El señor González y el Machu Picchu
Me estuvo diciendo que quiere ir con un grupo de compañeros del cole allí. Es una cosa mucho más espiritual
El señor González estiró la mano derecha para apagar el velador.
- ¿Nos vamos a dormir, gorda?
- Escuchame una cosita, viejo. Quiero que hablemos de una cuestión, antes de dormir. ¿Puede ser?
- ¡Claro, gorda! ¿Qué pasa, algún problema?
- No, viejo, ningún problema. Es algo que te quiero comentar. Mirá, son las 11 y está por llegar Sabrina. Mejor que hablemos ahora. Vos sabés que este año termina el colegio y a fin de noviembre los chicos hacen todas las fiestas, los viajes, las despedidas... esas cosas.
- Sí, ya sé, Sabrina querrá ir a Bariloche o algo así. Me imagino lo que va a ser eso. Gastar un montón de plata y que la nena vaya a emborracharse, enfiestarse y todas esas diversiones de cierre de estudios...
- Viejo, no es una nena. Sabrina, a fin de año, va a ser una señorita de 18 años.
- Bueno, está bien, ya sé. De cualquier manera, ahora las chicas no se casan y tienen hijos hasta los 28... ¡O por ahí 38! Qué se yo. Por ahora es una chica muy joven, y está bajo nuestra responsabilidad.
Gastar un montón de plata y que la nena vaya a emborracharse, enfiestarse y todas esas diversiones de cierre de estudios
- Bueno, viejo, nuestra hija no es una chica común, que piensa en bailes y borracheras. Fijate vos. Me estuvo diciendo que quiere ir con un grupo de compañeros del cole a Machu Picchu. Es una cosa mucho más espiritual. Entonces pienso que, dentro de un rato, cuando vuelva del cine, le podemos decir que cuente con nuestra autorización, que le vamos a dar la plata. Igual, no sale nada caro. ¡Imaginate qué linda aventura cultural, ir de mochilera con sus compañeros a Machu Picchu!
- ¿Pero vos me estás cargando, gorda?
- No. ¿Por?
- ¿Vos no leés los diarios?
- No sé de qué hablás.
- Mirá, ahora te leo. Acá está el diario de hoy...
González manoteaba las páginas entre las sábanas, nerviosamente, hasta encontrar el artículo
-¿Te leo?
- Bueno...
- Una fiesta electrónica terminó en orgía, en una fortaleza inca cerca de Machu Picchu. Fueron detenidos sesenta turistas jóvenes, que participaban de una ruidosa y desordenada fiesta sexual. Eran de nacionalidad argentina, peruana e israelí. Los jóvenes mantenían relaciones sobre los monumentos arqueológicos y se fotografiaban desnudos. Algunos estaban alojados en cuatro ranchos, de construcción ilegal, dentro del terreno arqueológico. Allí se encontraron vasijas, monedas y piezas de cerámica que habían sido sustraídas de los antiguos templos. Todos los turistas se encontraban en estado de ebriedad y bajo los efectos de estupefacientes.
- Ay viejo, qué desastre...
En ese instante, se abrió teatralmente la puerta y entró Sabrina, con sus borcegos, sus chupines y sus delgados brazos cubiertos de tatuajes. Estaba furiosa.
- ¡Papá, acabo de llegar a casa y te escuché desde el living! ¿Qué disparates estás diciendo?
- Lo que publica el diario.
- ¡Fijate bien! Eso no sucedió en Machu Picchu sino en Sacsahuamán, una fortaleza que queda cerca. No es Machu Picchu. Es cerca. ¿Ves la diferencia?
- ¡Sí, a cuatro cuadras, esa es la diferencia! Además acá explica que la nueva moda es desnudarse y sacarse una foto con el fondo de los monumentos históricos
- Sí, pa, pero eso no tiene nada de malo. Es un juego, una diversión, como sacarse una selfie en el Vaticano, o en el Gran Cañón del Colorado, o en las Pirámides de Egipto.
- ¿Nada de malo? ¡Los van a procesar por ultraje al pudor y violación de áreas culturales! ¿Nada de malo?
La nueva moda es desnudarse y sacarse una foto con el fondo de los monumentos históricos…
En ese momento intervino la señora de González, porque la discusión estaba subiendo de tono.
- Bueno, viejo, no te pongás nervioso. ¿Te doy una pastillita de las amarillas? Sabés que te hace mal cuando estás así...
- ¡Claro, pa, tranquilízate!- agregó Sabrina con dulzura-... Siempre estás pensando en orgías, en drogas, en despelotes. Este viaje va a ser una experiencia espiritual.
- ¿Espiritual?... Prefiero Bariloche!
- Pa, escuchame. Bariloche ya fue. Estamos tratando de buscar algo más allá de la rutina, del conformismo, de la cosa retrógrada.
- ¿Para qué? -estalló González- ¿Qué quieren inventar? ¿Por qué tienen que hacer tantas cosas raras? Tengo un hijo que estudia para chef. Ahora resulta que, para cocinar el risotto, hay que ir a la Universidad. Otro hijo estudia para counselor, que no se sabe lo que es. Nadie lo puede explicar. Y ahora mi hija, la menor, una nena, termina el secundario y, como fin de curso... ¡Quiere ir a participar de una orgía de sesenta tipos en el Machu Picchu! ¿No pueden organizar algo normal, por ejemplo un baile en el salón de actos, y que la directora del colegio les entregue los diplomas y la medallita de egresados? ¿Es demasiado normal?
Escuchame. Bariloche ya fue. Estamos tratando de buscar algo más allá de la rutina, del conformismo, de la cosa retrógrada
La señora de González miró a su hija, Sabrina.
- Nena, un poco de razón tiene...
- ¡Basta, mamá, no le hagas caso! ¿No te das cuenta de que papá es un terrible facho?
- Bueno, hija, no te preocupes, yo voy a hablar con tu padre y lo voy a convencer. Andá a dormir...
- No, ma, ahora me pasan a buscar para hacer la previa. Después salimos a bailar.
- Bueno, nena, andá, pero no tomés mucho...
Sabrina se retiró con un portazo. El señor González apagó la luz de un solo movimiento brusco, pero no cerró los ojos. Tomó la mano de su mujer y la envolvió suavemente. Los dos permanecieron en silencio durante un rato y así, poco a poco, se fueron adormeciendo.
Comenzaba un nuevo día.