El riesgo de una escalada armamentista en Europa
La escalada militar en Europa central y el Báltico pone a prueba la estabilidad regional y constituye el momento de mayor tensión de las últimas décadas en las relaciones entre Washington y Moscú. La reciente reunión entre Rusia y la OTAN en Bruselas, tras tres años de suspensión, no ha logrado disminuir el clima de desconfianza mutua y sólo confirmó la atmósfera de desencuentros. La próxima cumbre de la OTAN en Varsovia, según su secretario General, Jens Stoltenberg, tiene lugar "en circunstancias cruciales al estar la Alianza reforzando la defensa colectiva a un nivel sin precedente". La actual situación muestra lo inestable de la paz establecida en Europa desde 1989, tras el fin de la Guerra Fría.
Desde la anexión de Crimea y la intención de Rusia de cambiar el estatus establecido tras la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos ha cuadruplicado el gasto militar en Europa y la OTAN ha intensificado la presencia militar en la frontera terrestre, marítima y aérea de Rusia. La entrada en funcionamiento del sistema antimisiles Aegis Ashore en la base de Deveselu en Rumania, a 600 kilómetros de la península de Crimea, es otra manifestación de la rivalidad existente junto con el inicio de las obras de construcción de una base similar en Polonia, en la localidad de Redzikowo, con radares y misiles interceptores, a 180 kilómetros del enclave ruso de Kalingrado. También, los ejercicios militares de la OTAN en la región del Báltico, con más de 10.000 efectivos de 14 países, en los que participan los bombarderos estratégicos B-52.
Rusia, que percibe la instalación del escudo antimisiles como un intento de privarla de su capacidad de disuasión nuclear, ha ampliado el sistema de defensa aérea con el despliegue de un número sustantivo de S-300, S-400 y S-500 Triumf y se prepara para neutralizar el escudo antimisiles con la adopción "de medidas de carácter militar técnico" ya que considera que el despliegue de la OTAN en Rumania, Polonia, el Báltico y el Mediterráneo representa una amenaza a su seguridad. Una de esas contramedidas es la reorientación de los bombarderos TU-22M3 para fortalecer la capacidad de destruir con prioridad los sistemas antimisiles.
El argumento del Kremlin es que el escudo antimisiles norteamericano, como eslabón de la OTAN, tiene una clara proyección antirrusa. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha destacado "que es deplorable la decisión unilateral de instalar estos misiles" y que "no permitirá que eso suceda sin reacción adecuada". Asimismo ha señalado que los escudos norteamericanos "no son sistemas defensivos sino parte del potencial nuclear estratégico de Estados Unidos emplazado en la periferia de Rusia".
La OTAN insiste en que el Aegis Ashore persigue un propósito puramente defensivo y no amenaza el potencial de disuasión nuclear ruso por ser "incapaz, física y geográficamente, de derribar los misiles balísticos intercontinentales de Rusia". Asimismo, sostiene que el "objetivo consiste en abarcar un arco abstracto de eventual inestabilidad", sea que Irán no cumpla con los compromisos de desarme del programa militar nuclear, continúe con el desarrollo de misiles balísticos convencionales o surja "una nueva amenaza en Medio Oriente o de Corea del Norte a la seguridad europea".
Este cuadro pone en evidencia la alteración del delicado balance estratégico de fuerzas en Europa con el riesgo de iniciar una carrera armamentista de mayor dimensión a la conocida durante el siglo XX. También que cualquier incidente, de una u otra parte, puede provocar una situación fuera de control. Es de esperar que el Kremlin y la Casa Blanca reflexionen en sus respectivas políticas antes de que sea demasiado tarde. Es urgente que superen el déficit de confianza mutua y acuerden pasos concretos para garantizar un entorno europeo seguro y predecible.
Diplomático y ex vicecanciller argentino