El secreto del éxito en el plano internacional
El Poder Legislativo tiene un relevante rol de control sobre el Poder Ejecutivo en lo internacional. A su vez, da ratificación democrática a la política exterior. Así, los gobiernos y sus cancillerías procuran dotar a sus políticas de la legitimidad necesaria para asegurar su coherencia en el tiempo y asegurar su implementación.
El Poder Legislativo ha tenido importantes participaciones en la ratificación de tratados que resolvieron disputas territoriales. Un caso paradigmático fue la aceptación del resultado de la mediación del papa Juan Pablo II en el diferendo del Canal de Beagle con Chile. Aunque una gran mayoría de la población votó por aceptarlo en una consulta no vinculante, la mediación en el Senado se impuso por solo un voto. Otro episodio fue el de no ratificar un tratado bilateral que daba solución a la disputa de los Hielos Continentales con Chile. Esto llevó a fijar nuevos criterios para la demarcación de la frontera común, que serían aceptados por el Senado en 1999. Aparte de estos asuntos territoriales, el Congreso aprueba las declaraciones de guerra, la salida de tropas argentinas del territorio nacional, y el Senado aprueba los ascensos de diplomáticos de carrera y los acuerdos para embajadores políticos.
A esto se sumó en la práctica la responsabilidad de aprobar los tratados económicos. Los procesos de integración regional tendrían impacto sobre la distribución de la renta en el orden doméstico. Es decir que comenzarían a verse “ganadores” y “perdedores” internos. En consecuencia, diferentes grupos sociales y regiones geográficas –representados en las cámaras– tendrían que poner más foco en la política exterior, que podría mejorar o empeorar su situación económica. Así, el Congreso aprobó el tratado del Mercosur y los pocos tratados de este con otras naciones.
El Poder Legislativo puede jugar un rol complementario al del Ejecutivo en política exterior. Para el expresidente provisional del Senado y hoy alto diplomático Federico Pinedo, la diplomacia parlamentaria –sea a través de los grupos de amistad o la International Parlamentarian Union– es un instrumento útil para intercambiar propuestas en temas conflictivos entre naciones, sin compromiso oficial. Por ejemplo, entre presidentes del Senado, que tienen acceso directo al Ejecutivo. Es crítico abordar estas relaciones en forma sistemática y continua, desarrollando vínculos personales.
El Poder Legislativo puede ser un catalizador o un freno para la implementación de las políticas internacionales. Un caso representativo de este fenómeno fue la aprobación en dos meses de 23 proyectos de ley, motorizados por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, bajo el liderazgo del senador Francisco Paoltroni. Así, se aprobaron hasta proyectos que estaban sin aprobar desde 2011, incluyendo tratados de eliminación de la doble imposición tributaria con China y Turquía, de promoción y protección recíproca de inversiones con los Emiratos Árabes Unidos, de eliminación de cargos de roaming en el Mercosur y sobre subvenciones de pesca en el marco de la OMC.
Por ello, si el Poder Legislativo es el campo de batalla de los partidos, un canciller –siendo una figura política– debe evitar posiciones y piezas de oratoria partisanas, y eludir el aislamiento burocrático. Como señaló el exsecretario de Estado norteamericano Dean Acheson: “Obtener y mantener su función depende del éxito de su partido, pero el éxito en su función dependerá del apoyo que logre de otros partidos”.ß