Los tropiezos legislativos de Milei envían señales negativas al mercado
Nada, ni siquiera el desafío económico en sí mismo, resulta tan gráfico de las dificultades que tiene por delante el Gobierno como el tablero luminoso que, anteayer a las 16.44, inmediatamente después de la votación que convirtió en ley la movilidad jubilatoria, mostraba una de las paredes del Senado: “Afirmativos, 61. Negativos, 8. Abstenciones, 0″. Mayoría calificada opositora. No le había ocurrido nunca a Milei. Un cuarto de hora después, al cierre de la rueda, los bonos caían por tercer día consecutivo y el riesgo país superaba otra vez los 1500 puntos. Una obviedad.
El mercado volvió a tomar nota de la fragilidad argentina. No tanto por el costo real de la nueva ley como por lo que puede ocurrir en el futuro con otros proyectos y por la conformación de esa mayoría que integraron Unión por la Patria, la UCR, los espacios federales y provinciales e incluso Pro. “Yo sé que Macri y Cristina no son lo mismo, pero hoy votaron juntos”, evaluó por la noche un operador financiero.
La novedad fue la posición de Pro, que ya había conseguido, 24 horas antes y con el aval del propio Macri, media sanción en Diputados para voltear el decreto para darle 100 millones de dólares a la SIDE. Esa noche, en Olivos, Milei y el expresidente se reunieron por segunda vez en diez días para intentar atenuar las diferencias. No lo consiguieron. Ayer, después de un posteo de Macri que respaldaba públicamente la idea de vetar la ley, Milei dijo que las explicaciones que le había dado no le resultaban satisfactorias. “O no maneja la tropa o la tropa no entiende lo que hace”, insistió. Nunca había sido tan duro con el expresidente.
¿Qué hay de irresuelto entre ambos? ¿Y qué lleva a Macri a endurecerse? Quienes hablan con él atribuyen todo a una lógica electoral: todavía falta para las legislativas de 2025, pero necesita negociar ahora para evitar que prospere el proyecto libertario, que es quedarse con todos los votos de Pro. En otras palabras, que esa fuerza que fundó hace 19 años se vea reducida al lugar que tuvo la UCD en los 90 con Menem. Lo han oído citar encuestas que le siguen asignando adhesiones, principalmente entre el electorado de entre 40 y 85 años, y agregar que si, por ejemplo, decidiera ir el año próximo con una lista propia, sacaría al menos un 15% y complicaría al Gobierno. Tiene hasta ahora más capacidad de daño que proyección electoral.
Milei quedó molesto. Sus militantes contestaron entonces desde el ámbito que mejor manejan, las redes sociales. Por ejemplo Agustín Romo, diputado provincial bonaerense y leal a Santiago Caputo, que retuiteó varios posteos contra Macri. Uno de ellos, de la cuenta @lpregonero, fusionaba las letras de los logos del Frente de Todos y Juntos por el Cambio en una sola y nueva propuesta: “Todos juntos”. Milei contra todos, lo que el mercado no quiere.
En el oficialismo les dieron también aire a otras interpretaciones sobre Macri. La más replicada: que su pelea con Santiago Caputo parte en realidad de desacuerdos para el manejo de áreas sensibles como, por ejemplo, la Hidrovía. Hace tres semanas, el 1° de este mes, en el relanzamiento de Pro, Macri enumeró en su discurso medidas que consideraba pendientes y habló específicamente de ese servicio. “Al ordenamiento macro hay que sumarle la regulación en infraestructura para que el crecimiento sea imparable –propuso–. Licitar muchas cosas, empezando por la Hidrovía, que ya debería estar adjudicada”. Cuatro días después, el 5 de agosto, el Gobierno publicó en el Boletín Oficial el decreto 699, que declara “servicio público” las actividades de dragado, redragado, balizamiento, mantenimiento, señalización y control de las vías navegables de jurisdicción nacional, las traspasa al Ministerio de Economía y habilita a llamar a licitación para operar la Hidrovía.
Es cierto que para Macri es un tema pendiente porque durante su mandato no llegó a preparar la licitación. Pero en La Libertad Avanza insisten en que ya entonces había grupos interesados en participar. Entre ellos, el holandés Boskalis Dredging International y uno de origen nacional: Vicentin. Elucubraciones que, en medio de la pelea, salen precisamente de dirigentes cercanos a Caputo, el único integrante del “entorno de Milei” al que Macri critica en público. “A Karina no la conozco”, se excusó el día del relanzamiento. El asesor no contesta. O solo en la intimidad: se queja de que la mayor parte de las responsabilidades que le adjudican sus objetores lo excede. Ayer el Presidente volvió a respaldarlo: elogió su inteligencia y lo incluyó en el “triángulo de hierro” que conforman también él y su hermana Karina.
Las críticas y las dificultades legislativas de esta semana parecen haber reforzado ese núcleo de confianza presidencial. Pero alentaron al mismo tiempo fracturas dentro del oficialismo, algunas de las cuales permanecían de modo latente y que involucran en primer lugar a Caputo. Los críticos le cuestionan desde el tono con que les habla hasta la manera en que echa el humo de sus habanos en el despacho, hacia arriba. “Que Milei lo mande a fumar al fondo del quincho”, dijo el martes Francisco Paoltroni, el senador formoseño que le atribuye las gestiones por la postulación de Lijo. Vienen discutiendo desde hace varias semanas el tema. Paoltroni cuenta ahora que Caputo aceptó desde el inicio su voto negativo, pero que le pedía silencio al respecto. La última conversación a solas fue pésima. El asesor llegó a advertirle que, si conspiraba contra la propuesta del Gobierno, tal vez debía despedirse de funcionarios nacionales afines. Le nombró tres: Víctor Padilla, jefe de Vialidad Nacional en Formosa; Gabriel González, de Migraciones, y Fabián Firman, de la Anses provincial. “Echalos a todos”, contestó Paoltroni, y se abocó a organizar el foro de académicos que el lunes, en el Senado, cuestionó la postulación de Lijo.
El otro desencuentro relevante del triángulo de hierro fue con Victoria Villarruel. La vicepresidenta también rechaza la candidatura de Lijo. Sebastián Amerio, segundo de Cúneo Libarona, intentó, sin éxito, disuadirla hace tres semanas. Tampoco fue sencillo: ella pidió que entonces le dieran argumentos para respaldar al juez. Pero no solo no tuvo respuesta, sino que, horas después, a través de un tercero, recibió un mensaje de Caputo: “Dice Santi que sos vos la que tiene que buscarse los argumentos”. Villarruel eligió entonces uno propio y furibundo: “Lijo no tiene los pergaminos necesarios”, dijo un día antes de que el pliego se expusiera en la Comisión de Acuerdos del Senado, durante un almuerzo organizado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, la entidad más crítica del magistrado.
Ella también venía de recibir señales de distanciamiento. El viernes anterior, por ejemplo, había quedado fuera de la ceremonia de entrega de despacho y sables a brigadieres, almirantes y generales en el Salón San Martín del Edificio Libertad. Se dio cuenta tarde, poco tiempo antes de salir de su casa, ya maquillada y vestida para la fiesta. A las 18, al ver que la invitación no llegaba, le dijo al fotógrafo que la estaba esperando que se volviera.
Nadie en el Gobierno está en condiciones de garantizar que estas tensiones puedan atenuarse. Al contrario. Para el mercado es una desgracia en medio de un programa al que, desde la óptica conceptual, le tienen más fe que a ningún otro. El problema vuelve a ser la política, el fango de siempre, que podría empantanarlo. ß