El secreto de Eva
Rodeada de cartas, testimonios y recortes periodísticos, Nilda Argentina Quartucci está convencida de que su madre fue la segunda esposa de Perón. Hasta ahora no apareció ninguna prueba que respalde su postura: la mujer más controvertida de la historia argentina también dejó dudas en este terreno.
¿QUE pudo haber convencido a Nilda Argentina Quartucci de que es la hija de Eva Perón?
Los papeles se acumulan en una carpeta ajada, y media docena de cintas guardadas en una caja fuerte conservan testimonios, juramentos, secretos confesados y declaraciones tajantes.
De ser cierta, la historia que la mujer quiere creer podría cambiar definitivamente la imagen de uno de los iconos de la Argentina contemporánea.
Esa historia es así: el actor Pedro Quartucci habría mantenido un romance con la actriz María Eva Duarte a principios de 1940. En ese momento estaban filmando juntos una película de nombre profético -Una novia en apuros- y la relación habría acabado en un embarazo. El 26 de octubre de 1940 Eva habría tenido una hija, y Quartucci se habría quedado con el bebe diciéndole que había muerto al nacer. La nena habría sido llevada por el actor a la casa de Sadi Carnot 470, donde él vivía con su sumisa esposa Felisa Bonorino, y desde entonces los tres habrían formado una familia.
Faltaban cinco años para que Eva Duarte se convirtiera en Eva Perón, y más de treinta para que Nilda Quartucci comenzara a desvelarse.
Pistas
En rigor, los indicios que abonaban el misterio no eran pocos:
- En principio, las relaciones entre Pedro Quartucci y el peronismo nunca fueron buenas. "Pasé un tiempo feo. Fue durante la época de Perón cuando me prohibieron en la radio y en los d0iarios", contó en 1980. "No sé quién fue, porque eso nunca se sabe, pero de un día para otro noté que me apartaban de las fotos... Esas cosas. Duró unos siete años". Suspicacias aparte, siete años fueron los del ascenso y consolidación de Eva: desde mediados de 1945 hasta su muerte en julio de 1952.
- En una carta que Eva escribió a su esposo el 6 de junio de 1947, se refiere a ciertos comentarios sobre su vida íntima que Rudi Freude -un secretario privado de la Presidencia- le habría hecho a Perón. No se sabe cuáles fueron esos comentarios, pero a Eva la indignaron: "Te juro que es una infamia; mi pasado me pertenece", le escribe a su esposo. Y agrega: "¡Qué canallada pensar de una chica esa bajeza! Es totalmente falso".
- El historiador Enrique Pavón Pereyra recordó ante La Nacion que Mercedes, una prima de Perón, intentó inmediatamente después del 17 de octubre de 1945 que Eva se alejara del entono del general: "Le ofreció sus ahorros, unos 20 mil pesos de entonces, para que se fuera y no lo perjudicara con su pasado. Mercedes algo sabía, pero fracasó en el intento, y Perón y Eva se casaron el 21 de octubre".
- Otra carta, ésta escrita por el confesor de Eva, Hernán Benítez, también deja incógnitas. Está fechada el 3 de enero de 1985 y dirigida a Blanca Duarte de Alvarez Rodríguez, y dice: "Ella le estaba ofreciendo a Dios el holocausto de un inmenso dolor. De un dolor que jamás se sabrá en este mundo... Usted sabe muy bien a qué dolor me refiero. Sabe quién lo provocaba y de qué manera. Dolor que, como ningún otro, desgarró su corazón, más, mucho más que la enfermedad... Eva ya había padecido el purgatorio en este mundo. No en su carne cancerada, sino en su corazón acrisolado en la peor de las torturas".
¿El "secreto" que conocía Benítez era el de la maternidad de Eva? Nadie lo sabe, porque el jesuita se lo llevó a la tumba. Nilda Quartucci y su hija Roxana Panzeri, en todo caso, estaban convencidas de ello, y en 1992 fueron a ver a Benítez a su casa de Florida, al norte de la Capital.
La historiadora Marta Cichero contó que las dos mujeres le pidieron al cura que les saliera de testigo, y que él se negó alegando que estaba bajo juramento.
Un ADN esperanzador
Un examen genético realizado en mayo de 1997 en el hospital Durand, le agregó a Nilda Quartucci un dato muy alentador.
El examen es categórico y demuestra que "se excluye el vínculo biológico genético-materno" entre ella y Felisa Bonorino, la viuda del actor. Aunque no prueba que Nilda sea la hija de Eva Duarte, pone de manifiesto al menos un delito de falso testimonio: dado que existe una partida de nacimiento donde se afirma lo contrario, el examen corrobora que el bebe fue adoptado ilegalmente por los Quartucci, y que los documentos que dan cuenta de su nacimiento fueron fraguados para ocultar la identidad de la verdadera madre.
Según la partida 657 de la Sección Novena del Registro Civil de la ciudad de Buenos Aires, el 30 de octubre de 1940 Pedro Quartucci había inscripto a Nilda Argentina, a la que declaró nacida en su casa de la calle Sadi Carnot cuatro días antes, es decir el 26 de octubre.
En la partida se lee que Nilda es hija de Quartucci y de Felisa Rosario Bonorino, y testifican el nacimiento Andrés Agustín Massalín y Oscar Héctor Giordano. El primero vivía en casa del matrimonio Quartucci, y el segundo al 2900 de la calle Moreno, también en Buenos Aires. La Nación los buscó, pero ambos habían fallecido.
Un detalle que llama la atención: el certificado de nacimiento no lleva sello de funcionario alguno, y por lo tanto la partida redactada sobre él no es válida. Si a ésto se le suma el resultado del análisis genético realizado cincuenta y siete años después, todo acaba en un verdadero aquelarre: mintió Quartucci al declarar que Nilda era también hija de su esposa, mintió Felisa Bonorino al aceptar como hija biológica a quien no lo era, y mintieron los testigos al dar fe del nacimiento y la filiación.
Confesión de parte
Pero quizá el testimonio más esperanzador para Nilda Quartucci haya sido el de su propia madre adoptiva. A pedido de Nilda, el 29 de julio de 1993, la viuda de Quartucci le escribió: "Sobre lo conversado en otras ocasiones, he tomado la decisión de hacerte este reconocimiento. Como mi escritura es poco clara, he pedido que se pase a máquina mi mensaje. Efectivamente, como también lo saben otras personas, vos no sos hija biológica mía, sino de María Eva Duarte. Cuando papá te trajo a nuestra casa de Sadi Carnot de recién nacida, me dijo que te trajo del Hospital Ramos Mejía y que debíamos anotarte como nuestra hija, y así lo acepté. Tiempo después me confesó que eras hija de él y de María Eva Duarte. Luego me enteré que otras personas también lo sabían. Que sirvan estas líneas para lo que tú dispongas, pero quiero recordarte que te he considerado como mi hija verdadera y que el cariño que he sentido por vos está igual hoy, como siempre".
Para que no quedaran dudas, Felisa Bonorino ratificó el contenido de esa carta ante escribano público.
Los indicios se acumulaban y fortalecían la íntima convicción de Nilda Quartucci, forjada a lo largo de los años.
Sospechas
Esta historia pudo haber comenzado en la sección de chismes de la revista Radiolandia, el 16 de noviembre de 1940. Allí se puede leer: "¿Será cierto que el actor Pedro Quartucci durante una audición radial enmudeció de alegría cuando un ordenanza le acababa de dar la noticia que acababa de ser papá?".
Era cierto, pero desde muy chica Nilda tuvo dudas sobre la verdadera identidad de su madre. Un escrito preparado por Roxana Panzeri, hija de Nilda y nieta de Quartucci, al que La Nación tuvo acceso, dice: "Nilda nunca dudó que su padre era Pedro Quartucci, pero dada la especial relación que mantenía con Felisa Bonorino y con las hermanas de ésta en ausencia de Pedro (él efectuaba giras teatrales en el interior y exterior del país con frecuencia) siempre sospechó que Felisa no podía ser su madre, dado que se hacía referencia a Nilda diciéndole "Quién sos vos, más que la mucama" o "Vos sos una recogida de un tacho de basura", además de otro tipo de calificativos y malos tratos, notándose abiertamente una gran diferencia entre el trato que se le profería a ella con respecto a su hermano Angel. Esta situación cambiaba en presencia de Pedro".
Según el relato de Roxana Panzeri, Nilda se casó a los 15 años "motivada por sus ganas de librarse de Felisa Bonorino". Al principio Pedro Quartucci se resistió, pero fue convencido por el médico y consejero de la familia, el pediatra Florencio Escardó.
Muchos años después, en 1968, fue el mismo Escardó el que habría confesado a Nilda que ella no era hija de Felisa. Cuando se enteró, Quartucci reaccionó mal. "Ante el reclamo de Nilda se desespera, y busca un arma, diciendo que va a matar a Escardó, pero sólo lo insulta y lo amenaza telefónicamente", cuenta Roxana Panzeri.
Pero después de mucho insistir, Quartucci le confirmó la sospecha: "En 1972, ocurre la reunión entre Pedro (Quartucci) e Isaur Camilo Panzeri (el entonces marido de Nilda), motivada por la imperiosa necesidad de Nilda por saber quién era su madre biológica. Ya Nilda había pasado por cuatro años de agonía, suplicándole a su padre que le dijese el nombre de su madre. En el curso de la reunión, Pedro le dice a Panzeri: "estamos sobre un volcán, la madre de Nilda es Eva Duarte`", escribió Roxana Panzeri.
A partir de la confesión de su abuelo, ella se convenció que era la nieta de Eva Perón y se abocó a la tarea de demostrarlo. A lo largo de los veintiocho años siguientes fue juntando testimonios de parientes, de amigos de la familia y del doctor Escardó. Todos le decían que habían escuchado alguna vez que ella era la hija de Eva, y algunos de ellos hasta firmaron declaraciones contando lo que sabían.
Finalmente, el año último, Roxana aterrizó con su carpeta en el estudio del abogado Luis Moreno Ocampo. Al principio, el abogado encontró razones para creer que la historia era cierta: la evidencia anecdó- tica era importante y los exámenes de ADN que encargó el estudio demostraron que Nilda no era hija de la viuda de Quartucci.
Pero las pruebas directas no aparecían, y lo que Roxana sabía no alcanzaba para convencer a la familia Duarte de aportar muestras de sangre para un examen de ADN. Mucho menos, para pedirle a un juez que exhumara el castigado cadáver de Eva Perón para cotejar sus códigos genéticos con los de Nilda Quartucci.
La hipótesis se derrumba
A medida que se ampliaba la investigación, los datos presentados por Roxana perdían sustento. Por ejemplo, la supuesta nieta había presentado una lista de "actores y actrices que pueden testificar acerca de la conocida relación sentimental entre el actor Pedro Quartucci y la actriz Eva Duarte".
Pero ni los abogados ni este diario pudieron encontrar en esa lista un sólo testimonio sobre esa "conocida relación". Al contrario.
"Es un macanazo, querido," dijo a La Nacion Osvaldo Miranda, un íntimo amigo de Quartucci que aparece en la lista. "Pedro y Eva se conocían de vista, nomás. Yo era muy amigo de Pedro y Felisa. Sé que Felisa no podía tener hijos y adoptaron una chica, que les salió una bala perdida. A Pedro no lo prohibieron por culpa de Eva, lo prohibieron porque era radical, como yo".
"Si hubiera habido romance yo me habría enterado, y no sé nada. Eva trabajó muy poco en teatro. Empezó en la compañía de Eva Franco, me acuerdo bien porque yo era parte de esa compañía," dijo Irma Córdoba, otra amiga de los Quartucci que aparece en la lista.
Pero Rosa Rosen, que también está mencionada en la misma lista, deja un pequeño margen para la duda. "Romance no hubo. Si hubo algo, debió ser una aventurita de un día o dos. Yo no lo descarto, porque de alguna manera Eva defenestraba a la gente que tuvo algo que ver con ella".
Con sus dudas a cuestas, Moreno Ocampo se puso en contacto con Carlos Vidal Taquini, el abogado de las hermanas Duarte, y se reunieron dos veces para poder aclarar el panorama. Fue a partir de esas reuniones que empezaron a aparecer elementos que contradecían los que habían aportado Nilda Quartucci y su hija Roxana Panzeri.
En definitiva, la historia era tan débil que se derrumbaba ante una docena de fotocopias extraídas de las revistas de espectáculos de la época. Durante todo 1940, con intermitencias no significativas, Eva aparecía en fotografías y notas exhibiendo su delgadez alejada de cualquier embarazo, y para la fecha en que se produjo el nacimiento -26 de octubre de 1940- ni siquiera había dejado de trabajar.
Según la revista Radiolandia, el diario El Mundo y los programas de Argentores, en agosto de ese año había integrado el elenco que estrenó La plata hay que repartirla, una comedia de Antonio Botta, y desde mediados de noviembre había comenzado a ensayar una obra escrita especialmente para la compañía de Roberto Airaldi.
Hoy, después de casi treinta años de búsquedas e investigaciones, en la balanza los platillos parecen equilibrados. Por un lado, Nilda Argentina Quartucci ha podido probar que no es la hija de Felisa Bonorino. Por el otro, aún le falta probar que su madre ha sido Eva Duarte.
Hasta ahora, Felisa Bonorino, Nilda Quartucci y Roxana Panzeri han preferido el silencio, y no quisieron hablar con La Nacion. Los demás protagonistas de esta historia ya fallecieron.
El final abierto no es nada sorprendente: la mujer más contradictoria y misteriosa de la historia argentina no tenía por qué dejar pistas para resolver el último enigma de su vida.
Por Jorge Camarasa y Santiago O`Donnell
"No estuvo embarazada"
EL abogado Carlos Vidal Taquini, representante legal de las hermanas de Eva Duarte, no tiene dudas. "Eva no estuvo embarazada en 1940. A las flacas la panza se les nota, y Eva no paró de exhibirse en revistas de espectáculos mientras duró el supuesto embarazo", afirmó.
Vidal Taquini señaló, además, que las revistas de actualidad dieron cuenta del nacimiento de Nilda Quartucci. "¿Entonces cómo puede ser que la hayan convencido a Eva que su hija nació muerta, si las revistas cuentan que Pedro Quartucci tuvo una hija que nació viva? De ser cierta la historia, la oposición se hubiera enterado y a Eva la hubieran destrozado".
Para Vidal Taquini, la historia de Nilda Quartucci es un caso cerrado: "Mis clientes no tienen ninguna duda. En 1940, Eva Duarte comenzaba su carrera artística y más que por su trayectoria, era conocida por ser la novia del empresario Olegario Ferrando, entonces dueño de Pampa Films, recuerda el abogado. "¿Entonces Ferrando era un cornudo consciente que se exhibía con Eva en las revistas mientras ella estaba embarazada de otro? En esa época, esas cosas estaban prohibidas", apunta Vidal Taquini, mientras le muestra a La Nacion artículos periodísticos con fotos de Eva que coinciden con la época del supuesto embarazo.
"A Eva Duarte, con la actividad pública que tenía, le hubiera sido imposible ocultar un embarazo en el año 1940", desmintió enfáticamente.
Tampoco cree el abogado que las hermanas Duarte hubieran sido indiferentes ante un supuesto embarazo de Eva. "Los Duarte eran muy unidos. Nunca hubieran permitido que un hijo de Eva se apartara del seno familiar", apuntó. "No se puede, así porque sí, después de veinte, treinta años, hacer estos reclamos. Yo creo que acá, en la Argentina, a los muertos no se los deja descansar en paz", afirmó.
Pero a pesar de haber representado a la familia Duarte a lo largo de tres décadas, Vidal Taquini dijo que no conoce el "secreto" que Hernán Benítez, el confesor de Eva, habría compartido con las hermanas.
"¿Qué secreto?", dijo el abogado. "Puede haber tantos secretos, pasaron tantas cosas. A mí, mis clientas no me dijeron nada".
Una heredera para Perón
NO es la primera vez que un presunto hijo no reconocido se cruza en la historia del matrimonio Perón. En julio de 1993 Marta Susana Holgado, por ese entonces de 58 años, reclamó ante la Justicia que se la declarase hija legítima del general Juan Domingo Perón y, por ende, heredera universal de todos sus bienes.
La mujer afirma ser fruto de un romance entre el ex presidente y su madre, María Demarchi, mientras él estaba casado con su primera esposa, Aurelia Tizón.
Al día de hoy, sólo su parecido físico con el general Perón parece abonar la hipótesis del supuesto parentezco. Holgado llegó incluso a publicar en 1993 una autobiografía en la que firma como Lucía Virginia Perón.
"Conocí a Perón cuando tenía ocho años. Entonces no sabía que él era mi padre. A los 19 me lo confirmó un día que me fue a visitar al colegio", asegura ella.
El reclamo judicial fue presentado en julio de 1993 por el abogado Luis Escalante Echagüe. Luego se sumaron los letrados Ricardo Monner Sans y Eduardo Barcesat.
Para lograr que la Justicia declarase como ciertos los dichos de Holgado y fallase de acuerdo con sus pretensiones, los letrados solicitaron la exhumación del cadáver de Juan Domingo Perón para realizar una prueba de ADN y cotejarla.
María Estela Martínez, la última esposa de Perón, se constituyó como contraparte en la causa para evitar que el análisis genético se realizara. Idéntica postura tomó un sobrino nieto del fallecido general. Sin embargo, el 29 de agosto de 1996 la Sala F de la Cámara Civil porteña ordenó la exhumación del cadáver del ex presidente para comparar sus datos biológicos con los de Holgado.
Hasta el momento, la prueba en cuestión no pudo concretarse.
Por Lorena Oliva
Joyas de la familia
EN un discurso del 17 de octubre de 1952, Juan Domingo Perón manifestó que las alhajas que pertenecieron a Eva Duarte garantizarían los préstamos para que las familias humildes construyeran su propia vivienda. Por entonces, la madre de Eva Perón, Juana Ibarguren, había cedido los derechos hereditarios que le pudieran corresponder por el fallecimiento de su hija.
Pero diez años después se desencadenó el conflicto por los bienes. Ibarguren demandó a Juan Domingo Perón y pidió la nulidad de la donación previamente otorgada. Sin embargo, los bienes reclamados por Ibarguren ya habían pasado a manos del Estado, que los había confiscado en 1955, luego del derrocamiento de Perón.
En 1973, la ley 20.530 determinó la restitución de los bienes a Perón. Esta norma estableció que en los casos de imposibilidad de devolución de muchas de las pertenencias se le otorgaría una suma de dinero. Perón cobró 85 millones de pesos de entonces y depositó 3.100.000 dólares en el Banco Ciudad de Buenos Aires para saldar la deuda con las hermanas Blanca y Erminda Luján Duarte.
La familia de Eva no aceptó la suma. El 10 de abril de 1986, la Justicia condenó a la tercera esposa de Perón a pagar cinco millones de australes a las herederas de Eva.