El temprano primer trago
Sábado por la noche. Alumnos de tercer año de secundario se reúnen en una “juntada”. Hay bebidas alcohólicas sobre la mesa. Lo llamativo: hay padres presentes. “¡Prefiero que tome acá, en casa! Está más cuidado, es un consumo controlado”- dice la madre de un chico de 15 años.
Hoy, el consumo de alcohol es a una edad más temprana, más frecuente y de mayor volumen. Lo confirman los estudios y lo vemos con nuestros propios. Como si demorar el inicio del consumo fuera imposible, algunos padres de adolescentes menores de edad, se convierten en aliados de sus hijos, permitiendo que el primer trago sea ingerido antes de tiempo.
Numerosos trabajos sugieren que la edad de inicio de consumo de alcohol ha ido bajando y que cuanto más temprano es el inicio, mayor es la probabilidad de desarrollar dependencia. Algunos datos de Argentina: https://www.argentina.gob.ar/salud/consumo-de-alcohol/consumo-de-alcohol-en-argentina
· En jóvenes, la edad de inicio de consumo es a los 13 años y la tendencia es que cada vez sea a menor edad.
· En adolescentes de 13 a 15 años, el consumo en mujeres aumentó superando al de los varones.
· En adolescentes, la cantidad de alcohol que se consume aumenta con la edad.
La ley 24.788, prohíbe en todo el territorio nacional, el expendio a menores de dieciocho años, de todo tipo de bebidas alcohólicas, declara de interés nacional la lucha contra el consumo excesivo de alcohol. Pero no se ve ninguna lucha, por el contrario, se ve una conducta permisiva por parte de los adultos.
No sólo los excesos son dañinos, sino también un consumo antes de lo permitido.
¿Cómo se entiende que un hábito, que se sabe que no es saludable, se vaya impregnando cada vez con más frecuencia y de modo más temprano, en la población adolescente?
Baja percepción de riesgo. Una investigación realizada en 2019, “Percepción de riesgo del uso nocivo del alcohol y sus consecuencias en adolescentes”, publicada en la Revista Scielo reveló que “existe un bajo nivel de conocimiento, creencias inadecuadas sobre consumo nocivo del alcohol y una baja percepción de riesgo. El alcohol es una de las drogas que por su fácil acceso y poderosa propaganda que recibe, se ha convertido en un verdadero problema social en casi todos los países y en todas las edades a partir de la adolescencia. Los niveles más bajos de percepción de riesgo de entre todas las sustancias, se vinculan al consumo de alcohol (tanto diario como de fin de semana), siendo la sustancia psicoactiva con mayores prevalencias de consumo en ambos sexos y para todas las edades consideradas.” http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1028-48182019000400744
Actitudes parentales. “Las creencias que los niños y adolescentes tengan de cuanto consumen sus amigos y padres, y cuanto aprueban dicho consumo, parecen ser factores claves para determinar su propio consumo. Estas creencias son susceptibles de modificación mediante intervenciones.” Profundiza un artículo titulado “Consumo de alcohol en niños y adolescentes: prevalencia en países del cono sur de América Latina, factores de protección y factores de vulnerabilidad” publicado por la Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-42062020000100026&lng=es&nrm=iso&tlng=es
Los datos relevados por esta publicación sugieren, por un lado, un descenso en la edad de inicio del primer consumo y, por el otro, un aumento tanto de las prevalencias de consumo de vida, como de conductas más problemáticas como el consumir 4 - 5 tragos por ocasión de consumo.
Algunos estudios han demostrado que las actitudes parentales están ampliamente relacionadas con este debut temprano con el alcohol, ya que la percepción de riesgo es baja. “En términos generales, cuánto mayor sea la percepción de riesgo menor es la probabilidad de consumir alcohol”, detalla la publicación.
Tanto en adultos como en adolescentes, se minimiza la percepción de riesgo, logrando que el consumo en menores se vuelva una conducta frecuente y normal. Las características del ambiente familiar y creencias parentales influyen en los hábitos de consumo de los hijos. Es posible disminuir la exposición de los niños al alcohol estableciendo normas y acuerdos familiares. Pero, daría la impresión de que, en algunos grupos sociales, el progenitor se identifica con su hijo adolescente y, con el objetivo de desear su diversión e integración al grupo (de no ser visto como un “aguafiestas”), deja de actuar como una figura protectora, para transformarse en una especie de par, fallando en la puesta de límites.
Propaganda. Hay una oferta cada vez más variada y promocionada en contenidos, tanto publicitarios como de ficción. La serie Ginny y Georgia (Netflix), por ejemplo, -destinada a este segmento etario- muestra reiteradas escenas de consumo de alcohol (en personajes que actúan de menores de edad), ligadas al entretenimiento; imágenes que influyen a nivel inconsciente, al transmitir sutilmente el mensaje de que la posibilidad de diversión es mayor con el consumo de alcohol e invisibilizar los efectos dañinos. A los contenidos de ficción, se le suman las numerosas publicidades que poco advierten acerca de los riesgos del consumo, resultando mayor el caudal de información recibido vinculado a los efectos positivos que a los negativos. Estos estímulos recibidos, que actúan a nivel inconsciente, van moldeando las creencias, los hábitos y generando el deseo.
Quizás sea hora de equilibrar el mensaje y hacer más énfasis en los riesgos que en el placer del consumo.
¿Por qué es importante demorar el primer trago?
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, es decir, es una droga que hace más lenta la actividad cerebral. En el artículo “Cómo actúa el alcohol en nuestro Cerebro”, publicado por Elsevier https://www.elsevier.es/es-revista-trastornos-adictivos-182-articulo-como-actua-el-alcohol-nuestro-10016452, se explica que “La acción depresora del etanol sobre el SNC y su capacidad para afectar las funciones cognitivas, perceptivas y reducir las capacidades motoras, hace que su consumo esté relacionado con aumentos en accidentes.
Además, a diferencia de otras sustancias adictivas, el etanol es un tóxico celular, una droga psicótropa, depresora del sistema nervioso central (SNC), con acción reforzante positiva y con capacidad de crear tolerancia y dependencia psicofísica y adicción.”
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y el Alcoholismo afirma que “Las investigaciones demuestran que el cerebro de los jóvenes se desarrolla hasta los 20 años. El alcohol puede alterar este desarrollo, lo que podría afectar tanto a la estructura del cerebro como a su función. Esto puede causar problemas cognitivos o de aprendizaje, y/o aumentar la vulnerabilidad del trastorno por consumo de alcohol, especialmente cuando las personas comienzan a abusar del alcohol a una edad temprana. El consumo excesivo y peligroso de alcohol en menores se asocia a una mayor probabilidad de ser víctima o autor de violencia interpersonal.” https://www.niaaa.nih.gov/publications/el-consumo-de-alcohol-entre-menores “El cerebro de los adolescentes es más vulnerable a los efectos negativos del alcohol que el cerebro de un adulto. El consumo indebido de alcohol durante la adolescencia puede alterar el desarrollo del cerebro, lo que podría resultar en cambios duraderos en la estructura y función del cerebro.”
Cómo revertir esta tendencia. El desarrollo de campañas de comunicación destinadas a transmitir conocimientos e incrementar la percepción de riesgo, podría contribuir a modificar creencias, así como también, a nivel familiar, rever actitudes parentales ligadas a las normas y acuerdos que pueden contribuir a detener este hábito riesgoso.
Parecería que padres e hijos se van dejando llevar gradualmente por una costumbre masiva y nociva que no se sabe cómo se originó, pero que es necesario detener. Ha llegado la hora de asumir que existe un riesgo, que está originado por creencias y actitudes que pueden ser modificadas. El primer paso es reconocer el problema.
Licenciada en Psicología