La insólita inauguración de Alberto Fernández en Tucumán; un plan de campaña para aumentar la inflación; Manzur, supervisor de Guzmán frente al Fondo; la salida de Berni y el avance de los intendentes sobre la Bonaerense
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Vamos a poner el foco en el hecho del día [es de esperar que sea el hecho de muchos días, por la gravedad que tiene] porque alrededor de este episodio que protagoniza hoy el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, se cruzan distintas patologías de la vida del Gobierno y de la vida argentina en general.
Nik, que no necesita presentación, emitió este tuit. “Regalar heladeras, garrafas, viajes de egresados, planes, platita, lo que sea, lo que venga. Qué triste es no escuchar nunca la palabra trabajo, esfuerzo, porvenir. Los va a volver a derrotar la dignidad del pueblo”.
Es una opinión, que no ofende a nadie. Es un juicio de valor sobre lo que está haciendo el Gobierno para revertir la derrota electoral que, por otro lado, sintetiza una opinión muy generalizada de mucha gente, inclusive dentro del propio oficialismo y dentro de la propia corriente que lidera en el Gobierno Alberto Fernández.
Aníbal Fernández leyó este tuit de Nik. Y se hizo dos preguntas. Primero, pensando en Nik, ¿tiene hijos? Y segunda pregunta, ¿a qué colegios van los hijos?. Y contestó, con este tuit.
“Muchas escuelas y colegios de la CABA reciben subsidios del Estado y está bien. Por ejemplo la escuela/colegio ORT.
¿La conoces? Si que la conoces… O querés que te haga un dibujito?
Excelente escuela lo garantizo.
Repito… ¿Lo conoces?”
Muchas escuelas y colegios de la CABA reciben subsidios del estado y está bien. Por ejemplo la escuela/colegio ORT.
— Aníbal Fernández (@FernandezAnibal) October 10, 2021
¿La conoces? Si que la conoces… O querés que te haga un dibujito?
Excelente escuela lo garantizo.
Repito… ¿Lo conoces?https://t.co/tNHkDcSeP1
Obviamente se estaba refiriendo al lugar en el que, sabemos ahora, lo sabe todo el mundo, gracias al ministro de “Seguridad”, y subrayo esa palabra, manda a sus hijas Nik. No se hizo una tercera pregunta Aníbal Fernández, o quien lo informa, que es si la ORT recibe subsidios. Porque no recibe subsidios, como explicó Nik. Fernández lo amenazó, le hizo saber que sabía a qué colegios iban sus hijos.
Se ensañó especialmente con ORT, muy probablemente por ser un colegio privado de la Capital Federal. También en la provincia de Buenos Aires hay muchos colegios que reciben subsidios. No es el caso de la ORT.
Nik tiene la sensación de que hay algo de antisemitismo en esto, y lo escribió: un tufillo antisemita, que probablemente agrega una pincelada al aporte que han hecho el Gobierno y la Justicia, por la vía del absurdo, la última semana, al dictarse un fallo donde se da una vuelta de página sobre el tratado de la Argentina con Irán.
Tratado que no solamente avanzó sobre la Justicia constituyendo una comisión que iba a revisar lo que había hecho la Justicia argentina, sino que, lo que es verdaderamente insólito, Cristina no sabe todavía para qué lo firmó. Los iraníes ni siquiera lo protocolizaron, no lo aprobaron en su propia legislatura.
Pero lo central, lo que importa en este caso, es la reacción de un ministro de Seguridad que, por lo que se sabe, por lo que dicen sus colaboradores, tiene ataques de ira. Sufre ataques de inestabilidad emocional y está al frente de la seguridad. Es un ministro que amenaza. No es la primera amenaza de Aníbal Fernández. Hay muchas registradas, sobre todo con periodistas. Es un ministro que practica el espionaje, en el mismo Gobierno que le está reprochando a Mauricio Macri haber tenido una Agencia Federal de Inteligencia que practicaba el espionaje contra la oposición, contra periodistas y contra la propia dirigencia del Pro. Fernández incurre en esto. Se ve que el reproche a Macri es bastante cínico.
Se supone que a Aníbal Fernández lo habían incorporado a la primera fila del Gobierno -lo habían sacado de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio- para dar vuelta la campaña. Ahora, con este episodio, le hace un aporte a la campaña del Frente de Todos igual -o debería ser peor- que el de la famosa fiesta de Fabiola Yañez en Olivos.
Más allá de todo esto, tan reprobable y horrible, hay que hacerse una pregunta, y es quién se hace cargo del hecho. La oposición está pidiendo la renuncia de Aníbal Fernández. ¿Quién es el que le debe pedir la renuncia? Es decir, en este Gobierno, ¿quién manda? En este oficialismo, ¿quién es el responsable de estas aberraciones? ¿Será Cristina Kirchner la que le tenga que pedir la renuncia? ¿Será el Presidente? ¿El Presidente está en condiciones? ¿Tiene autoridad para pedirle la renuncia al ministro de Seguridad o en esa área está pintado? ¿Quién es el responsable de esta aberración, desde el punto de vista político, del ministro de Seguridad? ¿Manzur? ¿Manzur es el jefe? Es el jefe de Gabinete, pero ¿es el jefe de Aníbal Fernández? Probablemente hay una sola persona que, si le dice “andate” a Aníbal Fernández, se va a ir, que es Cristóbal López, para quién trabajó en el sector privado y siguió trabajando en el sector público. Este es el Estado de la política frente a un episodio aberrante como este.
¿Qué pasaría si hubiera otros episodios inquietantes en el campo de la seguridad con Aníbal Fernández como jefe? ¿Quién sería el responsable? Estamos frente a un oficialismo sin orden. Y frente a un oficialismo, a un peronismo, que asusta ¿Y por qué asusta? Porque está asustado. Porque está frente a la posibilidad de la derrota. Y vemos reacciones irracionales, como esta que involucra al ministro de Seguridad, frente a un periodista, un humorista gráfico, que se limitó a emitir una opinión bastante corriente sobre un gobierno que, según dice Alberto Fernández, nos cuida. En ese gobierno que nos cuida todavía no hay ningún funcionario con la entereza moral de repudiar lo que hizo Aníbal Fernández.
Este es el estado de la campaña. Pero pasemos de este hecho, que es perturbador y feísimo, y vamos a compensarlo con otro episodio de la campaña, también de hoy, que ya no es horrible, es casi risueño o patético. Pasamos de lo trágico, casi a lo cómico. Sucede en Tucumán, como tantas cosas que suceden en el oficialismo actual.
No sabemos si Manzur, el jefe de Gabinete, está gobernando la Argentina, pero está intentando gobernar Tucumán desde Buenos Aires. Le dedica mucho tiempo a Tucumán. Entre otras cosas, porque tiene miedo de que se lo coma Osvaldo Jaldo, que es el vicegobernador y enemigo, que quedó al frente de la provincia. Entonces, hoy Manzur tuvo la idea de llevar al Presidente a Tucumán. Y no solo fue el Presidente. Fue Aníbal Fernández. Lo esperaba Manzur, fue Claudio Moroni, el ministro de Trabajo, y fue el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello. Una gran comitiva se trasladó a dos localidades de Tucumán, La Cocha y Simoca.
A qué fueron: a festejar una inversión. Fueron a festejar una inversión de una fábrica de chacinados. Si uno lee la información que se publicó en Tucumán y en la agencia estatal Télam, como cobertura del viaje, se trata de una fábrica de chacinados que probablemente empezaría a funcionar el año que viene. Es decir, fueron a inaugurar algo fantasmagórico: fueron a inaugurar algo que todavía no existe. Y con una inversión de 120 millones de pesos. Fue el Presidente, el jefe de Gabinete, el Gobernador, el intendente, el ministro de Trabajo, el secretario general de la Presidencia, el ministro de Seguridad, a celebrar una inversión de 650 mil dólares. Un departamento en Caballito.
Pero lo más interesante de todo es que, según la crónica, esa inversión -que, si la vemos, la vamos a ver dentro de un año- implica, en dólares oficiales, 1,2 millones y está hecha -parece una broma- con aportes nacionales, provinciales y municipales. Es decir, con tres niveles de subsidio, para los 650 mil dólares. Esto es a lo que lo llevaron al Presidente a Tucumán, con varios ministros. Hay que avisarle a Alberto Fernández que lo están destruyendo quienes deberían cuidarlo. Es patético. Hay alguien que le está haciendo la anticampaña.
Esta situación patética es parte del modelo. Las inversiones que se anuncian son inversiones de 650 mil dólares, cuyos resultados los vamos a ver dentro de un año y que se pagan con impuestos públicos, que aportan los contribuyentes nacionales, los tucumanos y los vecinos de La Cocha.
Mientras esto se anuncia, en Tucumán, por segundo año consecutivo, es imposible exportar desde el aeropuerto local arándanos, que es una de las grandes producciones de la provincia.
Se producen en Tucumán 6500 toneladas de arándanos, 3500 se exportan, pero como no hay una autorización para exportar, los arándanos tienen que ir a Ezeiza. Alberto Fernández, Moroni, Vitobello, Aníbal Fernández y sus siniestros tuits, podrían encargarse de habilitar las exportaciones de arándanos y eso traería un rédito mucho más importante para Tucumán y para el país que una inversión hecha con subsidios públicos de 650 mil dólares. Habría que investigar quién es el dueño de la fábrica porque probablemente uno se encuentre con algo difícil de explicar. O fácil, si uno conoce cómo es la vida en Tucumán.
Estos son los hechos de campaña, dicho irónicamente. Ante la barbaridad que comete Aníbal Fernández al frente del ministerio de Seguridad nadie da explicaciones. Ni Alberto Fernández ni Manzur, que son sus jefes.
Este hecho horrible de la campaña en Tucumán forma parte de un plan más ambicioso que está llevando a cabo el Frente de Todos, que podríamos llamar “inflación para todos y todas”. O “inflación para todes”. Porque el primer resultado de la campaña que está llevando a cabo el oficialismo es la disparada de los precios. Se anuncia más gasto público. El que lo ve y sabe que ese gasto se financia con emisión, dice, “el peso se va a seguir degradando, va a haber una corrida inflacionaria, aprovecho para remarcar ahora”. Más gasto anticipa más emisión. Plantea un empeoramiento de las expectativas y eso lleva a que los formadores de precios se cubran de esa inflación futura remarcando y generando esa inflación.
Fíjense que algunos de esos anuncios son tan insólitos (por ejemplo, el de regalar los viajes de egresados) que solo consiguen generar inflación. Si el programa se implementa, las elecciones ya habrán quedado muy atrás.
Vamos a repasar un gráfico de AphaCast, una consultora que lidera el economista Luciano Cohan, en el que lo que importan, además de los datos, son las fechas. Muestra una curva, una V, que indica la inflación entre el 12 de septiembre, que es cuando se producen las Primarias, y el 27 de septiembre. La caída anterior al 12 es el efecto de las políticas de atraso cambiario. Viene después la ola de anuncios con la que genera expectativas de inflación y se produce una disparada de los precios, sobre todo en los alimentos: hay que avisarle a Cristina Kirchner, que es la jefa del oficialismo, que eso es lo que afecta sobre todo a su propio electorado.
Ahora miremos cómo pega esto en la política. Vamos a revisar unos gráficos que tienen interés por dos razones. Primero, porque corresponden con una encuesta que realiza OpinaArgentina, que lidera Facundo Nejamkis, conocido en el ambiente político como Nejamkis “el bueno”. La consultora acertó con los resultados en la Primaria, sobre todo en provincia de Buenos Aires. Ahora ha realizado estudios en ciudad y provincia. Esta encuesta, sobre provincia, es flamante, de los primeros días de octubre, y podemos tomar de allí el comportamiento de la opinión pública hasta acá. Este es el otro motivo por el que resulta interesante.
La primera preocupación de la gente es la inflación. La preocupación por la inflación sube desde el mes de agosto hasta octubre sin parar.
Segunda preocupación, la desocupación. Tercera, la corrupción. 30, 25 y 18 por ciento, respectivamente. Hay un 55 por ciento de preocupaciones en el plano económico y la dominante es la creciente inquietud por la inflación.
El segundo dato, que es llamativo también, en esta encuesta -de quien acertó los resultados del 12 de septiembre- es un dato muy interesante porque implica un cambio de los últimos meses.
Le preguntan a la gente: qué sector político puede reactivar la economía después de la pandemia. Hace seis meses, nunca hubiera estado al frente la oposición, que está con 34 por ciento. Acá hay dos datos para mirar. El oficialismo empieza a perder confianza frente a la oposición para salir del problema. Un oficialismo al que se lo votó para salir del problema que la gente identificaba con el final del gobierno de Macri. Ese fue el mandato y daría la impresión de que empieza a perder esa confianza. Y empieza a haber una recuperación de la confianza en la oposición. ¿Es porque había un error anterior y había una desconfianza inmerecida o porque la gente percibe que hay una renovación en la oposición que va dejando atrás a Macri?
Macri cree -y tiene datos para justificar esa creencia- que, en la medida que va quedando atrás su gobierno, y se ve la política oficial, su figura y su gestión van siendo reivindicadas, y se va recuperando en las encuestas. En la campaña de Juntos por el Cambio se ve otra teoría, que es que a Macri hay que eclipsarlo y mostrar otros candidatos. Es decir, mostrar una renovación.
Hay otro dato importante: el 26 por ciento dice que ni el Gobierno ni la oposición nos saca de esta trampa. Hay un sentimiento de desconfianza y apatía que es coherente con otros indicadores: el pesimismo. El 70 por ciento de los argentinos dice que este año le fue peor que el anterior y que el que viene le va a ir peor que este. Ahí está ese 26 por ciento haciéndole señas a toda la clase política. “De esta no nos saca nadie”, dicen.
Ahora vamos a ver cómo está la intención de voto. Es el dato más inseguro, pero el más interesante. Un gráfico nos muestra cuánto sacaría cada candidato si las elecciones fueran hoy en la provincia de Buenos Aires, que es la gran batalla. Un 37 por ciento se lo llevaría Santilli, y acá hay algo importante en esto, qué hay que mirar: está 9 décimas abajo de lo que sacó Juntos por el Cambio en conjunto. Si esto es verdad, quiere decir que Santilli retiene bastante el voto de Facundo Manes, algo que le preocupa. Segunda, a 4 puntos de diferencia, pero con un porcentaje menor, aparece Victoria Tolosa Paz. Y pega un estirón Espert, que llega al 8 por ciento, después de haber sacado 4,87 por ciento. Randazzo está con 5 por ciento -se mantiene más o menos igual-, y un 5 por ciento va a Del Caño, que era la tercera fuerza y en esta encuesta aparece como cuarta o quinta fuerza.
Juntos por el Cambio va a ir detrás del voto de Espert y Milei en la Capital, lo que supone correrse hacia posiciones más fiscalistas, más promercado, que tienen que ver con el clima de protesta frente a la inflación que estábamos viendo antes.
A todo esto, el Gobierno responde con más intervención, más control de precios. Eso es Roberto Feletti al frente de Comercio Interior. La sacan a Paula Español, llega Feletti. ¿Qué significa la llegada de Feletti? Estamos hablando de alguien del corazón del kirchnerismo. Feletti no estaría donde está si no lo hubiera puesto Cristina Kirchner. Ella lo designó. ¿De donde viene él? Fue el vice de Amado Boudou en Economía; un dato muy importante para caracterizar a Feletti, fue el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda en Diputados; la comisión es la más importante de la Cámara, y Feletti dirigía esa comisión cuando Julián Domínguez estaba al frente de la Cámara. Es muy probable que Domínguez haya tenido influencia en la llegada de Feletti porque tenía un conflicto con Español, sobre todo en la política de carnes, que es un tema central de la agenda del ministro de Agricultura. Probablemente haya puesto como condición para asumir liberar el cepo a la carne.
Feletti, después de dejar el Gobierno, como otros funcionarios de Cristina Kirchner, se refugió en La Matanza, donde fue secretario de finanzas de Verónica Magario. Con Magario fue a la Legislatura en La Plata y era el secretario administrativo del Senado ¿Qué significa Feletti? Lo que él dijo: más intervención. ¿Los precios son el resultado de la demanda de la gente y la oferta del mercado? Para Feletti, no. Los precios son el resultado de un costo que hay que calcular y una rentabilidad que debe regular el sector público. Es el Estado el que debe fijar el precio, no el mercado. Si alguien fija precios debe prever que Feletti viene con mayor ímpetu, probablemente con mayor conocimiento del Estado, a intervenir más. ¿Qué hacen los que ponen precios? Remarcan más. Por eso estamos frente a un plan inflacionario del Gobierno.
Inclusive con menos gasto público del que se suponía, van a lograr más inflación por la influencia negativa de las expectativas. Todo esto, fue caracterizado en un documento que publicó el periodista Pablo Winokur, hecho por gente que pertenece a las filas de Alberto Fernández. Vamos a ver algunos párrafos. No fueron escritos por el Instituto Patria, no viene de La Cámpora, ni de los intendentes, ni de Manzur. Pertenece a un grupo que se llama Movimiento de Unidad Popular, que forma parte de los equipos que estuvieron en la campaña con Alberto Fernández, junto al Grupo Callao, que lidera Santiago Cafiero y al que pertenecen Kulfas y Todesca. Hay también otra gente, más distante del Gobierno, muchos lo miran desde afuera, que se atribuyen este documento. Ahí están dos personas, Cecilia Gómez Mirada, que fue segunda de Cafiero en la jefatura de Gabinete, y Federico Martelli, que estuvo en la secretaría de Energía.
Dice el texto: “Lo más preocupante en términos políticos es la falta de un diagnóstico compartido hacia el interior del Frente de Todos y un programa de salida de la crisis”.
“La política económica --dice este grupo Movimiento de Unidad Popular, de gente de Alberto Fernández--, está cruzada por múltiples decisiones, cambiantes, contradictorias y pasajeras que están generando un nivel de desconcierto absoluto en los actores económicos, insisto, gente del Presidente dice esto. Alberto no pudo, no supo o no quiso decir, o lo dijo al tiempo que decía 50 cosas, que el camino de salida era el crecimiento y el empleo. En su lugar, se exacerbó la agenda de los ‘nuevos derechos’ y el avance de las luchas sectoriales”.
Sigue este grupo de “albertistas”: “La gente quería que bajemos la inflación, y que le digamos que va a tener trabajo, pero le imprimimos unos billetes y se lo mandamos al CBU. El vuelto va a ser muy doloroso. Quienes conocemos el conurbano bonaerense y los conurbanos de las grandes ciudades podemos permitirnos una duda: ¿realmente queremos que le pongamos plata en el bolsillo? La gente sabe que la plata inventada termina su camino feliz cuando la leche llega a 100 pesos por litro”.
El documento dice textualmente que el manejo de la pandemia, especialmente por la suspensión de las clases y por la foto de Olivos, “demolió la autoridad presidencial”. Insisto, esto lo escribe gente de Alberto Fernández.
Hablan del manejo de la inseguridad y dicen: “El conurbano bonaerense tuvo una explosión de inseguridad nunca vista en la historia. La empleada doméstica a la que le roban las zapatillas en la parada del colectivo sabe que tendrá que dedicar 10 días de trabajo para volver a calzarse para poder ir a trabajar, y esto el Gobierno no lo registra”.
Es evidente que, cuando llegue el resultado, si como mucha gente cree que va a pasar, dan vuelta la elección, alguien se los dijo. Alguien de las propias filas les avisó que no era por este camino. Este Movimiento de Unidad Popular parece coincidir con los gráficos que veníamos mostrando.
Ahí está Roberto Feletti que es una sombra para Martín Guzmán. ¿Lo quieren sacar a Guzmán? Todavía no ¿Hay malestar con Guzmán? Sí. ¿Qué quieren La Cámpora y Cristina Kirchner? Que se alinee. Feletti es una sombra sobre Guzmán sobre todo si se niega a alinearse en las conversaciones con el Fondo. Una demostración de los resquemores que hay frente a Guzmán es que ahora, cuando él viaja a Washington para participar de la asamblea del FMI, lo acompaña Juan Manzur. Porque tanto Cristina Kirchner como La Cámpora, pretendían otro jefe de Gabinete para que controle a Guzman. En la suposición de que Guzmán es demasiado amigo de los ejecutivos del Fondo, porque puede tener la fantasía de terminar siendo funcionario del Fondo como lo fue Stiglitz, su maestro.
Entonces, en La Cámpora, en el entorno de Cristina, dicen que Guzmán les trae mensajes muy duros, pero no saben si él discute con la suficiente convicción. La idea es que en la discusión con el Fondo hay un margen de maniobra política disponible que Guzmán no aprovecha. Ahora lo mandan a Manzur. Él dice que va a haber inversores. Ojalá los encuentre. Pero lo mandan sobre todo a controlar la relación entre Guzmán y el Fondo. Hoy hubo una noticia relevante en este sentido, la publicó Jorgelina do Rosario, en Bloomberg: según esa información, el Fondo ya dijo que no a los reclamos de la Argentina para aliviar las tasas que el Fondo cobra por haber superado la cuota de crédito que corresponde a cada país. En el Fondo dicen: “No, no lo vamos a conceder, no va a haber heterodoxia. Vamos a seguir con las reglas clásicas”. En el Gobierno aseguran que eso no sucedió. “Todavía estamos negociando”, agregan. En el Fondo no desmintieron. Tampoco hacen comentarios sobre trascendidos. Vamos a ver si Manzur vuelve con la victoria o no. Porque ahora que es el monitor de Guzmán es también el que tiene que volver con el trofeo. Un Guzmán debilitado, un Alberto debilitado, ambos van a hablar con una Georgieva debilitada, en un Fondo donde, Georgieva sigue al frente, pero con una tutela mucho más estricta del Tesoro de Estados Unidos. Y de David Lipton, que es el funcionario de la secretaría del Tesoro de Biden, que antes estaba en el Fondo, y fue quien negoció con Dujovne, el programa que tanto critica el oficialismo.
Sale Paula Español, entra Feletti y esto tiene otra dimensión, no solo para Guzmán. Es un mensaje para Kicillof. Daría la impresión de que, para Cristina Kirchner, Kicillof puede ser muy leal, muy fiel, pero en el orden práctico no ofrece resultados, no hace goles. Ya le hicieron desplazar a Bianco, su jefe de Gabinete. Y él lo entregó sin chistar.
Se va concretando la intervención sobre Kicillof. Ahora le hicieron sacar a Paula Español del área de comercio. Habrá que ver si esa intervención sigue, y si sigue en un área fundamental, que es la seguridad. ¿Por qué? Empieza a circular la versión de que Sergio Berni estaría por irse del Ministerio de Seguridad. Lo adelantó el periodista Roberto García. ¿Qué quiere decir? Que queda decapitado el esqueleto más importante que tiene la provincia de Buenos Aires: la policía. No es que a Berni lo echan, sino que Berni se querría ir. ¿Por qué? No sabemos. ¿Es por el imperio de La Cámpora? Él tuvo un altercado con Máximo Kirchner, lo agarró del cuello, y los tuvo que separar el jefe de Policía. Viejos enfrentamientos que, vaya a saber, se hunden en el fondo de la historia porque Berni debe conocer a Máximo desde chiquito. Casi una historia familiar. Hipótesis: ¿Berni se va porque ve venir problemas de seguridad o porque no está claro quién es su jefe? ¿Porque no sabe si su jefe es Insaurralde o Kicillof? Ahí está mirando Alejandro Granados, caudillo de Ezeiza, que fue ministro de Seguridad, muy opaco, de Daniel Scioli. Granados es el gran socio, en todo el sentido de la palabra, de Martín Insaurralde. Quiere decir que los intendentes le quieren tomar la seguridad a Kicillof. ¿Tuvieron algo que ver Granados, Insaurralde, hasta Massa, en tolerar, o a lo mejor, no disuadir, o alentar, el levantamiento policial de septiembre del año pasado? Sería irónico que fueran ellos los que vuelvan a controlar a la Policía que se levantó.
Gran avance de los intendentes posiblemente ahora también en el área de la seguridad ocupando distintos cargos en el Ejecutivo. Probablemente con la fantasía de que, si se van de sus municipios antes del 10 de diciembre, pueden ir a la Justicia para reclamar el derecho a la reelección. La reelección está limitada por una ley que congeniaron María Eugenia Vidal y Sergio Massa. ¿Jorge Macri quiere ser ministro de gobierno de Horacio Rodríguez Larreta para aprovechar esa martingala y volver a ser reelegido intendente de Vicente López? Nadie lo sabe porque nadie sabe cómo va a fallar la Justicia sobre ese tema.
Cristina se abrió las venas por la derrota, intervino el gobierno de Alberto y el de Kicillof, y logró algo importantísimo: que queden ellos dos como los culpables del fracaso.
Veremos si con este nuevo plan inflacionario logran dar vuelta el resultado. Porque, si no lo logran y el Frente de Todos se encuentra con una nueva caída, la que perdió y habrá sido vencida es Cristina Kirchner. Esa derrota sí es importante para el diseño general de la política. Y para la capacidad del bloqueo que pueda tener una líder populista como es ella, sobre la gestión económica y sobre el rumbo general del Gobierno después de las elecciones.