El secreto es un negocio que sale caro
El costo por hacer negocios en secreto, en última instancia, lo pagan los ciudadanos. Los gobiernos en América Latina, desesperados por responder a la pandemia, gastaron millones en ventiladores y en equipo de protección. La escasez de mascarillas en los hospitales, por ejemplo, incrementó aún más el riesgo para el personal médico y pacientes. La cúspide de la confidencialidad llegó con la adquisición de la vacuna, que representaba el sendero hacia la normalidad.
Las negociaciones que quedan bajo llave dan un poder desmedido a las farmacéuticas sobre la mayoría de naciones latinoamericanas. Existe una creciente frustración en la región por la falta de equidad en la adquisición y distribución de vacunas. La evidencia muestra que no es cierto que el secreto permite que las empresas farmacéuticas puedan ofrecer precios escalonados. Al contrario: se ha priorizado a las naciones ricas en el lanzamiento de la vacuna y los países en la región han pagado precios más altos, con un caso emblemático en las negociaciones con Pfizer, cuyas exigencias irresponsables generaron retrasos y fracasos en acceder a la vacuna.
Las contrataciones abiertas fortalecen la posición de negociación de los gobiernos y la confianza del público. Atados por acuerdos de confidencialidad, los gobiernos carecen de información crítica para conducir una negociación efectiva y equilibrada. En la contraparte, las compañías farmacéuticas conocen las necesidades de todas las naciones. Toda la información sobre la contratación de la vacuna, desde el acuerdo de compra hasta el final la distribución debe ser abierta. La transparencia es el principal factor para entablar una gestión eficiente, eficaz y justa, que permite una rendición de cuentas para que la ciudadanía conozca y confíe en los programas de inmunización.
La transparencia en la contratación pública es crítica para enfrentar el abuso de poder y la corrupción.
Las compras de emergencia, realizadas con mecanismos de supervisión reducidos, han sido más vulnerables al abuso, desvío de dinero y la corrupción. En épocas de enorme sufrimiento, la opacidad permitió que actores inescrupulosos robaran los pocos recursos disponibles para atender la emergencia.
Los países que estaban más avanzados en el camino de las contrataciones abiertas cómo Ecuador y Paraguay fueron capaces de reaccionar más rápidamente durante la pandemia. La Argentina ha dado pasos en la dirección correcta al buscar mejoras para la publicación de datos de las compras para la emergencia. Ahora urge trabajar en divulgar todas las compras públicas de manera rápida y establecer un diálogo abierto con la sociedad civil.
Apenas estamos al inicio del final de la pandemia, habrá que invertir mucho para reconstruir nuestras economías: en las vacunas, en las obras públicas, en oportunidades a las empresas pequeñas y medianas.
La crisis ha traído obstáculos sin precedentes. Sería de necios actuar como antes, con secretismo. El camino a la recuperación involucra una relación de confianza en lo público. Y nada aporta más a esa construcción que la información pública y a tiempo y en mano de los ciudadanos sobre quién compra qué, a qué precio, y a quién. Es momento de cambiar las costumbres e implementar las contrataciones abiertas para ofrecer las mejores respuestas a una recuperación efectiva.
Gerente para América Latina, Open Contracting Partnership