El talle único discrimina
Los paradigmas de belleza que se instalan, por ejemplo desde la publicidad, distan de responder a la realidad de la mayoría. El propio Photoshop, como herramienta tecnológica, distorsiona la verdad, al punto de que su uso se halla regulado en la publicidad estática de la vía pública porteña. La ley local obliga a consignar en esos avisos si la imagen fue retocada digitalmente.
Una encuesta nacional de 2015, realizada mayormente entre mujeres de la Capital, el Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, reportaba que un 68% tenía dificultad para conseguir ropa de su talle. No es de extrañar; muchísimas marcas de indumentaria apuntan a compradores esbeltos, lo que hace que cuando la mayoría de los clientes llega al probador se desmoralice ante la falta de talles. La secuencia se completa con problemas de alimentación, baja autoestima y depresión, por sólo nombrar algunos dentro de una larga lista de efectos negativos con mayor incidencia en los adolescentes y los jóvenes.
Desde 2010, la OSC Cuerpos en Riesgo de Extinción (http://buenosaires.endangeredbodies.org) lleva adelante en el país la campaña "El talle único no es el único talle" (www.noeselunicotalle.org), tendiente a que se sancione una ley nacional de talles que obligue a las marcas, fijando multas y penalidades, a ofrecer una curva ideal de siete medidas diferentes.
El trabajo conjunto con el Inadi y la Cámara de la Indumentaria permitió a la entidad sumar el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que trabaja en el primer estudio antropométrico de nuestro país, instrumento fundamental para acompañar una norma nacional.
Conforman también anualmente un directorio de las empresas que ofrecen variedad de talles, a través de locales, salones de exhibición o venta online. La última edición presenta la lamentable cifra de apenas 12 marcas. Aun así, debemos reconocer cierta mejora, pues en 2011 ni una firma pudo sumarse al directorio. Es que, por entonces, apenas se perfilaban algunas que hacían tímidos esfuerzos en la dirección correcta, publicitando sin Photoshop, apelando a cuerpos y maniquíes disímiles.
Todos, hombres y mujeres, tenemos derecho a comprar ropa sin tener que enfrentarnos dolorosa y forzosamente al prejuicio ajeno, capaz de coartar la libertad de lucir el cuerpo que tenemos y de lanzarnos a peligrosos escenarios.