El uso de armas, un pilar de la cultura americana
Parece extraño preguntarse en estos tiempos por qué un país como Estados Unidos registra el triste récord de un tiroteo al mes por móviles patológicos. Cuesta comprender el origen de los incidentes.
No es el único dato elocuente. Estados Unidos es el país con más armas per cápita del planeta, incluyendo zonas de guerra. Se calcula que el número de armas en manos privadas ronda los 300 millones, concentradas en algo más de una tercera parte de la población. Alrededor de un 35% de los americanos tiene un arma en casa.
Las bases de la adquisición y portación de armas en formato libre datan del año 1791, en un contexto de guerra civil. Pero lo llamativo es que también forma parte de la base fundacional de la sociedad americana, al ser incluido bajo la segunda enmienda de la Constitución Nacional de ese país.
Así, las reglas fijadas más de 200 años atrás con fines bélicos se aplican hoy en día y nutren las bases actuales de la cultura americana son su principal talón de Aquiles en el orden interno. House of Cards, The Good Wife, Designated Survivor, entre otras series incluyen este tema en su agenda y muestran también que el debate divide las aguas en la sociedad.
Pero la disyuntiva sigue vigente porque la portación de armas, la libertad y la seguridad son conceptos que entretejen la cultura americana.
Quizás sea por eso mismo que la respuesta que parece incomodar menos a la lógica era armar a los maestros y restringir la edad para portar armas de fuego. Retrocedieron 200 años y los hechos de hoy viernes demuestran que nada mejoró. Para traerlo a nuestro país, es como querer terminar la violencia en el futbol armando a los hinchas pacíficos o generando reglas claras de combate entre los barrabravas.
Como la mayoría de los países, Estados Unidos requiere un cambio socio cultural. Y ese tipo cambio se genera bajo un sistema de pensamiento distinto o disruptivo al actual, donde se debe redefinir las bases, valores, comportamientos y leyes inmutables. Uno de los puntos cruciales para definir e implementar una nueva cultura social o corporativa es entender, analizar y contextualizar la situación actual y sus problemáticas para definir concretamente los aspectos que requieren cambios. No se trata solo de leyes sino de un cambio más sistémico y profundo.
Las dimensiones de análisis para poder ejecutar ese cambio deben ir desde la educación, prevención, regulación y/o prohibición entre otras son todas alternativas que deben revisarse conjunta para considerar un futuro distinto y una cultura funcional a la realidad norteamericana.
La cultura debe ser un elemento dinámico y funcional a la sociedad. No es un elemento de justificación de acciones, sino es un marco que establece supuestos y comportamientos válidos y no validos también. Por eso también cualquier organización debe pensar la cultura como un activo estratégico que debe moldear en función de la coyuntura actual, intentando extraer aprendizaje de tiempos pasados. Y no se debe pasar por alto que las culturas son fuertemente fijadas por valores claros. Pero en este caso, el valor de la vida y el bienestar de sus ciudadanos está en juego por la proliferación de armas, lo cual lleva a revisar su modelo y sistema en forma completa.
Y cuando estas trágicas situaciones ocurren es de esperar que los líderes lejos de avivar el fuego con bizarras recomendaciones ayuden a dar el primer paso para para una nueva etapa. Pero eso, no siempre se da.