El santo pagano
Un hombre rinde culto a Jesús Malverde, protector de los traficantes
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El sentido íntimo de ciertos gestos: eso que indefectiblemente se nos escapa. Así ocurre en esta imagen. En una primera mirada, los signos de la devoción. Multiplicación de velas, sospecha de incienso, efigies, estampas, medallitas, ruegos. Hay un santo sin los hábitos comunes; santo de bigote prolijo, camisa blanca, pañuelo al cuello. La abigarrada capilla le está dedicada al que en vida se llamara Jesús Malverde, salteador de caminos en el México de fines del siglo XIX, hoy santo no reconocido por la iglesia católica aunque adorado como ánima en múltiples e improvisados altares: el santo patrón de los traficantes de drogas. Y uno se pregunta qué súplica impulsa al hombre que tiende la mano hacia el Malverde de los milagros. Cuál será, entre miles de miedos y deseos, el que lo retiene en el santuario pagano, en el cruce entre el cielo y la tierra, un lugar donde ser frágil quizás esté permitido.