El radicalismo, en busca de un nuevo protagonismo
Rastreando la historia argentina podríamos identificar al menos tres momentos electorales de gloria para el radicalismo, un primer momento a partir de la promulgación de la Ley Sáenz Peña en 1912, que permitió que la democracia se amplíe, que el fraude deje ser una práctica común, y que el radicalismo en 1916, a través de las urnas, logre conquistar la presidencia convirtiéndose en el primer partido de masas en el poder. Un segundo momento glorioso fue cuando retornó la democracia en 1983, y el presidente Raúl Alfonsín congregó a sectores de prácticamente todas las banderas políticas y logró que el radicalismo nuevamente se transforme en el partido aclamado por una ciudadanía que trascendía el voto radical y celebraba por la preciosa democracia. Un tercer momento para un radicalismo que pretende relucir puede ser este.
Luego de años de que la Unión Cívica Radical (UCR) ocupe un lugar periférico en la estructura de poder político-partidario, nos encontramos bajo el siguiente contexto: el peronismo de Cristina en su segundo mandato demostró una deficiente gestión y legó al gobierno de Cambiemos graves desequilibrios en sus cuentas macroeconómicas y una crisis socio-económica significativa. Actualmente, el peronismo del nuevo Frente de Todos está fatigado luego de casi dos años de pandemia y exhibe un desequilibrio muy poco saludable en varios planos, mientras la popularidad del presidente Alberto Fernández sigue decayendo. El macrismo “jugó” a gobernar en una coalición junto a la UCR y la Coalición Cívica, sin embargo y sin disimulos, concentró el poder de decisión y de acción en el Pro, y así el radicalismo tuvo (o quiso) aceptar un lugar relegado en la coalición donde no hubo juntos ni cambio. La hegemonía del gobierno Pro también legó al Frente de Todos, una situación de crisis macroeconómica, socioeconómica y de la deuda de preocupantes proporciones. Actualmente, el macrismo se encuentra “sin Macri”, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, más en su modo “halcón”, parece querer devorarse a todo Juntos (la nueva nomenclatura que está adoptando Juntos por el Cambio), mientras su gestión en pandemia también lo encuentra con su imagen en declive.
No obstante, en los últimos años, la UCR pudo igualmente aumentar la representación territorial, ganando 32 intendencias bonaerenses, 6 diputados nacionales y 16 legisladores provinciales (10 diputados y 6 senadores). Y el radicalismo demostró, el 21 de marzo último, que el poder de convocatoria del partido fue muy significativo. Ese día se celebraron comicios internos de la Unión Cívica Radical (UCR) bonaerense, y en éstos se enfrentaron para disputar la presidencia del partido, el diputado provincial Maximiliano Abad (con la lista Adelante Buenos Aires) contra el intendente de San Isidro, Gustavo Posse (con la lista Protagonismo Radical). Abad venció en las elecciones y obtuvo el 52% de los votos frente al 48% de Posse. Así, Abad, con el aval de las tradicionales estructuras de la UCR, se impuso por una mínima diferencia a Posse. En aquel momento, el intendente de San Isidro hizo campaña en una suerte de convocatoria a las bases radicales. “Se terminan años de un radicalismo que no emitía voz ni voto, que fue servil y sumiso al Pro”, advirtió en aquel momento, el intendente Posse. Abad, por su parte, contó con el respaldo de varios líderes radicales de renombre como Gerardo Morales, Luis Naidenoff, Mario Negri y el cofundador de Cambiemos en 2015, Ernesto Sanz.
Aquí y ahora, elecciones legislativas: de cara a los próximos comicios en toda la Argentina, el sábado 24 de julio se terminaron de configurar las listas con sus respectivos precandidatos. A partir de ahora, comienza la carrera hacia las PASO, que se desarrollarán el 12 de septiembre y determinarán las listas de candidatos a competir en las elecciones generales de medio término pautadas para el 14 de noviembre. En las elecciones legislativas se renovarán la mitad de los cargos a diputados nacionales (127 de un total de 157; las 130 bancas restantes se renovarán en 2023) y un tercio de la cámara de Senadores (24 de un total de 72; se renovarán bancas en ocho provincias: La Pampa, Santa Fe, Córdoba, Corrientes, Catamarca, Tucumán, Mendoza y Chubut).
La lista oficial donde el radicalismo se dispuso a participar en la ciudad porteña es la que reúne a dirigentes radicales y de otras fuerzas, pero que encabeza María Eugenia Vidal del Pro larretista. A último momento, surgió una lista de mayor “pureza radical”, constituida por un grupo de notables de origen alfonsinista, como Luis Brandoni, Facundo Suarez Lastra, Gil Lavedra, y encabezada por Adolfo Rubinstein, que tal como la agrupación proclamó “Adelante Ciudad promueve una lista integrada por afiliados y afiliadas radicales… que dará pelea en las primarias con una virtual Lista 3”. Así, mientras el radical Martin Tetaz secunda en la lista a la candidata larretista (Vidal), y Martin Lousteau desde el radicalismo apoya esta lista orgánica en la ciudad porteña, un nuevo viejo radicalismo asoma de repente y todo esto resulta en una UCR un tanto desarticulada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En la provincia de Buenos Aires la situación presenta un panorama electoral diferente. La lista orgánica del radicalismo es la encabezada por Facundo Manes, apoyada por Martin Lousteau y los popes del radicalismo más tradicional. La lista del Pro es la que encabeza Diego Santilli, apoyado por todo el aparato larretista. El Pro de Santilli confía en que podrá conquistar gran parte del electorado del conurbano bonaerense, y haber convencido a Jorge Macri (intendente de Vicente López, halcón del macrismo), para que no arme lista propia y que lo apoye fue un logro fenomenal. El otro importante triunfo del precandidato larretista es haber conseguido que Gustavo Posse, el radical que pretendía meses atrás un radicalismo que deje de ser servil y sumiso al Pro, lo apoye localmente en la lista que encabeza el Pro bonaerense.
En provincias como Santa Fe y Córdoba (en ambas se elegirán diputados y senadores nacionales) el radicalismo sigue dividiéndose “por deporte”. En Santa Fe el espacio de Juntos por el Cambio enfrentará en las PASO cuatro listas, tres de éstas lideradas por radicales. En Córdoba Juntos por el Cambio tampoco logró consenso para unirse y presentará cuatro listas, en todas ellas abundan radicales.
De cara a las próximas elecciones legislativas, en gran cantidad de distritos observa un frente peronista cohesionado por obligación y un macrismo no cohesionado por opción. El radicalismo, en ascenso, deberá decidir si efectivamente aunará fuerzas correligionarias, con el afán de poder disputar mayor protagonismo en una coalición que, en lo inmediato, persistirá en 22 de los 24 distritos electorales.
Politóloga y Profesora (UBA)