47 años, la Fundación Vida Silvestre Argentina renueva su compromiso por trabajar con las empresas, gobiernos y comunidades que compartan nuestra pasión por lograr un planeta y un país donde las personas nos desarrollemos en armonía con la naturaleza.
Director ejecutivo de Fundación Vida Silvestre Argentina